4 | Mente maestra

Loyd

Y en cuanto llegó la noche, me preparé para salir de casa en dirección a una fiesta privada que iba a organizarse con empresarios y empleados pertenecientes a las organizaciones de estos. No esperaba mucho de la noche, hasta que recibí una noticia inesperada de Priscilla, la jefa del departamento de finanzas y aquello cambió mi perspectiva por completo.

—Buenas noches señor Beckham, quería notificarle que he podido contratar a una muy buena profesional en marketing y publicidad que ha aceptado convertirse en una de sus socias principales —soltó de repente, provocando que enarcara una ceja con curiosidad. —Su nombre es Lynette Hugnes y ella ya se encuentra en este lugar. Así que, si está de acuerdo, hablaré con ella para que pueda conocerla lo más pronto que sea posible. Espero que ambos puedan llevarse muy bien con el pasar del tiempo.

—Está bien, Priscilla, puedes decirle que estaré en el balcón —le sonreí—. Gracias por conseguir alguien eficiente para la empresa, no sabes lo mucho que te agradezco.

—Se lo diré, y no se preocupe, que ese es mi trabajo —desapareció de mi vista y me dirigí al balcón que tenía una preciosa vista mientras la esperaba.

Aquella espera terminó cuando una mujer extremadamente atractiva, de cabello castaño y ojos cafés apareció frente a mí. Y cuando sus ojos se encontraron con los míos, toqué el cielo con las manos.

Ella es la mujer más bonita que he visto en toda mi vida, claro solo después de Nina.

—Mi nombre es Lynette Hughes, tu nueva socia…Y estoy encantada de conocerte —no tuvo vergüenza alguna en sonreírme con picardía, lo que pudo darme una ligera pista del tipo de personalidad de la chica. Espero que este tipo de mujer no pueda volverme loco más rápido de lo que canta un gallo.

—Lynette, mis socios me han hablado mucho de usted. Mi nombre es Loyd Beckham, y es un honor que te hayas convertido en mi socia —lentamente, me acerqué a plantar un beso en su mano de forma cordial, su piel era muy suave y agradable —Créeme que tú y yo vamos a trabajar muy bien juntos. Es para mí, una satisfacción tenerte en mi equipo a partir de ahora.

—No dudo de ello…De igual forma, para mí es una verdadera satisfacción saber que vamos a trabajar juntos —se mordió el labio. Un verdadero deleite sexual sin duda alguna.

Asentí, sin ser capaz de articular una sola palabra. La mujer me dejó estupefacto.

—Soy muy seria en mi trabajo, y dicen que usted es igual. Por lo cual, me encuentro muy emocionada de comenzar a trabajar en su empresa lo más pronto posible...Por supuesto, vamos a irnos conociendo un poco más de acuerdo a esto —su manera de hablar era bastante educada y seductora al mismo tiempo. Me estaba volviendo loco lentamente.

—¿Algo que pueda contarme de usted? —Inquirí, sintiéndome interesado por conocer un poco más de la mujer que me había resultado tan atractiva.

—Soy una mujer de mundo —sonrió. No entendía el por qué, sin embargo, había algo en esa risa tan característica suya que me recordaba a alguien. Tal vez más adelante, pueda recordar a quién. —Me fascina viajar, así que lo hago la mayor parte del tiempo.

—En mi juventud, viajaba mucho, pero, el trabajo en la empresa terminó por adueñarse de la mayor parte de mi tiempo y tuve que dejar de lado muchas de las cosas que en serio disfrutaba —busqué un cigarrillo en mi chaqueta y un encendedor en la misma, encendí el cigarrillo y le pregunté— ¿Te molesta que fume?

Ella no dijo nada, sonrió desviando la mirada. Se acercó a mí y me retiró el cigarrillo de las manos, en un dos por tres, lo puso en sus labios con una sonrisa traviesa. En verdad, vas a volverme loco.

—Es evidente que no me molesta, ni un poco siquiera —me devolvió el cigarrillo y volvió a acortar la distancia entre ambos—. Empezaré a trabajar en tu empresa en el departamento de marketing desde esta semana, por lo que comenzaremos a vernos mucho más seguido.

—Le agradeceré a Priscilla por haber contratado a una mujer tan capaz como tú para nuestra empresa —coqueteé con ella.

—¿Cómo es que aseguras que soy completamente eficiente si no ves mi trabajo? —Cuestionó. Ella era una preciosura.

—Voy a otorgarte mi confianza, Lynette, aunque ya está en tus manos mantenerla para siempre ¿No te parece que es un trato bastante justo? —Inquirí.

—No pienso defraudarte, Loyd... ¿O prefiere que lo llame señor Beckham? —Enarcó una ceja con curiosidad.

—Depende de lo que prefieras, cariño...Pero, por ahora, podemos empezar con señor Beckham, entonces te llamaré señorita Hughes.

—Te veré el martes, señor Beckham —extendió su mano para despedirse, y después de aceptarla con gusto, le di un pequeño beso en la mejilla.

—La veo el martes, señorita Hughes...No sabes lo mucho que estaré esperando a que llegue ese día —le sonreí una última vez antes que se alejara.

—¡Qué tengas una linda noche! —Se despidió, dándome la espalda y comenzando a alejarse de mí.

No pude evitar bajar mi mirada hacia sus pronunciadas curvas que resaltaban a través de aquel vestido que estaba usando, el mismo que me permitía ver parte de su espalda y lo cual me estaba volviendo loco ahora mismo. Esa mujer acababa de hechizarme, y ahora estaba seguro que no iba a poder sacarla de mi mente hasta que la hiciera mía. Aun así, es imposible que me canse de ella ni una sola vez.

Mi prioridad es conseguir terminar con la distancia entre nosotros de la manera adecuada, cambiando mi forma de tratarla y las cosas que hacemos juntos sin que ella lo note.

Una relación en la que no exista una desigualdad de poder, es una en la que la dominación se apoderará de tu ser cuando menos te lo imagines.

Sonreí una última vez mientras volvía a la fiesta para poder disfrutar de la noche con alguna mujer bonita que encontrara por ahí. Lo único que necesito es divertirme, olvidar mis preocupaciones por un momento y volver a mi vida mañana por la mañana.

Una mente maestra es aquella que sabe a la perfección lo que quiere y la dirección que está tomando, sabe cómo dar un movimiento y no lo hace sin antes haberlo calculado. Una mente maestra es capaz de obtener lo que desea en un abrir y cerrar de ojos, alguien que jamás ha escuchado un no como respuesta, alguien que está acostumbrado a vivir rodeado de lo que le gusta, alguien que siempre encuentra la forma de salir del laberinto de la vida. La mente maestra soy yo, y Lynette es solo un peón en mi juego.

Lynette, al contrario de Paisley, era una mujer que logró cautivarme desde el primer instante en que la tuve frente a mí. Y aunque esto era un pecado, no pararé hasta tenerla bajo mis sábanas.

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