Capítulo 6: Lucien, I

La mañana en la que Lucien debía regresar a Laurentia había llegado.

Su mirada se extendió hacia el balcón por el que entraba la suave luz de la madrugada, con ligera desgana se separó de los dos cuerpos cálidos que habían acompañado su última noche en el reino de Luthania, y se levantó de aquella lujosa cama.

Sus pasos guiándolo hacia el balcón.

Lucien era un joven realmente apuesto, y aunque su sangre Solari no era fuerte, sus ojos anaranjados y su tez de un exquisito dorado daban cuenta de su ascendencia lejana.

Su madre, la reina viuda, había sido parte de una rama lateral de la familia real de Solarea antes de casarse con su padre, el anterior rey George, y aunque su conexión con la rama principal era débil y su propia sangre no era lo suficientemente espesa, el tono de su cabello hacia innegable la conexión.

Y es que la familia real de Solarea se caracterizaba por un cabello pelirrojo como el fuego y ojos anaranjados. Las leyendas decían que los Solari llevaban el poder del fuego en las venas, y por ello, el reino Solarea era conocido como el hogar de los dragones.

Aunque durante su paso por Solarea, él realmente no había visto ninguno.

Y en real contraste con el cabello cobrizo de su madre y su hermano mayor, el cabello de Lucien era rubio como el de su fallecido padre.

Solo unos segundos después, Lucien detuvo sus pasos en el balcón de la lujosa habitación, y simplemente observó, tratando de alejar sus pensamientos del pasado, pero le era casi imposible.

Él sabía perfectamente que su estadía en Luthania sería la última en mucho tiempo, y aquel pesar en su corazón se levantó como si nunca lo hubiese aquejado.

Y es que Lucien era el hermano menor del rey Kael De Laurence, del reino de Laurentia. Por ello, delegado a misiones diplomáticos que lo mantenían constantemente alejado de su querido hogar.

Mucho antes de siquiera poner un pie fuera del reino, Lucien ya había sabido que extrañaría su hogar, razón por la que había estado en desacuerdo con su rey al momento en que dicha tarea le había sido impuesta.

Tanto tiempo atrás, que él ya no logra recordar cual había sido el destino de su primer trabajo diplomático, pero recordaba algo perfectamente, y Lucien sentía que lo recordaría por siempre.

Aquella tarea se había sentido como un destierro.

El hermano pequeño alejado de su familia, alejado de su hogar.

Alejado del trono.

Y así se lo había hecho saber al rey Kael.

[...]

—¡No puedes alejarme! —había dicho Lucien, de pie frente a su rey.

Kael simplemente lo había mirado, antes de decir:

—Encontrarás, hermano, que sí puedo —afirmó, su voz firme—. Saldrás al amanecer.

Y solo eso fue necesario para callar cualquier protesta de Lucien.

La relación con su hermano mayor se había visto deteriorada progresivamente bajo su mirada desesperada, sin que él pudiese hacer algo para remediarlo.

Aquella tarea que le había sido encomendada solo había servido para empujar el ultimo clavo en su corazón.

Y mientras dejaba su hogar por primera vez en una misión que él realmente no deseaba, Lucien podría haber dado un segundo vistazo atrás, él podría haber visto la mirada desesperada de Kael, que observaba su retirada desde lo alto de un balcón entre las torres del ala sur, y él podría haber visto a la reina Alysa posar una mano reconfortante en el hombro de su hermano.

Él podría haber visto como el fuerte y valeroso rey Kael se derrumbaba en los brazos de su esposa, pero Lucien había salido por las puertas de la ciudadela sin dar un segundo vistazo atrás.

Y él no lo vio.

[…]

Aquel peso sobre su corazón, que tenía extrañamente la forma de la ciudadela de Laurentia, se levantó aquella mañana mientras contemplaba el reino desde lo alto del castillo de Luthania, sabiendo que finalmente había llegado el momento de regresar a casa.

Su mirada se dirigió hacia los dos cuerpos sobre la cama, y no pudo evitar sonreír, porque habían sido acompañantes con certeza entusiastas, y realmente, había sido una agradable forma de despedirse de Luthania.

La mujer alzó una ceja—. Mi príncipe, ¿existe, tal vez, la posibilidad de quedarse?

