Aunque le costó dormir esa noche, atormentada por los pensamientos sobre Sebastián y esa mujer en la empresa, finalmente logró conciliar el sueño. Al amanecer, Ana se despertó envuelta en el aroma envolvente del café recién hecho, que se filtraba por cada rincón de la casa como un abrazo cálido, invitándola a comenzar el día. Ana estira sus brazos y se sienta al filo de la cama. Pone sus pies en la alfombra y enseguida su mente volvió a la persona que últimamente no salía de su cabeza, pero decidió sacudir esos pensamientos y enfocarse en lo que realmente importaba. Se levantó con una resolución firme. Durante la noche recibió una llamada del agente inmobiliario. El documento de compra-venta estaba listo, y esa tarde, los futuros dueños de la mansión Worthington se reunirían con ella. Pero antes, había algo más que debía hacer: enfrentarse a Sofía y preguntarle si estaba dispuesta a declarar en contra de Pablo....Despues de darse un baño y vestirse para salir, desayunó en soleda
Pablo llegó a la empresa días después de perder la mansión. Su vida se había sumido en el alcohol, y la incertidumbre sobre el paradero de Sofía lo atormentaba, llevándolo a ahogarse en botellas para olvidar su desgracia. Sin embargo, finalmente reunió el valor necesario y decidió presentarse en la empresa. La rabia burbujeaba en su interior, y comenzó a trazar un plan magistral: vendería todas las acciones de la empresa y dejaría a Ana sin nada. Aún podía hacer uso de los bienes de Ana; seguía siendo su esposo y ella le había otorgado un poder notarial. Así que se vistió con su habitual elegancia y, tras hablar con su abogado, se dirigió a la empresa. Su intención era reunir a todo el equipo directivo y poner sobre la mesa todos los activos, a disposición del mejor postor. Con el dinero que obtuviera, planeaba abandonar el país y comenzar de nuevo. No se arriesgaría a que Ana lo llevara a la cárcel. Al llegar, se dirigió a su oficina y avisó a Ginger que reuniera a todo el directi
Ana salió enojada del juzgado, Sofía no sé presentó. Solo le dejó un mensaje diciéndole que Pablo era el padre de su hijo y no declararía en su contra. El juez desestimó el caso. No habían suficientes argumentos en contra de Pablo. Aunque fue una desestimación sin prejuicio y Ana puede volver a demandar más adelante , por ahora no tiene algo que sea lo suficientemente grande como para encerrar a Pablo en la cárcel. ...Los días pasan y Ana no sabe nada de ellos. Entonces decide dejar todo en manos de un detective privado y continuar con su vida lo mejor que puede. Aunque siempre la sombra de su pasado con Pablo es una amenaza que se cierne sobre ella. ...Una mañana en la oficina.—Ana, esta noche hay una cena en mi casa con los ejecutivos para finiquitar los últimos detalles del proyecto, te avisé Pero por algún motivo no contestas mis mensajes últimamente— dice Sebastián cuando ella entra a dejarle unos documentos en los que estuvo trabajando. —Disculpa, este asunto con Pablo
Los días siguientes, Ana se esforzó por concentrarse en su trabajo. Dentro de varias semanas sería el cierre del proyecto, y estaba emocionada por el avance. Sin embargo, el detective no había dado noticias, y Ana esperaba que Pablo se hubiera olvidado de todo y hubiera hecho su vida lejos de ella. Pero, por dentro, la rabia la carcomía. Sabía que él debía pagar por sus crímenes. Recientemente había descubierto que había realizado transferencias millonarias a una cuenta extranjera, lo que supuso un duro golpe para la empresa. Ahora, Sebastián le había dicho que había algo nuevo que debía decirle sobre eso, pero prefería hacerlo después del cierre del proyecto, para no opacar ese momento con la revelación sobre los crímenes de Pablo. Así que Ana intentaba no pensar más en eso.Esa mañana, Ana subió al piso de la empresa Blackwood, nerviosa y ansiosa. Se había vestido especialmente para Sebastián, cansada de ocultar lo mucho que le gustaba. Habían pasado cinco días desde el beso, y no
