—¿Cambió tu opinión sobre el auto?Irum leía en la sala, junto a la chimenea. Libi se sentó en el sillón frente a él, a buena distancia. —El tapiz de los asientos está muy bonito y no hace ruidos raros... Gracias, Irum. —La próxima vez iremos juntos y escogerás uno a tu gusto, un todo terreno para que me lleves a pasear cuando salgamos de vacaciones, ya que te gusta tanto conducir. Libi asintió, sin dejar de mirarse las manos, que no dejaban de sudarle. Se las secó en el vestido y fue a sentarse junto a Irum. Cuanto antes se lo contara, mejor.—Irum, tenemos que hablar de algo muy importante. Él dejó a un lado su libro y le prestó atención. Los ojos de Libi, hinchados por el llanto, le indicaron que el momento de la verdad había llegado. —¿Vas a confesarme con cuántos amigos de Lucy follaste?La mueca de repulsión de Libi lo hizo reír. —No es gracioso bromear con eso, ¿cierto? Espero que no lo olvides, cariño, porque a mí tampoco me divierte que alardees con ser una promiscua y
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