En su despacho, Pablo da vueltas, furioso. La intromisión de Magda lo consume. Desea estrangularla por haberlo desafiado. Con rabia, arroja una botella de cognac contra la pared, el cristal estalla en mil pedazos. Se lleva las manos a la cabeza, sintiendo una frustración abrumadora."Debo apoderarme de todo rápidamente para acabar con ella. M*****a sea, Ana, ¿por qué tuviste que traer a tu entrometida amiga a mi casa?" piensa, la impotencia está apoderándose de él. Nadie sabe que ha quedado en la ruina y Ana no le permite dirigir el imperio que le dejaron sus padres con total libertad. Aunque el poder que le da ser su esposo es bastante y le da muchísima influencia y autoridad, no se conforma con lo que él mismo llama :" migajas" Así que debe quitarla del camino y recuperar todo el poder y el prestigio que tanto ambiciona.
... Mientras tanto en el recibidor. —¿Viste su cara? Es obvio que está asustado. Se dio cuenta de que no estás sola, Ana, se siente acorralado —dice Magda, sentándose en el sofá frente a ella. Entonces mira a Sofía, al pie de la escalera, tratando de ocultarse pero es sorprendida por la mirada acusadora de Magda. —¿Es que esa mujer no tiene otra cosa que hacer que espiarte, Ana? —pregunta, la indignación se refleja en su voz. Ana gira la silla, mirando a Sofía, quien, al sentirse descubierta, se acerca con una sonrisa fingida. —Señora, solo quería preguntarle qué le apetece para el almuerzo. Empezaré a prepararlo y... —¡No! De ninguna manera, no hace falta, ya mismo llamo a Cornelio —interrumpe Magda, sacando su celular. Ana y Sofía la miran confundidas. —¿Pero... quién es Cornelio? —pregunta Sofía, insegura. Magda alza una ceja, sonriendo con desdén. —Es mi chef personal. El que uso cuando vengo a Francia. Mi estómago es demasiado delicado y no como a menos que él prepare mis alimentos. ¿Estás de acuerdo, Ana? —pregunta, sorprendiendo a su amiga. Ana asiente, aún confusa.—Pues, es todo. Tómese el día libre —dice Magda, marcando un número. Luego habla un poco y finalmente sonríe amplia.—Estará aquí en unos minutos —anuncia. —Pero el señor no permite que personas desconocidas vengan a su casa y mucho menos que se metan a su cocina —protesta Sofía, indignada, su rostro pálido por el enojo que Magda le provoca. Ana niega con la cabeza. —Los asuntos de la cocina no le competen a mi marido, sino a mí, Sofía. Vaya, aproveche de descansar un poco. Tómese la tarde —Sofía las mira con reproche, uno que intenta disfrazar de sumisión. Asiente y se retira, aunque siempre está cerca, limpiando algún retrato o poniendo agua en alguna planta. Pero no se aleja lo suficiente para dejar que Ana y Magda hablen sobre cómo escapar de esta situación. Al poco rato, Cornelio aparece con sus ayudantes y todo lo necesario para preparar el almuerzo. Después de ubicarlo en la cocina principal, Magda y Ana salen al jardín. Sin pudor, Sofía se mantiene muy cerca. —Pablo se asegura de vigilarme bien, Magda. No será fácil irme. Fíjate, toda su comitiva está regada por todo el jardín —susurra Ana, la preocupación se expresa claramente en su voz. Magda, sin poder evitarlo, se incomoda con Sofía, le molesta que sea tan descarada. —¿No puedes ordenarle que se vaya a otro lugar y nos deje solas? —pregunta, pero Ana mira a Sofía. —No obedece mis órdenes, solo las de Pablo. No se irá aunque finja irse —responde Ana, con un tono de resignación. Magda se levanta, furiosa, lista para echarla cuando un golpe seguido de ruidos ensordecedores proviene de la casa, seguido de gritos desesperados de un niño. Es Tom. Parece que le ha pasado algo. Sofía no puede evitar preocuparse y corre al interior para ver qué sucedió con el niño. Enseguida, Magda abre su bolso y le entrega un documento a Ana. —¿Qué es esto? —Apenas me contaste, investigué al cretino. Anoche mismo mi investigador privado me mandó esto. Ha estado investigando las actividades comerciales de Pablo en los últimos seis meses. La mayoría de ellas están relacionadas con un empresario joven. Parece estar buscando cooperación con este famoso empresario. Mira, estas son sus fotografías . Se llama Sebastián Blackwood. De hecho lo conozco, ha hecho negocios con mi padre, es alguien muy importante e influyente políticamente. Tu marido está buscando consolidarse en el mundo empresarial y político y así asegurarse de tener tanto poder que no importa si vives o mueres; podría dejarte en la calle y nadie podría ayudarte, Ana —Ana abre los ojos como platos, sus manos están temblorosas sosteniendo el papel. —Maldito infeliz —dice, dejando escapar unas lágrimas. —Eso no es todo. Ha empeñado