Esa misma noche , Ana, en su silla de ruedas, entró al salón privado del restaurante donde la esperaba Sebastián. . El sonido de las ruedas resuenan en el suelo de mármol mientras se acerca llena de temores y con nerviosismo . La luz de las lámparas iluminan su rostro pálido pero decidido. A pesar de su situación, su mirada destila una mezcla de determinación y vulnerabilidad. Allí , frente a ella está Sebastián Blackwood. Ella respira hondo intentando mostrarse segura. Durante un instante Ana se quedó a mitad de la sala observándolo con una sensación de alivio. Por fin, estaba frente a ella el hombre que podría ser la solución a sus males. Él le indicó con la mano que continuara. Ella asintió decidida y tratando de mantener una postura erguida.—Buenas noches señor Blackwood... Señor— Saluda a ambos. Blackwood le presenta a su asistente quien se levanta con cortesía y toma su mano con amabilidad. Un silencio incómodo los invade después. El mesero sirve la cena y llena sus copas d
Ana no quiso seguir hablando con Sebastián y le pidió al chófer que viniera por ella. Estaba muy afectada y no sabía que pensar ni esperar de Sebastián. No deseaba mostrarse vulnerable ante él. Necesitaba saber si él era digno de su confianza. Sin embargo Sebastián se aseguró de que ella se comprometiera a ir a su casa al otro día. la invita a una cena con su padre para hablar más de los planes de expansión y para que su padre pudiera conocerla. Al otro día... Ana bajó frente a la imponente mansión Blackwood. El chófer se retiró, prometiendo regresar más tarde. Estaba nerviosa, ansiosa por conocer al padre de Sebastián, esperando que él compartiera el mismo entusiasmo por la propuesta que su hijo. Sabía que él era un hombre exitoso y muy exigente. Eso la mantenía en sozobra . El ama de llaves de la familia abrió la puerta con una sonrisa amable. —Señora Ana, venga, la ayudo— dice la mujer sosteniendo la silla. —Los señores están reunidos en la oficina, pero el señorito Sebastián
— No se preocupe señor Blackwood, no tiene que hacer nada más, solo quiero poder divorciarme de Pablo. Eso basta para mí— Él hace un gesto inconforme. — He investigado a Pablo Worthington y créame, usted necesitará protección si quiere enfrentarse a él. Creo que debo asignarle un equipo de escoltas. Además, seguramente Pablo planea obligarte a volver con él. Sabe que teniéndote , tendrá el control total de todos los beneficios que supondrían para usted trabajar para mí. —Eso suena un poco arrogante señor Blackwood. Conozco a Pablo y si, es ambicioso. Pero no necesito un equipo de protección como usted señala. — Eso dices ahora, Pero estuvo a punto de matarte antes, ¿Que te hace pensar que no lo intentará de nuevo?— Ana respira hondo ante tal posibilidad. —En ese caso pediré a Magda que se encargue de eso. No tiene que hacerlo usted. —Señora Bennet, si trabajaremos juntos puede tomarlo como parte de los beneficios. Además, tendrá que mudarse de casa de su amiga, con su es
El semblante de Pablo se endureció rápidamente.—¿Que hiciste para que te eligiera a tí , Ana?— Preguntó con palabras forzadas. Estaba muy afectado. Sentía que Ana le había robado una gran oportunidad. Apretó su puño y trató de controlar sus emociones. No quería ser acusado de violencia doméstica si se dejaba llevar por su enojo. Pero ya la situación con Ana lo estaba sacando de sus casillas. Le urgía retomar el control sobre ella. —¿Qué hice?— pregunta Ana de vuelta. Entonces hace una negación. — No lo sé. Seguro le gustó el modo en el que lo escribí, solo eso— Él sopló con la boca para aliviar su tensión. Entonces luego de respirar hondo sonrió con desdén. — Bien, se que eres muy inteligente, Ana. Sebastián me aseguró que yo también formaré parte de su equipo— dice con una sonrisa jactansiosa. —¿ En verdad te dijo eso?—Claro. Le dije que tú no podrías llevar a cabo ese proyecto sin mi aprobación. Soy tu tutor. Así que debo estar presente en todo— El corazón de Ana se agita rápi
