El dilema de Ana.
La puerta de la habitación se abre y Ana siente un alivio inmediato al ver a Magda entrar. La ansiedad la había estado consumiendo, sintiéndose a merced de Pablo. Su respiración se entrecorta, y está a punto de gritar por la tensión acumulada.—¡Amiga!— exclamó Magda, con una mezcla de preocupación y prisa. —Perdóname, intenté llegar a tiempo, pero el tráfico fue un desastre. ¿Cómo te sientes? Lamento que Sebastián se haya marchado—dijo dejando escapar un bufido de frustración. "Qué odioso", pensó, recordando cómo le había revelado a Sebastián que Ana fue quien hizo la propuesta que tanto le había gustado.—Mal. ¿Cómo quieres que esté, Magda? Todo mi cuerpo duele y, además, Pablo vino. No tardará en regresar. Tengo miedo. Con su poder, me va a sacar de aquí y me encerrará de nuevo. Te lo juro, ni siquiera tú podrás verme nunca más—El rostro de Magda se tornó serio, sus ojos reflejando el terror que sentía por su amiga. —Entiendo que estés asustada. Pero, ¿por qué dejaste ir a Sebast
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