parte de tus propiedades por miles de dólares. Poco a poco te quita el poder, amiga —Magda observa a Ana, limpiando las lágrimas en su rostro con su pulgar. —¿Crees que mi esposo ha logrado reunirse con este hombre? —pregunta Ana, temiendo no poder recuperar nunca sus derechos de gestión de la empresa si Pablo logra aliarse con ese empresario. —No. De hecho, parece ser que Sebastián lo ha rechazado varias veces. Pero Pablo no se da por vencido y sigue enviándole solicitudes para una reunión urgente con él. —Entonces, escribiré mi propia propuesta. Tú me ayudarás a presentarla con ese empresario antes de que Pablo consiga reunirse con él —dice Ana, hay una chispa de determinación iluminando su rostro. Magda sonríe con amplitud. —Esa es mi amiga. Así es querida, tienes que pelear contra ese sinvergüenza. Yo estoy contigo, escribe esa propuesta y se la enviaré de inmediato —Ana sonríe, sintiendo un atisbo de esperanza. Todos los empresarios importantes están del lado de su esposo. La policía está de su lado. Pero ella será quien consiga apoyo en Sebastián Blackwood y logre recuperar todos sus bienes. Se reunirá con ese empresario antes que su marido y será una estocada dolorosa para él. Tal vez sea este hombre quien libere a Ana de su malvado esposo.Días después, Ana y Magda se encontraban en el jardín, susurrando un poco más sobre los próximos pasos de Ana. —Estoy realmente preocupada por ti, Ana —dijo Magda, su voz apenas era un susurro. —No sé cuánto tiempo más podrás vivir así, bajo el control de Pablo. Bajo amenaza de muerte, tenemos que tomar decisiones y no solo esperar que algo bueno pase—Ana miró al suelo, sintiendo cómo la amargura la invadía. Entonces alzó su mirada cristalizada. Mira a su alrededor nerviosa. —Tienes toda la razón en estar preocupada, Si llega a sospechar de mis planes y de que pienso arrebatarle una oportunidad con ese empresario , estoy segura de que podria reaccionar de forma violenta . —Su voz temblaba ligeramente.— ¿Y si llamaras a la policía? Ya te dije la otra vez, debes solicitar protección de tu marido. Oíste una conversación muy perturbadora. ¿Que más prueba que esa?.—Exacto. Será mi palabra contra la suya. Además, ¿De qué serviría? Pablo podría deshacerse de la responsabilidad tan r
Blackwood se reclinó en su silla, sus manos entrelazadas detrás de la cabeza. La luz del sol se filtraba a través de las ventanas de su oficina, iluminando las innumerables propuestas que yacían sobre la mesa para el nuevo resort de lujo que tiene en mente. Sin embargo, sus pensamientos estaban en otro lugar. Los diseños que había recibido eran decepcionantes; carecían de la audacia y el glamour que había imaginado para Eco futuro. Su nuevo proyecto. —¿Eso es todo? —preguntó, su voz sonaba cargada de frustración.—Sí, jefe —respondió su asistente, con una mezcla de nerviosismo y resignación.—Entonces preferiría no desarrollar esa área por el momento —declaró Blackwood con su mirada fija en los planos.—Pero, ¿cómo se lo explicarás a tu padre? —preguntó el asistente, consciente de la presión familiar que pesaba sobre Blackwood. Este alzó la mirada y le dedicó una risa mordaz. —Si no puedo hacer esto, entonces debo conseguir esposa y tener un heredero a cambio del apoyo de la junt
Mientras tanto, en la casa de Pablo, la atmósfera era tensa. Él no había ido a la empresa, prefiriendo quedarse en casa para desayunar y tratar algo que no termina de concretarse. La adopción de Tom. Todos están a la mesa. Ana, observando al niño, sintió una punzada de preocupación. La idea de que lo tuvieran presente para discutir su adopción la inquietaba. Se notaba que era urgente para Pablo que ella decidiera adoptarlo. El pequeño, inocente de todo, solo jugaba con los cubiertos mientras evitaba mirarla. —Ana, ¿cómo te has lleva con el niño estos días? —preguntó Pablo, con voz seria. —Necesito que me digas si estás de acuerdo en adoptarlo. Ya ves que este niño se porta muy bien y casi nunca causa problemas. Es hora de tomar una decisión, Ana— Pero Ana no puede evitar dejar salir su frustración por la presión que le ejerce su marido ante un tema tan delicado. Además, algo más la inquieta. El hecho de que Sofia esté siempre presente le causa mayor enojo. —¿Por qué está ella aq
