Aprovechando que Sofía se apartó para hablar por teléfono, Ana, toma la bolsa con los cepillos de dientes. Su corazón late con fuerza, la tensión en el aire es palpable.—Por favor, guarda muy bien este paquete, Magda —le dice, su voz está temblando ligeramente.—¿Qué es?— pregunta Magda mirando la bolsa, entonces sube la mirada a su amiga. —¿Cómo estás? Es extraño el comportamiento de esa mujer. ¿Por qué no abrió la puerta? ¿Quién se ha creído? —pregunta con respiración agitada, su preocupación es muy evidente.—Ya tendremos tiempo de hablar de eso. Pero esto es la prueba de que Pablo es un imbécil y de que siempre me engañó. Estoy segura —dice Ana, con una determinación que oculta su vulnerabilidad. Magda asiente y guarda los cepillos en su bolso, sintiendo la angustia de su amiga. Sofía se acerca nerviosa, su expresión es tensa.—¿Qué pasa, Sofía? ¿Cómo te has atrevido a desafiarme? Magda es mi amiga. Fue una grosería no abrir la puerta.—Lo siento, señora, es que es una orden d
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