Las horas se fueron de prisa y Sebastián llega al restaurante que le señaló su padre, era imposible seguir negandose. Su padre lo llamó varias veces para insistirle.Al bajar del auto, Sebastián se dirige a la entrada con pasos firmes, aunque un nudo de ansiedad se forma en su estómago. Un maître de porte impecable lo intercepta con un gesto cortés y le informa que una señorita lo está esperando. Él suspira, resignado, y sigue al hombre, sintiendo la presión de haber pospuesto una junta importante para estar allí. Desearía estar absorto en sus negocios, en lugar de cumplir con las expectativas de otros.A medida que se acerca, sus ojos se posan en la joven que lo espera. Su figura, elegante y sofisticada, destaca entre la multitud. Lleva un vestido de diseñador que parece abrazar su silueta con gracia, y en su muñeca brilla una pulsera de oro adornada con pequeñas piedras preciosas que capturan la luz de manera hipnótica. Sebastián siente un impulso abrumador de salir corriendo, dese
Sebastián camina por el pasillo del edificio aún pensando en la desastrosa cita que acaba de tener mientras los pensamientos negativos se arremolinan en su cabeza. Se pregunta si tener a Ana en sus proyectos financieros sea una buena idea. Empieza a dudar de su inteligencia por el hecho de hacerse casado con un hombre como Pablo. Ruin y ambicioso, capaz de todo con tal de ascender. ¿Y si Ana también es capaz de todo por lograr sus objetivos? Podría haber pagado para que alguien elaborara esa propuesta. Aprieta su puño muy consternado y frustrado cuando antes de salir del edificio en otro de los restaurantes mira una escena que lo hace detener. Son Pablo y Sofia. Ambos comparten una mesa y parecen más una pareja de amantes que un jefe con su empleada. " Pero, ¿Que rayos es esto?" Se pregunta. mira con incomodidad como Pablo susurra algo en la oreja de Sofía y como esta sonríe a la vez que sonroja levemente. Pablo respira hondo y está a punto de seguir su camino cuando piensa en Ana y
Esa misma noche , Ana, en su silla de ruedas, se dirigió al salón privado del restaurante donde la esperaba Sebastián. El sonido de las ruedas resuenan en el suelo de mármol mientras se acerca llena de temores y con nerviosismo . La luz de las lámparas iluminan su rostro pálido pero decidido. A pesar de su situación, su mirada destila una mezcla de determinación y vulnerabilidad. Al entrar , allí , frente a ella está Sebastián Blackwood. Ella respira hondo intentando mostrarse segura. Durante un instante se quedó a mitad de la sala observándolo con una sensación de alivio. Por fin, estaba frente a ella el hombre que podría ser la solución a sus males. Él le indicó con la mano que continuara. Ella asintió decidida y tratando de mantener una postura erguida. —Buenas noches señor Blackwood... Señor— Saluda a ambos con una sonrisa gentil. Blackwood le presenta a su asistente quien se levanta con cortesía y toma su mano con amabilidad. Un silencio incómodo los invade después. El mesero si
Esa misma noche , Ana, en su silla de ruedas, entró al salón privado del restaurante donde la esperaba Sebastián. . El sonido de las ruedas resuenan en el suelo de mármol mientras se acerca llena de temores y con nerviosismo . La luz de las lámparas iluminan su rostro pálido pero decidido. A pesar de su situación, su mirada destila una mezcla de determinación y vulnerabilidad. Allí , frente a ella está Sebastián Blackwood. Ella respira hondo intentando mostrarse segura. Durante un instante Ana se quedó a mitad de la sala observándolo con una sensación de alivio. Por fin, estaba frente a ella el hombre que podría ser la solución a sus males. Él le indicó con la mano que continuara. Ella asintió decidida y tratando de mantener una postura erguida.—Buenas noches señor Blackwood... Señor— Saluda a ambos. Blackwood le presenta a su asistente quien se levanta con cortesía y toma su mano con amabilidad. Un silencio incómodo los invade después. El mesero sirve la cena y llena sus copas d
