42. MI MADRINA LO SABE
Eran casi las nueve de la noche cuando me despedí del reverendo Juan Benedicto. No suelo permanecerá despierta hasta tan tarde, pero esta era una ocasión especial, y mi madre también lo comprendió. Ahora estoy en mi cama, pero, por más que lo intento, mi mente se niega a colaborar y otorgarme el descanso que tanto necesito.No logro entenderme últimamente. Mis pensamientos se han llenado de ideas absurdas, y cada una me provoca una punzada de vergüenza. Por ejemplo, esta noche me pareció que el reverendo me miraba de una forma que trascendía la amistad, y lo peor de todo es que no me desagradó. Es una tontería, lo sé, pero compartimos tanto en común que por un instante me atreví a pensar que podríamos ser perfectos el uno para el otro. Y, sin embargo, cuando mi mirada se cruza con la de Iván Felipe, mi corazón insiste en agitarse, aunque solo pueda verlo a la distancia.De pronto, un sonido fuerte me sobresalta haciendo que me incorpore de golpe en la cama. Apenas había conciliado el
Leer más