Carmine soltó un grito ahogado cuando, de repente, Giacomo tiró de ella, y ambos cayeron sobre la cama, con ella encima de él.—Vaya que incluso ebrio tienes mucha fuerza —musitó apoyando las manos sobre su pecho. Intentó ignorar el latido frenético de su corazón.Durante un breve momento, sus ojos se perdieron en los de Giacomo. Su mirada descendió, casi sin darse cuenta, hasta sus labios, y no pudo evitar preguntarse cómo reaccionaría él si se inclinara y lo besara. Alejó esos pensamientos tan pronto como aparecieron.Apoyó las manos en su pecho, preparándose para levantarse. Estaban demasiado cerca para su propia paz mental, y si no ponía algo de distancia pronto, corría el riesgo de hacer algo estúpido. Sin embargo, Giacomo envolvió una mano en su cintura y la mantuvo en su lugar.—Podrías... —Las palabras se desvanecieron en sus labios al notar que él estaba acercando su rostro al de ella como si fuera a besarla.El tiempo pareció detenerse a su alrededor. Sintió que el aire se v
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