Cada paso cuenta.

Un mes más tarde...El médico estaba en casa de Magda, observando a Ana con una sonrisa. Hacía semanas que había cumplido puntualmente con sus terapias y, aunque su corazón latía con fuerza, no podía creer que estaba de pie y sosteniéndose por más tiempo.—Ana, estoy muy orgulloso de ti. ¡Mira cómo caminas! —dijo Fabián, el médico que la ha acompañado en todo este proceso, mientras ella daba sus primeros pasos con el bastón. Ana, emocionada y nerviosa, se apoyó en el bastón y avanzó un paso firme.—Gracias, doctor. No puedo creer que esté de pie de nuevo —respondió, con un nudo en la garganta y sintiendo una oleada de confianza en sí misma. Magda, sentada en el sofá, aplaudió suavemente.—¡Eso es, Ana! ¡Sigue así!Ana sonrió, sintiendo el apoyo de su amiga. Fabián le dio algunas instrucciones y, finalmente, se retiró muy satisfecho. Ana y Magda se miraron, radiantes.—¿Qué piensas hacer ahora? —preguntó Magda, con expresión ansiosa.—Por lo pronto, ir a la empresa. Estoy cansada de trabajar
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