39. SI SOY UN DEMONIO, QUE VALGA LA PENA EL SACRIFICIO
Lleva un par de horas durmiendo. Lo observo en silencio, analizando cada línea de su rostro. Por primera vez en mi vida no estoy segura de cómo proceder. No es porque sea humano, sino por el tipo de humano que es. Hay algo en él que desafía mi instinto, algo que lo hace único y desconcertante.Mientras tanto, mi habilidad de recuperación trabaja incansable. La herida, que antes era notable, ahora parece un simple arañazo, algo insignificante. Pero lo verdaderamente importante no está en mi cuerpo; Está en cómo convencer a este hombre de que me pertenece. De que no hay cabida en su mente, ni en su vida, para esa tal Rebeca. Sin embargo, sé que en mi forma de lobo no lo lograré. Así que inicio mi transformación, lenta, cuidadosa, dejando atrás mi pelaje y adaptándome a mi piel humana.Su piel, clara y cálida, contrasta con la mía. Su cabello castaño, lacio y corto, junto a esa barba meticulosamente cuidada, refuerza la imagen de un hombre íntegro, estable. Eso dicen todos en la manada:
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