Cuando conocí al majestuoso empresario culinario, Loyd Beckham, en medio de un baile organizado para las personas de alta categoría, me sentía como en un cuento de hadas, como si fuera cenicienta que acababa de encontrar a su príncipe azul. Y era cierto, acababa de encontrar a un hombre que me flechó a primera vista, pero, habría querido saber la mala persona que era antes de involucrarme tanto con él.Sin embargo, nunca elegimos de quien enamorarnos.Desde esa primera noche, cuando el reloj marcó las doce en punto, me confesó que cayó rendido a mis pies desde el primer momento en que me vio y yo no pude negarle un beso, porque me sentía de la misma manera. Nuestra relación avanzó de la forma más rápida, y en unos cuantos días, ya me había llevado a su trabajo y me convirtió en su secretaria. Acepté, pensando que eso iba a hacernos más cercanos.Me equivoqué.Lo único que hizo fue tratarme como su secretaria y como una tonta, permanecí a su lado durante más de tres años esperando a qu
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