Simone.Sus besos recorren mi cuello, la dulzura agasaja la piel como el complemento necesitado. Las manos grandes aferradas a mis caderas, el vaivén constante de su pelvis contra la mía, sus gruñidos encierran mi nombre; es la gloria, es el éxtasis, es Edmond haciendo que toque al cielo... envueltos en sábanas con aroma a jazmines. Despierto sobresaltada, el sol ha salido, y aún sigo en la cama. Mi cuerpo está desnudo, recuerdos de la noche anterior hacen arder mi rostro, me entregué a él como nunca antes; vencí el miedo, le regalé toda la confianza, y no puedo negar lo bien que se siente. Él está en mí, en mi piel, en mi mente, en mis sueños. Di el paso necesario para arreglar lo nuestro, él lo dijo anoche, lo escuché antes de quedar dormida, susurró que me amaba. Ese recuerdo me da la energía para salir de la cama, con la sonrisa incrustada en los labios. Llamo a Richard, mi padre pasó bien la noche, es un alivio, pronto le darán el alta. Prometo visitarlo en cuanto pueda. Me apre
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