En una espiral vertiginosa, los pensamientos de Libi, luego de congelarse, se arremolinaron. Aturdida, regresó al salón. "Por favor, sácame de aquí", le pidió a Lucy. La rubia, entre furiosa y consternada se la llevó, con la terrible sospecha de que tendría que volver para matar a alguien. Libi no fue capaz de decir palabra de camino a casa de Lucy, sus lágrimas silenciosas caían igual que entonces, con idéntico dolor en su corazón. Tanto había andado desde aquella fatídica noche para acabar llegando donde mismo, era una burla del destino. Ojalá y pudiera arrancarse el corazón para ya no volver a amar jamás. Aferrando una taza de té en la cama de la habitación de invitados, Libi logró mantener las manos quietas, no paraban de temblarle. Toda ella era un amasijo tembloroso de nervios crispados, cercenados sin piedad. —Ay Libi, ¿los viste besándose? —No, Lucy... Él... El amor de su vida, el hombre que la había hecho vivir de nuevo y con quien había construido una familia...
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