Un mes más tarde...El médico estaba en casa de Magda, observando a Ana con una sonrisa. Hacía semanas que había cumplido puntualmente con sus terapias y, aunque su corazón latía con fuerza, no podía creer que estaba de pie y sosteniéndose por más tiempo.—Ana, estoy muy orgulloso de ti. ¡Mira cómo caminas! —dijo Fabián, el médico que la ha acompañado en todo este proceso, mientras ella daba sus primeros pasos con el bastón. Ana, emocionada y nerviosa, se apoyó en el bastón y avanzó un paso firme.—Gracias, doctor. No puedo creer que esté de pie de nuevo —respondió, con un nudo en la garganta y sintiendo una oleada de confianza en sí misma. Magda, sentada en el sofá, aplaudió suavemente.—¡Eso es, Ana! ¡Sigue así!Ana sonrió, sintiendo el apoyo de su amiga. Fabián le dio algunas instrucciones y, finalmente, se retiró muy satisfecho. Ana y Magda se miraron, radiantes.—¿Qué piensas hacer ahora? —preguntó Magda, con expresión ansiosa.—Por lo pronto, ir a la empresa. Estoy cansada de trabajar
"Clara, por favor, pídele a Martínez que venga al aeropuerto por mí. Llego en un par de horas," dice Sebastián antes de abordar el avión desde Italia con destino a París."Claro, señor Blackwood. Enseguida. Me alegra que regrese; la oficina no es la misma sin usted," responde Clara, esbozando una breve sonrisa."Gracias, Clara. Espero que las cosas hayan marchado bien en mi ausencia"."Todo muy bien, señor. Su padre está de muy buen humor. No ha habido nada que deba comentarle"."Excelente. Por favor, no le digas a nadie que llegaré hoy"."Cuente con eso, señor. Ah, a propósito, Ana vino hoy. Está en su oficina y la veo muy entusiasmada. ¿No es una buena noticia?" Sebastián sintió una leve emoción al escuchar ese nombre. La noticia de que Ana ya puede caminar le provoca una felicidad inesperada que lo sorprende."Gracias, Clara. Sí, por supuesto, es una buena noticia. Ahora debo colgar. No le quito más tiempo . Por favor, siga trabajando", dice, esforzándose por mantener una postura n
Ana llegó a casa, sintiendo el peso de la tarde en sus hombros. Magda la recibió con una taza de café humeante y la hizo sentarse en el sofá. Luego de preguntarle cómo le fue y oir un poco sobre lo feliz que pudo sentirse en la oficina se decidió a contarle sus pasos los últimos días. —Tengo mucho que contarte —dijo. Su voz se siente llena de emoción.Ana, intrigada, se acomodó junto a ella. —Dime, ¿qué es tan importante que parece que te mueres por revelarme? ¿Es sobre Pablo y Sofía?— pregunta y prueba el café. Está exhausta. Magda sonrió con satisfacción. —Sí, por supuesto. Te dije que Iba a investigar.—Lo Supuse... Entonces, por favor, háblame. ¿Qué es lo que has descubierto?—Desde hace semanas estoy en contacto con Ginger.—Mmm... Y ¿Quién es Ginger? —preguntó Ana, frunciendo el ceño.—Ginger es nada más y nada menos que la nueva amante de Pablo. Fui a la empresa y fingí buscar empleo. Fue muy fácil.—¿Es la misma que vimos hace semanas en su auto? —Ana se muestra sorprendid
Ana ya está vestida y se mira al espejo con una mezcla de nerviosismo y emoción. Al cerrar el broche de su gargantilla, se vuelve hacia su amiga y sonríe. — Estás radiante. Tu look es perfecto: profesional, elegante y con un toque juvenil.— Gracias. No exageré ¿ Cierto?— pregunta con semblante preocupado.—¿Exagerar ? ¡No señorita! Este definitivamente es el look adecuado. Además ¿Quién dijo que sería una aburrida cena de negocios con tu maldito jefe calvo y con carácter exasperante? Claro que no, seguramente Sebastián te llevará al mejor restaurante de París. Y tú estarás allí bella y radiante sentada frente a un hombre muy guapo y galante y lo menos que hablarán es de números y ecuaciones y...— Ana le da un golpecito divertido en su costado y sigue hasta el recibidor. —Ya, no seas exagerada. ¿Estás segura de que no te equivocaste de profesión? Debiste ser escritora de novelas , vives en un mundo de fantasía, definitivamente — dice y ambas sueltan a reír divertidas. Ana se sienta