Esa noche, al llegar a casa, encontró a Sofía cuidando a Tom en la sala. El pequeño jugaba sobre la alfombra, muy entretenido. Pablo acarició su cabello y le pidió que subiera a su habitación. El niño no obedeció de inmediato sino que siguió jugando con ese tranvía nuevo. Pablo hizo caso omiso. Tenía cosas más importantes en las que pensar. El ambiente se sentía tenso. Sofía lo miró e hizo una negación. Sabía que algo había salido mal. Lo conocía perfectamente . Pablo se dejó caer en el sofá, sintiendo el peso de la derrota. —Sirve un trago para mí, ¿ Es que la servidumbre acaso se fue de vacaciones?— preguntó con molestia. Sofía lo miró con preocupación.—Ya te sirvo algo, pero ¿ Por qué traes esa cara de angustia? ¿La negociación no fue buena? ¿ Acaso ese señor no hizo un trato contigo?—preguntó inquieta . —¡Este bastardo arrogante!— exclamó Pablo, su frustración comenzaba a brotar de su ser. Se levantó y fue por el trago y se sentó de nuevo con su mirada clavada en el vaso. —D
La puerta de la habitación se abre y Ana siente un alivio inmediato al ver a Magda entrar. La ansiedad la había estado consumiendo, sintiéndose a merced de Pablo. Su respiración se entrecorta, y está a punto de gritar por la tensión acumulada.—¡Amiga!— exclamó Magda, con una mezcla de preocupación y prisa. —Perdóname, intenté llegar a tiempo, pero el tráfico fue un desastre. ¿Cómo te sientes? Lamento que Sebastián se haya marchado—dijo dejando escapar un bufido de frustración. "Qué odioso", pensó, recordando cómo le había revelado a Sebastián que Ana fue quien hizo la propuesta que tanto le había gustado.—Mal. ¿Cómo quieres que esté, Magda? Todo mi cuerpo duele y, además, Pablo vino. No tardará en regresar. Tengo miedo. Con su poder, me va a sacar de aquí y me encerrará de nuevo. Te lo juro, ni siquiera tú podrás verme nunca más—El rostro de Magda se tornó serio, sus ojos reflejando el terror que sentía por su amiga. —Entiendo que estés asustada. Pero, ¿por qué dejaste ir a Sebast
Sebastián sonríe con desdén, el eco de su reunión con Pablo resuena en su mente como un susurro asfixiante. Ahora más que nunca está convencido de que Ana es la elegida para llevar a cabo el proyecto. Aunque Pablo quiso mostrarle muchas razones para elegirlo a él y no a Ana. Esa idea le desagrada profundamente. Dispuesto a conciliar el sueño toma un libro del estante, las páginas en blanco parecen burlarse de su intento de desconectar. Mañana, entre tantas cosas, debe contactar a Ana, desentrañar más sobre la propuesta que le envió. Cuando tenga un cuadro más completo se lo mostrará a su padre. Está seguro que le gustará tanto como a él De repente, la puerta se abre de golpe, y su padre irrumpe en la habitación como un huracán, lanzando reproches.—O te casas o te olvidas de la presidencia para siempre —dice, su voz grave retumba en las paredes. Sebastián cierra el libro con un gesto brusco, la frustración burbujea en su interior. Pero intenta no perder la calma. —Lo haré, papá. N
Las horas se fueron de prisa y Sebastián llega al restaurante que le señaló su padre, era imposible seguir negandose. Su padre lo llamó varias veces para insistirle.Al bajar del auto, Sebastián se dirige a la entrada con pasos firmes, aunque un nudo de ansiedad se forma en su estómago. Un maître de porte impecable lo intercepta con un gesto cortés y le informa que una señorita lo está esperando. Él suspira, resignado, y sigue al hombre, sintiendo la presión de haber pospuesto una junta importante para estar allí. Desearía estar absorto en sus negocios, en lugar de cumplir con las expectativas de otros.A medida que se acerca, sus ojos se posan en la joven que lo espera. Su figura, elegante y sofisticada, destaca entre la multitud. Lleva un vestido de diseñador que parece abrazar su silueta con gracia, y en su muñeca brilla una pulsera de oro adornada con pequeñas piedras preciosas que capturan la luz de manera hipnótica. Sebastián siente un impulso abrumador de salir corriendo, dese
