Los días siguientes, Ana se esforzó por concentrarse en su trabajo. Dentro de varias semanas sería el cierre del proyecto, y estaba emocionada por el avance. Sin embargo, el detective no había dado noticias, y Ana esperaba que Pablo se hubiera olvidado de todo y hubiera hecho su vida lejos de ella. Pero, por dentro, la rabia la carcomía. Sabía que él debía pagar por sus crímenes. Recientemente había descubierto que había realizado transferencias millonarias a una cuenta extranjera, lo que supuso un duro golpe para la empresa. Ahora, Sebastián le había dicho que había algo nuevo que debía decirle sobre eso, pero prefería hacerlo después del cierre del proyecto, para no opacar ese momento con la revelación sobre los crímenes de Pablo. Así que Ana intentaba no pensar más en eso.Esa mañana, Ana subió al piso de la empresa Blackwood, nerviosa y ansiosa. Se había vestido especialmente para Sebastián, cansada de ocultar lo mucho que le gustaba. Habían pasado cinco días desde el beso, y no
—¿Que haces aquí?... Dijiste que...— Él la calla sellando sus labios con un beso. Un beso romántico, codiciado y apasionado. Ana enreda sus dedos en los cabellos de Sebastián y poco a poco van fundiéndose en un beso más profundo y apasionado. Entonces Ana se separa y le sonríe colgándose de su cuello, para luego tomarlo de la mano y adentrarlo en el apartamento. Ella toma el ramo y lo coloca en un florero con agua. —¿Quieres café o té, agua?— pregunta muy nerviosa. Tiembla de tanta felicidad. Nube se acerca juguetón y Ana lo acaricia para luego volver a Sebastián su atención. — Agua está bien— dice él y ambos van a la cocina. Ella camina con timidez hasta un gabinete y toma un vaso que luego llena de agua de una jarra que sacó del refrigerador. —Crei que vendrías el viernes. — No pude resistirme más a las ganas tan inmensas que tenía de verte— dice tomando el vaso. Ella sonríe dulce. Pero no puede evitar sonrojar. —¿Y como te fué?— pregunta llevando el vaso vacío al lavavajillas
Los días siguientes todo fue mágico entre ambos, Pero debieron mantenerlo en secreto por un tiempo. Ana seguía tensa por lo que pudiera pasar. Los días pasaron con rapidez y el día de la celebración del cierre del proyecto por fin llegó. Ana está frente al espejo observando su silueta con ese vestido rojo que le hace lucir alucinante. Sonríe feliz. Por fin el proyecto había culminado y con éxito. Estaba segura que desde ahora miles de proyectos vendrían para ella y Sebastián. Pensar en un futuro con él la mantenía muy ilusionada. Entonces su teléfono sonó. Es extraño. No espera ninguna llamada. Es un número desconocido. —Si... Diga— Solo oyó una respiración profunda del otro lado. —¿ Si? ¿ Quien es? — Se oyó de nuevo la respiración y la llamada se cortó. Ana se mantuvo un instante frente al espejo con su teléfono en la mano. " ¿ Será Pablo?" Se pregunta. Su corazón se agitó, pero respiró hondo. Tal vez es un bromista que quiere jugarle alguna broma pesada. ...Muy cerca de allí
El discurso de apertura inició. Sebastián da las gracias a los presentes por haber venido. Entonces da la palabra a Ana quien con dispositivos empieza a mostrar imágenes del resultado del proyecto en España y el exito tan rotundo que ha significado para ellos. Todos aplauden efusivamente cuando de pronto Ana mira a un pequeño niño subir a la plataforma. Ella mira a Sebastián con rapidez. —Es Tom... El hijo de Pablo y Sofia— susurra. Sebastián mira entre la multitud y finalmente mira a un hombre con chaqueta negra y anteojos oscuros. —¿ Segura?— pregunta sin quitar la mirada de aquel hombre. Ella asiente muy confundida. —Llevate al niño de aquí Ana , llama a seguridad, rápido— dice. Entonces anuncia que el evento ha terminado. Enseguida baja de la plataforma y con prontitud va en busca del hombre. Finalmente lo encuentra hablando muy entusiasmado con un grupo de empresarios. —Señor Worthington — dice. Él se gira y sonríe pleno. —Vaya, el mismo Sebastián Blackwood— dice y extiende