Ana despertó lentamente, enseguida recordó los sucesos en el comedor del día anterior. Pablo muy enojado no pasó a verla durante todo el día y ella había permanecido el resto de la tarde encerrada en su habitación. Después del evento durante el desayuno Tom no ha querido despegarse de Sofía y eso ha convencido aún más a Ana de que debe darle largas a ese asunto. Está segura de que lo único que buscan esos dos es formar una familia con Tom, con su dinero y con ella bajo tierra. Debe ser muy inteligente y no parecer obstinada sino más bien objetiva. Pero esta mañana nada de eso la atormenta , esta mañana fue muy diferente a las demás . Durante la madrugada, Ana creyó sentir sus piernas , pero ahora que estaba completamente despierta se daba cuenta que no fue un sueño. Estaba sintiendo un leve cosquilleo en ellas. Era una sensación extraña, casi olvidada, que la llenó de esperanza. Ana mordió sus labios con cuidado ante la enorme emoción que estaba sintiendo. "¿ Será posible?” Se
Ana reposa sobre la cama , aún ideando la manera de desviar de Pablo la atención sobre su movilidad en las piernas. Si llega a sospechar no podrá seguir evadiendo el veneno. Está segura de que la obligarán a comer y no la dejaran sola ni un segundo. De pronto la puerta se abre y Sofia forzando una sonrisa entra sin pedir permiso. —¿ Por qué entra así , Sofia? Pudo tocar antes. —Perdone señora. Es que estaba muy preocupada. Me dijo Julia que la encontró en el piso. Nunca antes había sucedido algo así. ¿ Será que está empezando a tener fuerzas en sus piernas? … Eso sería… Genial — dice con un gesto de falsa sonrisa. Ana respira hondo. Le advirtió a Julia que no dijera nada pero descaradamente la ha desobedecido. Entonces hace una negación. —¿ Cómo crees , Sofia? Que más quisiera yo. Pero estas piernas están inertes, pareciera que no fueran mías. No puedo sentirlas por más que intento — finge tristeza cuando lo que está es angustiada. Sofia sonríe y se acerca más.—Le he traído
De pronto, el silencio de la casa se rompió por un estruendo proveniente del segundo piso, seguido de un llanto desgarrador. Pablo y Sofía se detuvieron en seco, el bate que había levantado Pablo para golpear las piernas de Ana descendió lentamente. La tensión en el aire era palpable, y sus miradas se encontraron, llenas de frustración y miedo.—¿Qué demonios fue eso? —preguntó Pablo, con voz baja pero intensa, mientras su ceño se fruncía. La ira y la preocupación se entrelazaban en su expresión.—No lo sé, pero suena como si Tom estuviera en problemas —respondió Sofía, con un tono lleno de ansiedad. —¿Crees que nos haya visto?— preguntó Pablo en un susurro. Sofía hace una negación y tras oír más gritos del niño corre hasta afuera. El niño había estado inquieto desde que habían decidido llevarlo a la mansión, y ahora su llanto resonaba como un eco de sus propias inseguridades. Pablo soltó el bate, que cayó al suelo con un golpe sordo. Sofía corrió hacia la escalera, mientras Pab
Amanece y Ana despierta sobresaltada cuando Julia entra. —Por favor Julia, ayúdame a darme un baño. Bajaré al jardín. Julia la ayuda a vestir luego del baño y finalmente sale de la habitación hasta el ascensor. Tuvo muchas pesadillas durante la noche y ahora más que nunca teme por su vida. Pero tiene una estrategia que le ayudará a escapar este mismo día. —Por cierto señora. ¿Supo lo que pasó anoche con el pequeño Tom?— pregunta julia con su característica actitud entrometida, mientras la acompaña en el ascensor. Ana sabe que es momento de empezar a fingir. —No. ¿Que pasó con Tom? ¿Él está bien? Anoche dormí profundamente—Ana siente que su cabeza da vueltas. Aún los efectos del somnífero venenoso que le fue puesto Ayer en su comida hace efecto en su organismo. Su estómago duele y no siente para nada sus piernas.—Según dicen andaba de curioso por el pasillo y miró un fantasma. —¿Un fantasma? — pregunta Ana tras una risa burlona. “Tan vieja y creyendo en fantasmas” piensa.
Poco después. —¿ Que te pasa? ¿Ya olvidaste nuestros planes? No te estarás arrepintiendo, Sofía— pregunta Pablo. —Te estamos esperando abajo y tú solo te demoras a propósito. Tuve que subir a buscarte como si fuera un criado. No quiero que Ana se arrepienta por hacerla esperar tanto . Vamos— dice autoritario y se da la vuelta para bajar las escaleras y volver con Ana. —No quiero hacerlo — La oye pronunciar detrás de si. Enseguida se voltea. —¿Que rayos estás diciendo? ¿Cómo que no quieres?— Se acerca demasiado mientras Tom espera sentado en la cama. —¿Me vas a decir que pasa, Sofía?— susurra. —No quiero. No puedo hacerlo. —¿Por qué? Ya habíamos hablado mucho de esto. Siempre estuviste de acuerdo. —No se Pablo. No es fácil y …—Mira Sofía, ya está echo. Solo falta su firma. No tienes manera de evitarlo. ¿Entiendes?— Ella lo mira con recelo. —Si puedo. Es mi hijo — Él suelta aire ofuscado. —Apenas adopte a Tom nos podremos deshacer de ella, lo pondrá en el testamento y