XIII

- ¿Has puesto el pañuelo rojo entonces?

Pronto me sentí asqueada pero no de él sino de mi misma.

- ¡Nada de eso! Ese estúpido enfermo estuvo aquí para violarme, si no llamo a la policía créeme que sería muy tarde.

Ana Alice me miró con duda antes de abrir la boca otra vez.

-Crees que no le daría tiempo de... tocarte antes de que llegara la policía, yo creo que...

- ¡No te atrevas Ana! Él quería violarme -dije más para convencerla convencerme a mí-, no tiene disculpa alguna.

-Lo siento, tienes razón -pero en su cara podía ver que no estaba demasiado de acuerdo con ello-. ¿Por qué no vienes a dormir a mi casa en lo que lo atrapan? No me gusta que estés sola.

-Van a dejar a uno de los policías custodiando mi casa, estoy segura.

Murmuré aunque yo misma no confiaba en esa seguridad.

-Entonces me voy, ha sido un día largo.

Ana Alice caminó hasta la puerta perdiéndose en la oscuridad de la noche.

Mientras yo pensaba que no podría dormir esa noche, no podía dejar de pensar en lo ocurrido.

*

U
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