Todos los capítulos de UN SECRETO IMPERDONABLE: el hijo oculto del CEO: Capítulo 1 - Capítulo 10
123 chapters
1. ¡Una cínica, una farsante!
— ¿Cuál es el precio que debo pagar para que te alejes de una buena vez de mi hijo?Ante la pregunta, Amelia se quedó helada. Siempre supo que no había ganado el afecto de su suegra, pero, después un año de cordialidad por parte de ambas, jamás esperó aquello.— ¿Mi precio? — cuestionó, contrariada — Perdone, pero yo no…— Ay, por favor, Amelia, conozco las de tu clase. Todas tienen un precio. ¿Cuál es el tuyo?— Se está equivocando conmigo, señora — se defendió a sí misma, orgullosa, pero con eso solo consiguió que la risa burlona de Caterina Alves de Cienfuegos aflorara de su garganta.— No me hagas perder el tiempo, querida — le dijo, al tiempo que sacaba de su lujosa cartera de firma una chequera y se la extendía a la todavía confundida Amelia —. Está en blanco, ponle los ceros que quieras.Amelia negó.— NoCaterina volteó los ojos y suspiró con fastidio antes de arrebatarle la chequera de las manos y poner los ceros que creyó necesario para que aquella arribista se alejara de un
Leer más
2. ¿Puedes curar el corazón de mi mami?
Después de aquella tarde, Amelia no volvió a intentar localizar a Cristóbal. Borró su número y se olvidó de su dirección. Dedicada enteramente a su hijo, pausó la universidad y trabajó arduamente para que nada les faltara, pues sabía que solo se tendrían el uno al otro.El día que entró en labor de parto, la tomó por sorpresa. Seguía trabajando a pesar de las indicaciones médicas y los consejos de compañeros de trabajo, pero, para Amelia, sola y sin apoyo económico de nadie, dejar de trabajar no era una opción.Después del nacimiento, los primeros meses fueron los más duros, y es que entre las exhaustivas jornadas laborales de quince horas y la maternidad, Amelia a veces creía que no iba a poder más. Incluso lloraba al final de la noche cuando se daba cuenta de que no tenía ni siquiera una vida.Después del primero y segundo año de su hijo, Amelia parecía estar acostumbrándose al ritmo rápido y agitado de su vida. No fue hasta después de sus tres años cuando Amelia se enteró de que te
Leer más
3. ¡Ni creas que verás un solo centavo esta vez!
— ¿Dónde está? ¿Dónde está mi hijo? — exigió saber Amelia entre lágrimas, asustada por la idea de que algo malo le hubiese sucedido.— Amelia, tienes que calmarte. Esto no le hará bien a tu corazón — le pidió el doctor, un tanto preocupado por el estado de angustia de aquella joven madre.Pero Amelia negó.— ¡No me tranquilizaré hasta que aparezca mi hijo! ¡Debo encontrarlo o voy a…!— ¡Mami! ¡Mami! — de repente la voz del pequeño Cristóbal, corriendo a través de los pasillos, le devolvió al alma al cuerpo de Amelia.— ¡Cristóbal! — exclamó, arrodillándose entre lágrimas para recibirlo y estrecharlo en sus brazos con todas sus fuerzas.— ¡Oh, cariño! ¡Estaba tan asustada! ¿En dónde te habías metido? ¡No puedes hacerme algo así! ¡Ah, Cristóbal… lo sabes, amor! — resolló con el corazón acelerado, y tomó sus mejillas para inspeccionarlo y asegurarse de que estuviese perfecto.El pequeño Cristóbal la miró con ojos de esperanza.— Lo siento, mami, no quería asustarte, pero tenía que buscar
Leer más
4. Si ese niño es mi hijo, te lo voy a quitar
— ¡Un doctor! — llamó, desesperado, al tiempo que entraban por la puerta una enfermera y el doctor que había tratado el padecimiento de Amelia durante años.— ¿Qué fue lo que pasó?Cristóbal negó, contrariado.— No lo sé, simplemente se desvaneció.— De acuerdo, salga de la habitación — le dijo el hombre, que parecía saber muy bien lo que pudo haberle ocurrido a Amelia.Cristóbal obedeció en silencio, todavía contrariado, y salió de la habitación.— ¿Qué tiene mi mami? ¿Es otra vez su corazoncito? — preguntó el pequeño sollozando.Cristóbal bajó el rostro, ahora prestando atención al niño que podía ser su… hijo. Todo parecía ser cierto. Amelia estaba enferma y ese niño… Dios. ¿Cuántos años tenía? ¿Se fue con el secreto de su hijo en su vientre? No comprendía nada. ¿Por qué diablos no se lo dijo? ¡Debía asegurarse de que por las venas del pequeño Cristóbal corriera su sangre!— Tu mamá va a estar bien — le aseguró, acuclillándose a su altura.— ¿Lo prometes? — preguntó el pequeño Crist
Leer más
5. Ya deja de hacerte la digna conmigo, Amelia
Cuando Amelia atendió al llamado de la puerta, su corazón se detuvo por un microsegundo al ver a Cristóbal Cienfuegos allí, en compañía de un hombre con maletín y traje de firma.— ¿Qué… estás haciendo? — preguntó después de un rato, contrariada — ¿Cómo sabías donde encontrarme?— Te dije que tendrías noticias de mí a primera hora del día, así que aquí estoy. ¿En dónde está el niño?Amelia pasó un trago, y negó, asustada.— Vete.Cristóbal suspiró y se pellizcó el puente de la nariz fingiendo fastidio.— Podemos hacer esto de la forma más civilizada posible, Amelia, pero, si insistes en oponerte a que le realice una prueba de paternidad al niño, solo conseguirás que las cosas se compliquen para ti. ¿O no es así, doctor?El aludido explicó a Amelia brevemente lo que sucedería si se negaba a que le realizaran la prueba de paternidad al pequeño Cristóbal, y aunque todo aquello era cierto, el juego de palabras buscaba intimidarla.— ¡Es mi hijo! ¡No tienes ningún derecho a...!— ¡Y puede