—¿Que haces aquí?... Dijiste que...— Él la calla sellando sus labios con un beso. Un beso romántico, codiciado y apasionado. Ana enreda sus dedos en los cabellos de Sebastián y poco a poco van fundiéndose en un beso más profundo y apasionado. Entonces Ana se separa y le sonríe colgándose de su cuello, para luego tomarlo de la mano y adentrarlo en el apartamento. Ella toma el ramo y lo coloca en un florero con agua. —¿Quieres café o té, agua?— pregunta muy nerviosa. Tiembla de tanta felicidad. Nube se acerca juguetón y Ana lo acaricia para luego volver a Sebastián su atención. — Agua está bien— dice él y ambos van a la cocina. Ella camina con timidez hasta un gabinete y toma un vaso que luego llena de agua de una jarra que sacó del refrigerador. —Crei que vendrías el viernes. — No pude resistirme más a las ganas tan inmensas que tenía de verte— dice tomando el vaso. Ella sonríe dulce. Pero no puede evitar sonrojar. —¿Y como te fué?— pregunta llevando el vaso vacío al lavavajillas
Los días siguientes todo fue mágico entre ambos, Pero debieron mantenerlo en secreto por un tiempo. Ana seguía tensa por lo que pudiera pasar. Los días pasaron con rapidez y el día de la celebración del cierre del proyecto por fin llegó. Ana está frente al espejo observando su silueta con ese vestido rojo que le hace lucir alucinante. Sonríe feliz. Por fin el proyecto había culminado y con éxito. Estaba segura que desde ahora miles de proyectos vendrían para ella y Sebastián. Pensar en un futuro con él la mantenía muy ilusionada. Entonces su teléfono sonó. Es extraño. No espera ninguna llamada. Es un número desconocido. —Si... Diga— Solo oyó una respiración profunda del otro lado. —¿ Si? ¿ Quien es? — Se oyó de nuevo la respiración y la llamada se cortó. Ana se mantuvo un instante frente al espejo con su teléfono en la mano. " ¿ Será Pablo?" Se pregunta. Su corazón se agitó, pero respiró hondo. Tal vez es un bromista que quiere jugarle alguna broma pesada. ...Muy cerca de allí
El discurso de apertura inició. Sebastián da las gracias a los presentes por haber venido. Entonces da la palabra a Ana quien con dispositivos empieza a mostrar imágenes del resultado del proyecto en España y el exito tan rotundo que ha significado para ellos. Todos aplauden efusivamente cuando de pronto Ana mira a un pequeño niño subir a la plataforma. Ella mira a Sebastián con rapidez. —Es Tom... El hijo de Pablo y Sofia— susurra. Sebastián mira entre la multitud y finalmente mira a un hombre con chaqueta negra y anteojos oscuros. —¿ Segura?— pregunta sin quitar la mirada de aquel hombre. Ella asiente muy confundida. —Llevate al niño de aquí Ana , llama a seguridad, rápido— dice. Entonces anuncia que el evento ha terminado. Enseguida baja de la plataforma y con prontitud va en busca del hombre. Finalmente lo encuentra hablando muy entusiasmado con un grupo de empresarios. —Señor Worthington — dice. Él se gira y sonríe pleno. —Vaya, el mismo Sebastián Blackwood— dice y extiende
Ana no podía sacudirse la sensación de ser observada. Las llamadas anónimas habían comenzado semanas atrás, y aunque había intentado ignorarlas, su intuición le decía que algo estaba mal. Una tarde, mientras estaba en su oficina, se acercó Melany, su asistente.—Señora Bennet, los empleados están muy descontentos. Dicen que no aceptarán más aplazamientos en sus sueldos. Están realmente enojados —dijo Melany, con preocupación.Confundida, Ana decidió llamar a su contador y al gerente. Durante la reunión, descubrió que los fondos para la nómina habían sido vaciados hace unas horas.—¿Por qué nadie me informó de esto? —preguntó, sorprendida.—Parecía haber sido una decisión suya. Sinceramente, creí que, dada la situación en la que su ex dejó la empresa, estaba buscando una solución y no se, tal vez buscar duplicar el dinero . No pensé que fuera un problema grave —respondió Martin, el gerente.—Lo es, Martin. No tenía idea de que habían hecho un movimiento tan grande. ¿Quién pudo ser? —de