Carmine se levantó de un salto, lista para intervenir, aunque no estaba segura de poder hacer mucho. Sebastian era, por lo general, tranquilo, siempre trabajando en sus experimentos o absorto en sus libros, pero también era una fuerza imparable cuando algo lo alteraba.—Sebastian, déjalo —ordenó, pero su hermano la ignoró.—No solo te encargaste de embarazar a mi hermana, sino que ahora dices que no vas a hacerte responsable como un verdadero hombre.Carmine miró a su papá en busca de ayuda, si alguien podía convencer a su hermano de soltar a Giacomo, era él.—Papá, por favor, haz algo. —¿Por qué? Después de todo, no vas a casarte con él. Vivo o muerto, no sirve de mucho.Carmine soltó un resoplido.—Me gustaría que mi hijo pueda conocer a su padre en persona y no irle a llorar al cementerio. —Si no le hablas de él, no tiene por qué llorarle —refutó su padre, como si nada.Carmine abrió los ojos, incrédula.—Tu padre tiene un buen punto —intervino su madre, levantándose con total c
Leer más