Ella era realmente una belleza, su largo cabello negro enmarcaba un rostro de rasgos delicados, y su mirada verde se sentía casi penetrante, mientras se clavaba en los ojos naranjas de Lucien, en un intento de atraerlo nuevamente a la cama.

—¿Oh? —preguntó Lucien con interés, pero no pudo evitar bromear—. Princesa Igraine, ¿qué diría su esposo de tan escandalosa propuesta?

Una carcajada se escuchó en la lujosa habitación, mientras el segundo cuerpo comenzaba a moverse, la sabana deslizándose por un vientre cincelado y marcado.

—Su esposo ciertamente estaría satisfecho —aceptó el hombre, su voz tan gruesa y aterciopelada, que el interior de Lucien se estremeció sin poder evitarlo.

Pero pese a que aquella era una propuesta realmente llamativa, él negó con la cabeza, porque el anhelo en su corazón era mayor que el deseo de su cuerpo.

—Debo regresar —afirmó, y el arrepentimiento en su voz era completamente real.

Mientras ambos se besaban frente a sus ojos agradecidos, eran realmente una escena para tener en cuenta.

Se sentía privilegiado de haber tenido la oportunidad la noche anterior.

Sin embargo, tuvo que girarse, porque si continuaba mirando, podría hacer algo de lo que tal vez, podría arrepentirse posteriormente.

Así que caminó hacia el baño, donde aquella delicia de bañera lo llamaba, el agua humeando por mecanismos que él no entendía del todo, pero que lograban movilizar las aguas termales bajo el castillo de Luthania, y la escasa ropa que traía cayó al suelo sin esfuerzo.

Un gemido salió de sus labios al sumergir su adolorido cuerpo en el agua, y debió haber sido especialmente bullicioso, porque nuevas carcajadas se escucharon desde la habitación.

Una carcajada también salió por entre sus labios al escucharlos, pero él simplemente se dejó hundir un poco más en el agua, y aunque a sus oídos llegaba una melodía de gemidos y jadeos, él simplemente cerró los ojos.

[…]

Solo habían pasado unas horas, pero Lucien ya estaba listo para irse.

Sus ojos recorrieron el castillo que había sido su hogar durante las semanas anteriores, mientras un repentino sentimiento de nostalgia lo invadía, pero su regreso a Laurentia era inminente.

Y es que por años había deseado finalizar sus viajes, y finalmente, luego de recorrer la mayor parte del reino mortal, él podría finalmente regresar a su tan ansiado hogar.

Nada podría hacerlo cambiar de opinión.

Lucien dirigió su mirada hacia la pareja que había llegado a despedirlo, incluso mientras las puertas de la ciudadela habían comenzado a abrirse a su espalda y los guardias y sirvientes que habían acompañado su travesía se preparaban para salir.

Su mirada se mantuvo fija en ellos, mientras decía con una sonrisa pícara—. Mis señores.

El príncipe Alek se inclinó levemente, casi en una pequeña burla, mientras su largo cabello rubio y rizado caía libremente por sus hombros, su mirada era intensa, casi como si intentase transmitir un sin numero de secretos solo con el poder de sus ojos.

—Mi príncipe —comenzó Alek, su voz gruesa y aterciopelada resonando en todos los que escuchaban—. Le deseo un buen viaje.

La princesa Igraine se inclinó, a diferencia a su esposo, en una reverencia real, mientras una sonrisa amable se posaba en su rostro.

Pero nadie podría hacer que Lucien cambiase de opinión.

Y tal vez, solo tal vez, Lucien pudo haber rechazado que aquel enredo se convirtiera en una pasión que consumiría a los tres y podría convertirse en algo mucho más profundo.

Pero él si aceptaba una amistad

Así que, fijándose alrededor, se acercó a ambos, su voz fue baja mientras cuidaba que las siguientes palabras no fuesen escuchadas por nadie más que los herederos de Luthania.

—Tengan cuidado con los cuervos —dijo, su sonrisa era pequeña y secreta—, los bandidos también son carroñeros, ¿no?

Y con eso, dio media vuelta y se alejó de Luthania, finalmente, Lucien iba a casa.

M. ISABEL

Primer capítulo sobre Lucien! Espero que les guste, es realmente algo a lo que deseaba llegar, poder finalmente introducirlo a la historia se siente genial, espero puedan apreciarlo igual. Nos vemos el siguiente domingo~ Si son amables y dejan amorcito, tal vez pueda traerlo antes*

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