Cuando conocí al majestuoso empresario culinario, Loyd Beckham, en medio de un baile organizado para las personas de alta categoría, me sentía como en un cuento de hadas, como si fuera cenicienta que acababa de encontrar a su príncipe azul. Y era cierto, acababa de encontrar a un hombre que me flechó a primera vista, pero, habría querido saber la mala persona que era antes de involucrarme tanto con él.
Sin embargo, nunca elegimos de quien enamorarnos. Desde esa primera noche, cuando el reloj marcó las doce en punto, me confesó que cayó rendido a mis pies desde el primer momento en que me vio y yo no pude negarle un beso, porque me sentía de la misma manera. Nuestra relación avanzó de la forma más rápida, y en unos cuantos días, ya me había llevado a su trabajo y me convirtió en su secretaria. Acepté, pensando que eso iba a hacernos más cercanos. Me equivoqué. Lo único que hizo fue tratarme como su secretaria y como una tonta, permanecí a su lado durante más de tres años esperando a que volteara a verme una vez más con en aquella noche que nuestros ojos brillaron al ver al otro. Aguanté que varias chicas vinieran a visitarlo a hacer Dios sabe qué cosas, aproximadamente solían ser dos o tres mujeres al día, soporté malos tratos de su parte cuando me gritaba por hacer algo mal o porque resultaba imposible mover algo de su agenda. Estuve años bajo su sombra, esperando a que se enamorara de mí, y cuando se iban a cumplir cuatro años desde que me convertí en su secretaria...Me invitó a cenar para confesarme lo enamorado que estaba de mí, y que era un verdadero cobarde por no decírmelo antes, sin embargo, como una imbécil volví a aceptarlo y nos volvimos una pareja inseparable de inmediato. A los cinco meses, yo estaba tan enamorada como nunca lo había estado a lo largo de mi vida y de repente, accedió a pedirme matrimonio. Yo era la mujer más feliz del mundo, o eso creía. Entonces, cuando opté por acompañarlo en la oficina hasta un poco más tarde sin que él lo supiera, escuché una conversación que preferiría nunca haber oído. —¿Crees que estoy enamorado de Nina? Por supuesto que no, ya que si habría sido así, le hubiese pedido ser mi novia varios años atrás —rió—Nina tiene algo que puede volver aún más rico, sabes que ella proviene de una buena familia y tomando en cuenta que su padre, uno de los hombres más ricos de nuestro país, murió hace apenas ocho meses... ¿No piensas en la enorme cantidad de bienes y dinero que debió heredar Nina y cómo eso va a incrementar mi fortuna si soy su esposo? No es que ella me desagrade físicamente, pero, no la quiero, eso es todo. Por supuesto...Solo estaré a su lado mientras me transfieren los bienes, me aseguraré de contratar un abogado que esté a la altura de ello. Mientras menos tiempo pase estando casado con ella pues mucho mejor. De pronto, dejó de hablar y yo me mordí el labio para no soltar en llanto. Me llené de valentía, y entré a su oficina con los ojos llenos de lágrimas para enfrentarlo, y lo encontré solo. Parece que eso era una llamada con alguien de confianza. —Buenas noches mi amor... ¿Cómo estás? —Trató de abrazarme, y yo lo esquivé. —Loyd... ¿Cómo pudiste hacerme esto? —Sollocé. No había nada peor que sentir la traición de un ser amado. —¿Hacer qué, Nina? —Trató de hacerse el desentendido. —Acabo de escuchar toda tu conversación, qué linda por cierto...Es reconfortante saber lo que en serio sientes por mí. La expresión de su rostro se transformó por completo. —Nina, no quise hacerlo... —¡Te equívocas! ¡Nunca me amaste y estabas esperando la oportunidad perfecta para deshacerte de mí! Entonces, dime...Si nunca me amaste, no entiendo qué te hacía quedarte conmigo —comencé a recoger mis cosas de su oficina lo más rápido que me era posible—. No puedo creer que seas tan ambicioso como para querer casarte conmigo solo para obtener parte de la herencia que me padre me dejó. No hay nada más asqueroso que lo que estabas a punto de hacer, Loyd. —No es lo que siento por ti, es lo que tuve que decirle a los demás para que aprobaran nuestra relación... ¿Ahora ya lo entiendes? —No necesito más explicaciones, Loyd