Era un día gris.La mañana se había convertido en tarde, y la noche pronto estaría haciendo acto de presencia, pero el cielo no se estaba despejando. El sol, escondido detrás de humos y cenizas, se despedía del día con porte indiferente y estoica, como si ningún mal hubiese aterrizado en el mundo.Cassel continuó caminando, pese a que sus pies descalzos dolían como nunca había sentido antes, mientras un solo objetivo plagaba su mente.Poner tanta distancia como fuese posible entre él y el fuego que había arrasado con su hogar.El calor ya no se sentía a sus espaldas, pero su cuerpo se sentía acalorado del continuo arrastre de sus pies, al tiempo en que el cansancio se apoderaba de su cuerpo agotado, pero él debía continuar.Su cuerpo, pequeño y delgado, se encontraba agotado del viaje que recién comenzaba, la suciedad había impregnado su piel, y su cabello castaño rojizo se había oscurecido en una mezcla de sudor y ceniza.Sus suaves rizos se pegaban a su cabeza de forma incomoda, pero
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