Ana no quiso seguir hablando con Sebastián y le pidió al chófer que viniera por ella. Estaba muy afectada y no sabía que pensar ni esperar de Sebastián. No deseaba mostrarse vulnerable ante él. Necesitaba saber si él era digno de su confianza. Sin embargo Sebastián se aseguró de que ella se comprometiera a ir a su casa al otro día. la invita a una cena con su padre para hablar más de los planes de expansión y para que su padre pudiera conocerla. Al otro día... Ana bajó frente a la imponente mansión Blackwood. El chófer se retiró, prometiendo regresar más tarde. Estaba nerviosa, ansiosa por conocer al padre de Sebastián, esperando que él compartiera el mismo entusiasmo por la propuesta que su hijo. Sabía que él era un hombre exitoso y muy exigente. Eso la mantenía en sozobra . El ama de llaves de la familia abrió la puerta con una sonrisa amable. —Señora Ana, venga, la ayudo— dice la mujer sosteniendo la silla. —Los señores están reunidos en la oficina, pero el señorito Sebastián
— No se preocupe señor Blackwood, no tiene que hacer nada más, solo quiero poder divorciarme de Pablo. Eso basta para mí— Él hace un gesto inconforme. — He investigado a Pablo Worthington y créame, usted necesitará protección si quiere enfrentarse a él. Creo que debo asignarle un equipo de escoltas. Además, seguramente Pablo planea obligarte a volver con él. Sabe que teniéndote , tendrá el control total de todos los beneficios que supondrían para usted trabajar para mí. —Eso suena un poco arrogante señor Blackwood. Conozco a Pablo y si, es ambicioso. Pero no necesito un equipo de protección como usted señala. — Eso dices ahora, Pero estuvo a punto de matarte antes, ¿Que te hace pensar que no lo intentará de nuevo?— Ana respira hondo ante tal posibilidad. —En ese caso pediré a Magda que se encargue de eso. No tiene que hacerlo usted. —Señora Bennet, si trabajaremos juntos puede tomarlo como parte de los beneficios. Además, tendrá que mudarse de casa de su amiga, con su es
El semblante de Pablo se endureció rápidamente.—¿Que hiciste para que te eligiera a tí , Ana?— Preguntó con palabras forzadas. Estaba muy afectado. Sentía que Ana le había robado una gran oportunidad. Apretó su puño y trató de controlar sus emociones. No quería ser acusado de violencia doméstica si se dejaba llevar por su enojo. Pero ya la situación con Ana lo estaba sacando de sus casillas. Le urgía retomar el control sobre ella. —¿Qué hice?— pregunta Ana de vuelta. Entonces hace una negación. — No lo sé. Seguro le gustó el modo en el que lo escribí, solo eso— Él sopló con la boca para aliviar su tensión. Entonces luego de respirar hondo sonrió con desdén. — Bien, se que eres muy inteligente, Ana. Sebastián me aseguró que yo también formaré parte de su equipo— dice con una sonrisa jactansiosa. —¿ En verdad te dijo eso?—Claro. Le dije que tú no podrías llevar a cabo ese proyecto sin mi aprobación. Soy tu tutor. Así que debo estar presente en todo— El corazón de Ana se agita rápi
Un mes más tarde...El médico estaba en casa de Magda, observando a Ana con una sonrisa. Hacía semanas que había cumplido puntualmente con sus terapias y, aunque su corazón latía con fuerza, no podía creer que estaba de pie y sosteniéndose por más tiempo.—Ana, estoy muy orgulloso de ti. ¡Mira cómo caminas! —dijo Fabián, el médico que la ha acompañado en todo este proceso, mientras ella daba sus primeros pasos con el bastón. Ana, emocionada y nerviosa, se apoyó en el bastón y avanzó un paso firme.—Gracias, doctor. No puedo creer que esté de pie de nuevo —respondió, con un nudo en la garganta y sintiendo una oleada de confianza en sí misma. Magda, sentada en el sofá, aplaudió suavemente.—¡Eso es, Ana! ¡Sigue así!Ana sonrió, sintiendo el apoyo de su amiga. Fabián le dio algunas instrucciones y, finalmente, se retiró muy satisfecho. Ana y Magda se miraron, radiantes.—¿Qué piensas hacer ahora? —preguntó Magda, con expresión ansiosa.—Por lo pronto, ir a la empresa. Estoy cansada de trabajar