Beckham...Desaparece de mi vida, olvida quien soy. No quiero volver a verte nunca más en lo que me queda de vida, eres una persona asquerosa…Fui una tonta al enamorarme de alguien así. —Le grité mientras salía de su oficina. Juro que me vengaré de ti, bestia indomable.Nina"Nunca dejes que un hombre te haga dudar de ti misma, no dejes que cause que dejes de creer en el amor.”Nunca tuve inseguridades, nunca me atreví a dudar de mí misma, y mucho menos me atreví a pensar que no era suficiente…Hasta que Loyd Beckham más conocido como la bestia indomable de Nueva York, apareció en mi vida y me causó un remolino de emociones. Todo era perfecto para mí, hasta que ese hombre vino a destrozarme por completo y se atrevió a lograr que rogara por su amor una y otra vez.A pesar que siempre supe que aquello no estaba bien, seguí permaneciendo a su lado esperando a que al menos me mirara una sola vez, que me tratara con la misma paciencia y atención con la que trataba a las otras mujeres que venían a visitarlo con frecuencia, a que se lanzara a llamarme por mi nombre con cariño, e incluso podía conformarme con escuchar un “Buenos días, señorita Nina” de su parte para que mi día fuese mejor y fuera capaz de cargar con todas las preocupaciones que me agobiaran.
Nina—No dudo sobre tu asombrosa capacidad para aparentar, de todos modos, fuiste una muy buena actriz en tus años de juventud…—aquello era cierto, en ese tiempo tenía tan solo veintiún años y no me daba cuenta de lo dura que era la vida. Pasaron cuatro años, duros, en los que hice todo lo que mi padre dijera hasta el día en que murió, y en ese instante estaba demasiado enamorada de Loyd como para centrar mi atención en tratar de reconstruir mi carrera como actriz. Y ahora que acabo de cumplir treinta años, veo ese sueño todavía más lejano. —Él no va a reconocerte, y tienes algo a tu favor…—¿Qué tengo a mi favor? —Terminé de acomodarme el cabello mientras guardaba mi maquillaje en mi bolso y me preparaba para vivir un momento lleno de euforia. Mi cuerpo estaba lleno de energía imaginando el momento que iba a vivir dentro de poco.Estaba a tan solo unos minutos de volver a ver a Loyd Beckham.—Ese hombre solo piensa en el placer que las mujeres pueden ofrecerle, en cómo su deseo por u
LoydNo te he amado y nunca lo haré, aun así, me encanta pasar tiempo a tu lado.Dejé pequeños besos a lo largo del pecho de mi prometida, ella gimió bajo mientras yo me alejaba de su cuerpo para acostarme a su lado.Ella se recostó en mi pecho y yo la abracé por la cintura.Han pasado cinco años desde que conozco a Paisley, tres años desde que empezamos a salir oficialmente e incluso así, no he podido enamorarme de ella por más que lo intento. Prometo que es una buena persona, una mujer muy inteligente que se dedica a la pintura de forma profesional y que es reconocida mundialmente por su trabajo, y yo la admiro por eso y por otras razones. Es la prometida que cualquier hombre desearía para que se convierta en la madre de sus hijos, sin embargo, hay algo en ella que no me deja enamorarme y entregarle mi corazón.Pero eso no importa después de todo, lo que me importa es que sea una buena esposa y esa es la razón principal por la que planeo seguir a su lado por un largo tiempo, bueno a
LoydY en cuanto llegó la noche, me preparé para salir de casa en dirección a una fiesta privada que iba a organizarse con empresarios y empleados pertenecientes a las organizaciones de estos. No esperaba mucho de la noche, hasta que recibí una noticia inesperada de Priscilla, la jefa del departamento de finanzas y aquello cambió mi perspectiva por completo.—Buenas noches señor Beckham, quería notificarle que he podido contratar a una muy buena profesional en marketing y publicidad que ha aceptado convertirse en una de sus socias principales —soltó de repente, provocando que enarcara una ceja con curiosidad. —Su nombre es Lynette Hugnes y ella ya se encuentra en este lugar. Así que, si está de acuerdo, hablaré con ella para que pueda conocerla lo más pronto que sea posible. Espero que ambos puedan llevarse muy bien con el pasar del tiempo.—Está bien, Priscilla, puedes decirle que estaré en el balcón —le sonreí—. Gracias por conseguir alguien eficiente para la empresa, no sabes lo mu