Es una fría y lluviosa noche en la imponente mansión Worthington. Ana, postrada en su silla de ruedas, observa cómo las gotas de lluvia golpean los cristales de la ventana de su habitación. Es uno de sus pocos pasatiempos favoritos desde que se siente como una prisionera en la mansión. Ella es una mujer de belleza delicada y etérea con un rostro, enmarcado por un hermoso cabello dorado y que posee facciones finas y una mirada serena de ojos color avellana. A pesar de estar confinada a una silla de ruedas, Ana mantiene una postura erguida y una actitud digna. Aunque su constitución es frágil, hay en ella una fortaleza interior que se trasluce a través de su expresión determinada. “Siempre hay espacio para la calma, incluso en los días más oscuros” piensa mirando la lluvia caer, mientras se abraza temblando un poco por el frío que comienza a azotar su piel. Justo en el momento en que Ana suspira sintiéndose tan sola en esa enorme casa y recordando como en las noches de lluvia su madr
El corazón de Ana parece detenerse mientras oye la conversación entre su esposo y Sofía. La mujer en la que tanto confió. No podía creer que fueran capaces de semejante atrocidad. Hasta ese instante estaba segura del amor de Pablo, aunque su situación los había distanciado el último año. Fue desesperante oler como el aroma a whisky teñido de deseo y traición impregnaba el ambiente, pero peor aún fue enterarse de un acto tan abominable como lo era el que su esposo y su mucama estuvieran planeando deshacerse de ella sin remordimientos ni miramientos. Quiso girar la silla e irse pero algo le decía que siguiera escuchando. —Tenias que oírla mi vida, es tan estúpida: “gracias Sofía, no sé que haría sin ti” —ambos sueltan a reír y chocan sus vasos con actitud burlona y descarada. Ana lucha por no dejar salir las lágrimas. —Ahora, retomemos nuestra conversación. ¿Estás segura de que el veneno para los nervios es suficiente? Tengo que asegurarme de que mi estúpida esposa al menos no pued
Sofia entra de nuevo a avisar a Ana que ya la esperan en la mesa. Otra de las criadas le puso un poco de maquillaje y luce hermosa, cosa que incomoda a sofia. — Ah, vaya, parece que le entusiasma esta ocasión señora Ana, digo, se ha puesto maquillaje — dice con expresión desdeñosa , apenas disimulada . Ana sintió una amarga sensación al verla dirigirse a ella con tanta falsedad . Hasta hace poco era su confidente. Casi la consideraba una amiga. Por más mal que su presencia la haga sentir sabe que en su situación es crucial mantener la calma y no dejarse llevar por sus impulsos. Enseguida sonríe forzado. No puede dejarse ver derrotada. Debe fingir lo más que pueda para mantenerse a salvo de estos dos rufianes. —Ah, si, Julie insistió en que necesitaba un poco de color— puede ver la molestia en el rostro de su mucama. Tal vez le preocupa que Pablo la vea asi. Hermosa esta noche, es comprensible que lo cele siendo su amante. —¿ Que sucede Sofia? De pronto se ha puesto pálida. ¿ Le m
Más tarde Ana está de vuelta en su habitación. Poco despué oye risas abajo en el jardín y asomándose por la ventana puede ver una escena escalofriante. Tom , Sofia y Pablo en el jardín, ellos parecen hablar muy entretenidos mientras el pequeño ríe muy divertido en el columpio. Un escalofrío la recorrió, su piel se erizó como la piel de gallina, sus sospechas se hacen cada vez más fuertes. Así que se aleja de la ventana y se va a su cama. Tratará de dormir. Sabe confiada que mientras no otorgue esa firma no intentarán hacerle daño, al menos eso espera. Ya sobre la cama Ana intenta dormir, pero sus pensamientos inquietantes la torturan. "¿Será posible que Pablo la haya estado engañando incluso antes de casarse con ella?" Se pregunta aterrada. Debe averiguarlo y rápido. ...Al otro día Ana entra a la habitación del pequeño. Cuando Sofia la miró entrar ella le dijo que quería cepillar los dientes de quien podría llegar a ser pronto su hijo, y además darle los buenos días. El propósito