Mientras conducía, estaba muy preocupada por la manera en que Sebastián se había comportado conmigo. Pero tal vez tuviera alguna razón de peso para estar tan irritado. —¿Estás triste? —me preguntó Tom, sorprendiéndome. Él nunca me dirigía la palabra. Pero que lo hiciera me hizo sentir enternecida. —No, claro que no, cariño. ¿Por qué lo preguntas? —respondí, tratando de sonar convincente. —Porque cuando saliste de la oficina parecías triste. —No te preocupes, Tom. Es solo que... me duele un poco la barriga. Solo tengo que tomar una pastilla y me sentiré mejor —sonreí, aunque sabía que era un gesto fingido. Él sonrió con timidez. —Quiero comer algo —dijo como en un susurro.. —Bien, iremos por unos deliciosos hot dogs... Oh, espera... —mi teléfono sonó. Era un número desconocido. Atiendo. "¿Señora Ana Bennet?" "Sí, ¿quién habla?" "Soy el comisario Clinton, señora. ¿El niño Tom Worthington está con usted?"" En ese momento, un mal presentimiento me invadió. Tom me miró con sospec
Un mes después.—Señora, la custodia le ha sido negada —dijo la juez. No podía creerlo. Tom me esperaba afuera, en el pasillo, acompañado de Magda, quien había sido un apoyo incondicional para mí.—¿Cómo? No es justo, su señoría. Su madre me otorgó la custodia; era su deseo que Tom viviera conmigo. No puede hacer esto.—Sí puedo, señora Bennet. No puedo otorgarle la custodia. El niño debe vivir con un padre y una madre. ¿Tiene esposo, señora Bennet? Porque los documentos que tengo en mi poder dicen lo contrario.Abrí la boca, sorprendida.—No estoy casada, pero soy una mujer independiente. Tengo dinero, una casa, trabajo. Puedo criar a Tom perfectamente sin la ayuda de un hombre. No sería la primera ni la última mujer que lo hiciera.—Lo siento mucho, señora. El niño quedará en un hogar de cuidado mientras algún pariente cercano reclame su custodia o alguna pareja solicite la adopción.Abrí la boca, enfurecida.—¡Tengo la carta que escribió su madre! Ella quería que fuera yo quien tuv
Es una fría y lluviosa noche en la imponente mansión Worthington. Ana, postrada en su silla de ruedas, observa cómo las gotas de lluvia golpean los cristales de la ventana de su habitación. Es uno de sus pocos pasatiempos favoritos desde que se siente como una prisionera en la mansión. Ella es una mujer de belleza delicada y etérea con un rostro, enmarcado por un hermoso cabello dorado y que posee facciones finas y una mirada serena de ojos color avellana. A pesar de estar confinada a una silla de ruedas, Ana mantiene una postura erguida y una actitud digna. Aunque su constitución es frágil, hay en ella una fortaleza interior que se trasluce a través de su expresión determinada. “Siempre hay espacio para la calma, incluso en los días más oscuros” piensa mirando la lluvia caer, mientras se abraza temblando un poco por el frío que comienza a azotar su piel. Justo en el momento en que Ana suspira sintiéndose tan sola en esa enorme casa y recordando como en las noches de lluvia su madr
El corazón de Ana parece detenerse mientras oye la conversación entre su esposo y Sofía. La mujer en la que tanto confió. No podía creer que fueran capaces de semejante atrocidad. Hasta ese instante estaba segura del amor de Pablo, aunque su situación los había distanciado el último año. Fue desesperante oler como el aroma a whisky teñido de deseo y traición impregnaba el ambiente, pero peor aún fue enterarse de un acto tan abominable como lo era el que su esposo y su mucama estuvieran planeando deshacerse de ella sin remordimientos ni miramientos. Quiso girar la silla e irse pero algo le decía que siguiera escuchando. —Tenias que oírla mi vida, es tan estúpida: “gracias Sofía, no sé que haría sin ti” —ambos sueltan a reír y chocan sus vasos con actitud burlona y descarada. Ana lucha por no dejar salir las lágrimas. —Ahora, retomemos nuestra conversación. ¿Estás segura de que el veneno para los nervios es suficiente? Tengo que asegurarme de que mi estúpida esposa al menos no pued