NinaEs cierto que en ocasiones no podemos controlar a nuestro corazón por más que lo intentemos, pero, mi sed de venganza es mucho más fuerte que cualquier otra clase de sentimiento que pueda existir en el fondo de mi alma.Evidentemente me resulta imposible negar el atractivo de Loyd, y como mi corazón palpitó mucho más fuerte cuando lo tuve cerca de mí. Sin embargo, esta vez no estoy aquí para caer a sus pies de nuevo, y mucho menos para dejarme llevar por su sonrisa de mujeriego.Priscilla me había contado que él en realidad se encontraba en una relación ahora, con una muchachita muy bonita llamada Paisley, con quien iba a casarse muy pronto.Al inicio, me sentí bastante culpable por idear el plan perfecto para atraerlo hacia mí en búsqueda de venganza, no deseaba hacerle daño a una mujer que posiblemente lo adoraba con su vida entera, pero, no me he esforzado tanto por estar en Nueva York ahora en vano. Además, según las palabras de Priscilla, ese hombre no ha dejado sus malos há
NinaHe llevado a cabo un plan perfectamente elaborado que no puede fallar de ninguna forma.Parte de mi plan era que la señorita Aaliyah, quien era su secretaria actualmente renunciara en los próximos días y tener que ofrecerme a ocupar su cargo hasta que haya cumplido con mi promesa de vengarme de él. Por suerte, ella era una chica con mucho talento y le ayudé a conseguir una beca en una prestigiosa universidad de arte por lo que ya estaba asegurado que ella se iría en los próximos días. Al convertirme en la secretaria, y literalmente, en la segunda mano derecha de Loyd, sería capaz de pasar mucho más tiempo a su lado y convertirme en una parte crucial de su vida, además que tendríamos que vernos todos los días las veinticuatro horas. Era mi oportunidad perfecta de brillar.—Sepa que cualquier cosa que necesite, puede notificarme...La ayudaré de inmediato si ese fuera el caso, y claro, si continúa teniendo dudas de su trabajo puede decirme y yo se lo explicaré.—Ya no me queda ningu
NinaSin razón aparente comencé a sonrojarme, la verdad es que mi mente se bloqueó por completo y lo único que pude hacer es continuar viéndolo a los ojos y me di cuenta que él me correspondía. Sin saber qué hacer o decir debido al enorme nerviosismo que me estaba invadiendo, opté por quedarme en silencio esperando que él decidiera hacer algo mientras el ascensor continuaba haciendo su trabajo.—Me parece que no te he visto por aquí antes, aun así, siento como si te conociera de toda la vida.—En ocasiones, a pesar que en realidad no conocemos a las personas ni sabemos nada de ellas, sentimos como si fuera todo lo contrario...No respondió, centró su atención en dónde se encontraban los botones del ascensor y aplastó uno de ellos, de inmediato noté que este se detuvo y mi curiosidad creció aún más.—¿Qué haces? —Cuestioné, con una enorme sonrisa en mi rostro—¿Cuál es la razón por la que acabas de detener el ascensor?—La respuesta es fácil. Jamás volveré a conocer a una mujer tan atra
Nina—Si el amor depende solo de nosotros, no veo razón por la que no podamos comenzar a escribir una historia de amor entre los dos...—reí—. Pero creo que no será en este ascensor, ya lo hemos detenido mucho tiempo y la gente podría sospechar.—Y un ascensor no es el lugar más romántico del mundo...—susurró mientras se dirigía hacia los botones, logrando que le ascensor volviese a funcionar casi de inmediato—. Este es mi número, Lynette, por si algún día aceptas salir conmigo.—Llámame cuando quieras, y prometo que aceptaré una cita contigo...Pero, no se lo cuentes a nadie —murmuré.—¿Así? ¿Por qué no debería contárselo a nadie? —Se burló de mí.—¿No te gusta disfrutar de esos encuentros que te llenan de euforia y placer? Honestamente, parece que aquello que se mantiene en secreto es lo que nos genera mayor placer...—bajé el tono de mi voz mientras no dejaba de observarlo. Sus ojos eran como un imán que me atraía hacia él—. Aunque si te disgusta esta idea, no tengo problema en hacerl