A la mañana siguiente, las tropas de Gedeón regresaban triunfantes a Corinto. La manada estaba de fiesta, celebrando el triunfo del rey, mientras los ancianos preparaban el recibimiento de los guerreros. Asher y Jonás debían ir al pueblo por provisiones para la llegada de Aradne. Eiden, emocionado, quiso acompañarlos, y Gloria les permitió ir con la condición de que no se despegara de Cleo. Después de las compras, Eiden vio la heladería donde había estado con su papá.—Cleo, quiero un helado de limón, por favor —suplico el niño con sus ojitos chispeantes y brincando emocionado.—Mi príncipe, debemos llevar las cosas a la mansión. La comida se dañará si nos quedamos más tiempo —respondió Cleo, tomándolo de la mano.—Me he portado bien, solo quiero uno, solo uno —gimoteó el niño, haciendo un berrinche.—Jonás, ve con las provisiones a la mansión. Yo me quedaré con Cleo y llevaremos a Eiden por su helado. Se lo merece, han sido días muy tensos — Asher intervino sonriendo mientras le revo
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