Sofia entra de nuevo a avisar a Ana que ya la esperan en la mesa. Otra de las criadas le puso un poco de maquillaje y luce hermosa, cosa que incomoda a sofia. — Ah, vaya, parece que le entusiasma esta ocasión señora Ana, digo, se ha puesto maquillaje — dice con expresión desdeñosa , apenas disimulada . Ana sintió una amarga sensación al verla dirigirse a ella con tanta falsedad . Hasta hace poco era su confidente. Casi la consideraba una amiga. Por más mal que su presencia la haga sentir sabe que en su situación es crucial mantener la calma y no dejarse llevar por sus impulsos. Enseguida sonríe forzado. No puede dejarse ver derrotada. Debe fingir lo más que pueda para mantenerse a salvo de estos dos rufianes. —Ah, si, Julie insistió en que necesitaba un poco de color— puede ver la molestia en el rostro de su mucama. Tal vez le preocupa que Pablo la vea asi. Hermosa esta noche, es comprensible que lo cele siendo su amante. —¿ Que sucede Sofia? De pronto se ha puesto pálida. ¿ Le m
Más tarde Ana está de vuelta en su habitación. Poco despué oye risas abajo en el jardín y asomándose por la ventana puede ver una escena escalofriante. Tom , Sofia y Pablo en el jardín, ellos parecen hablar muy entretenidos mientras el pequeño ríe muy divertido en el columpio. Un escalofrío la recorrió, su piel se erizó como la piel de gallina, sus sospechas se hacen cada vez más fuertes. Así que se aleja de la ventana y se va a su cama. Tratará de dormir. Sabe confiada que mientras no otorgue esa firma no intentarán hacerle daño, al menos eso espera. Ya sobre la cama Ana intenta dormir, pero sus pensamientos inquietantes la torturan. "¿Será posible que Pablo la haya estado engañando incluso antes de casarse con ella?" Se pregunta aterrada. Debe averiguarlo y rápido. ...Al otro día Ana entra a la habitación del pequeño. Cuando Sofia la miró entrar ella le dijo que quería cepillar los dientes de quien podría llegar a ser pronto su hijo, y además darle los buenos días. El propósito
Aprovechando que Sofía se apartó para hablar por teléfono, Ana, toma la bolsa con los cepillos de dientes. Su corazón late con fuerza, la tensión en el aire es palpable.—Por favor, guarda muy bien este paquete, Magda —le dice, su voz está temblando ligeramente.—¿Qué es?— pregunta Magda mirando la bolsa, entonces sube la mirada a su amiga. —¿Cómo estás? Es extraño el comportamiento de esa mujer. ¿Por qué no abrió la puerta? ¿Quién se ha creído? —pregunta con respiración agitada, su preocupación es muy evidente.—Ya tendremos tiempo de hablar de eso. Pero esto es la prueba de que Pablo es un imbécil y de que siempre me engañó. Estoy segura —dice Ana, con una determinación que oculta su vulnerabilidad. Magda asiente y guarda los cepillos en su bolso, sintiendo la angustia de su amiga. Sofía se acerca nerviosa, su expresión es tensa.—¿Qué pasa, Sofía? ¿Cómo te has atrevido a desafiarme? Magda es mi amiga. Fue una grosería no abrir la puerta.—Lo siento, señora, es que es una orden d
En su despacho, Pablo da vueltas, furioso. La intromisión de Magda lo consume. Desea estrangularla por haberlo desafiado. Con rabia, arroja una botella de cognac contra la pared, el cristal estalla en mil pedazos. Se lleva las manos a la cabeza, sintiendo una frustración abrumadora."Debo apoderarme de todo rápidamente para acabar con ella. Maldita sea, Ana, ¿por qué tuviste que traer a tu entrometida amiga a mi casa?" piensa, la impotencia está apoderándose de él. Nadie sabe que ha quedado en la ruina y Ana no le permite dirigir el imperio que le dejaron sus padres con total libertad. Aunque el poder que le da ser su esposo es bastante y le da muchísima influencia y autoridad, no se conforma con lo que él mismo llama :" migajas" Así que debe quitarla del camino y recuperar todo el poder y el prestigio que tanto ambiciona....Mientras tanto en el recibidor. —¿Viste su cara? Es obvio que está asustado. Se dio cuenta de que no estás sola, Ana, se siente acorralado —dice Magda, sentánd