Ana no podía sacudirse la sensación de ser observada. Las llamadas anónimas habían comenzado semanas atrás, y aunque había intentado ignorarlas, su intuición le decía que algo estaba mal. Una tarde, mientras estaba en su oficina, se acercó Melany, su asistente.—Señora Bennet, los empleados están muy descontentos. Dicen que no aceptarán más aplazamientos en sus sueldos. Están realmente enojados —dijo Melany, con preocupación.Confundida, Ana decidió llamar a su contador y al gerente. Durante la reunión, descubrió que los fondos para la nómina habían sido vaciados hace unas horas.—¿Por qué nadie me informó de esto? —preguntó, sorprendida.—Parecía haber sido una decisión suya. Sinceramente, creí que, dada la situación en la que su ex dejó la empresa, estaba buscando una solución y no se, tal vez buscar duplicar el dinero . No pensé que fuera un problema grave —respondió Martin, el gerente.—Lo es, Martin. No tenía idea de que habían hecho un movimiento tan grande. ¿Quién pudo ser? —de
Es una fría y lluviosa noche en la imponente mansión Worthington. Ana, postrada en su silla de ruedas, observa cómo las gotas de lluvia golpean los cristales de la ventana de su habitación. Es uno de sus pocos pasatiempos favoritos desde que se siente como una prisionera en la mansión. Ella es una mujer de belleza delicada y etérea con un rostro, enmarcado por un hermoso cabello dorado y que posee facciones finas y una mirada serena de ojos color avellana. A pesar de estar confinada a una silla de ruedas, Ana mantiene una postura erguida y una actitud digna. Aunque su constitución es frágil, hay en ella una fortaleza interior que se trasluce a través de su expresión determinada. “Siempre hay espacio para la calma, incluso en los días más oscuros” piensa mirando la lluvia caer, mientras se abraza temblando un poco por el frío que comienza a azotar su piel. Justo en el momento en que Ana suspira sintiéndose tan sola en esa enorme casa y recordando como en las noches de lluvia su madr
El corazón de Ana parece detenerse mientras oye la conversación entre su esposo y Sofía. La mujer en la que tanto confió. No podía creer que fueran capaces de semejante atrocidad. Hasta ese instante estaba segura del amor de Pablo, aunque su situación los había distanciado el último año. Fue desesperante oler como el aroma a whisky teñido de deseo y traición impregnaba el ambiente, pero peor aún fue enterarse de un acto tan abominable como lo era el que su esposo y su mucama estuvieran planeando deshacerse de ella sin remordimientos ni miramientos. Quiso girar la silla e irse pero algo le decía que siguiera escuchando. —Tenias que oírla mi vida, es tan estúpida: “gracias Sofía, no sé que haría sin ti” —ambos sueltan a reír y chocan sus vasos con actitud burlona y descarada. Ana lucha por no dejar salir las lágrimas. —Ahora, retomemos nuestra conversación. ¿Estás segura de que el veneno para los nervios es suficiente? Tengo que asegurarme de que mi estúpida esposa al menos no pued
Sofia entra de nuevo a avisar a Ana que ya la esperan en la mesa. Otra de las criadas le puso un poco de maquillaje y luce hermosa, cosa que incomoda a sofia. — Ah, vaya, parece que le entusiasma esta ocasión señora Ana, digo, se ha puesto maquillaje — dice con expresión desdeñosa , apenas disimulada . Ana sintió una amarga sensación al verla dirigirse a ella con tanta falsedad . Hasta hace poco era su confidente. Casi la consideraba una amiga. Por más mal que su presencia la haga sentir sabe que en su situación es crucial mantener la calma y no dejarse llevar por sus impulsos. Enseguida sonríe forzado. No puede dejarse ver derrotada. Debe fingir lo más que pueda para mantenerse a salvo de estos dos rufianes. —Ah, si, Julie insistió en que necesitaba un poco de color— puede ver la molestia en el rostro de su mucama. Tal vez le preocupa que Pablo la vea asi. Hermosa esta noche, es comprensible que lo cele siendo su amante. —¿ Que sucede Sofia? De pronto se ha puesto pálida. ¿ Le m