Leer más
6. Jamás voy a perdonarte este secreto
Dos horas después, el chofer llevaba a Amelia y al pequeño Cristóbal a casa. El niño había agotado tanto sus energías que durante el camino se quedó profundo sobre el regazo de su madre.Tan pronto el auto se detuvo a los pies de aquel viejo edificio en un barrio en el que Cristóbal Cienfuegos no encajaría jamás, Amelia se dispuso a bajarse, pero Cristóbal fue más rápido que ella y le quitó al niño de los brazos.— ¿Qué haces? — le preguntó ella.— Lo llevaré hasta su habitación.— Siempre he podido hacerme cargo, no tienes que…Pero Cristóbal la dejó con la palabra en la boca y entró al edificio con aquel pequeño que, para el muy poco tiempo que habían compartido, se había ganado por completo su corazón.Al llegar al diminuto apartamento, Amelia le indicó cuál era la habitación de su hijo.Cristóbal se mostró gratamente sorprendido por la decoración, pues se trataba de algunos afiches de su jugador de futbol favorito pegados a la pared y un cojín en forma de pelota, además de otros d
Leer más
7. Una impensable propuesta: “Casémonos por el bien de nuestro hijo”
Caterina se quedó en silencio por más tiempo del que imaginó.— ¿No dirás nada?— Me tomas por sorpresa. ¿Es el niño que… llegó a la iglesia? — Cristóbal asintió ligeramente. La mujer suspiró — ¿Qué piensas hacer?— Lo correcto. Tendrá mi apellido y vendrá a vivir a la mansión con las comodidades que por derecho le corresponde.— ¿Y ella…? — quiso saber la mujer.— ¿Qué con ella?— ¿Qué pasará? ¿Crees que acepte entregarte al niño así nada más?— Tendrá que hacerlo — respondió Cristóbal con indiferencia.Caterina asintió y no dijo nada más. Tenía que mostrarse como siempre lo había hecho estos años si quería mantener a esa mujer lejos de su hijo.El resto del día, Cristóbal trabajó sin pausas, y aunque con eso esperaba que Amelia no se cruzara por su cabeza, no pudo evitarlo, y de un momento a otro, se vio a sí mismo investigando sobre su enfermedad.Cerró la pantalla de la laptop después de descubrir que las posibilidades de que un corazón en sus condiciones se recupera eran demasiad
Leer más
8. Contrato y condiciones matrimoniales
— Me escuchaste bien, Amelia.— Por supuesto que te escuché bien, pero… es una locura.Cristóbal entornó los ojos.— ¿Por qué? ¿Porqué no nos amamos? — Amelia abrió la boca, pero la cerró en cuanto Cristóbal continuó hablando —. Es cierto. Yo no guardo el más mínimo afecto por ti, y si te estoy haciendo esta propuesta, no es porque crea que algo pueda nacer entre nosotros. Esto lo estoy haciendo por nuestro hijo, porque si las cosas se llegan a complicar para ti, él no quedaría desamparado. Además, como te dije, parece que le será difícil desprenderse de ti, y yo no estoy dispuesto a que un hijo mío siga viviendo en estas condiciones, así que tú eliges, Amelia, o me llevo a Cristóbal conmigo, o vienes con nosotros.Amelia seguía sin poder creer que Cristóbal, aquel Cristóbal que había creído conocer en el pasado, fuese ese hombre ruin y sin corazón que estaba plantado frente a ella, y que la miraba como si fuese la cosa más insignificante que se hubiese cruzado en su camino.— ¿Y bien?
Leer más
9. El cruel destino de Amelia
Esa misma noche, después de la ceremonia, Cristóbal ordenó el traslado de las cosas personales de Amelia y su pequeño hijo, así que, cuando llegaron a la mansión, ya todo estaba allí.— Esta será la habitación de Cristóbal. Su nana vendrá hasta mañana a primera hora, así tú tendrás tiempo de dedicarte a los oficios de la casa.Amelia asintió sin mayor esfuerzo y acostó al pequeño en su nueva cama después de aquel largo día. Besó su frente y apagó la pequeña lámpara antes de salir.— Vamos, tu habitación queda al final del pasillo.— Creí que… dormiría cerca de la habitación de Cristóbal.— Solo son cinco habitaciones lejos de la tuya, Amelia.— Sí, pero… me gustaría estar cerca de él. No quisiera que nada le pasara.Cristóbal se detuvo abruptamente y se giró con ojos entornados.— ¿Qué podría pasarle? La mansión tiene la seguridad necesaria como para saber que él estará bien — espetó serio y Amelia asintió con un largo suspiro —. Ah, olvidé decírtelo. Mi madre salió y no volverá hasta
Leer más
10. ¿En serio piensas que soy así de cruel?
— Madre, ¿Qué fue lo que pasó? ¿Te encuentras bien? — preguntó Cristóbal a su progenitora, ayudándola a incorporarse.— ¡Me ha empujado, Cristóbal! ¡Quise abrazarla y darle la bienvenida a casa, pero…!— ¿Qué? ¡No! ¿Por qué dice eso, señora? — Amelia se horrorizó. Y miró a Cristóbal con súplica — ¡No es cierto! ¡Yo no…!— ¡Por supuesto que es cierto! ¿Por qué habría yo de mentir? — la mujer estaba metida en su papel.— Bueno, basta, basta las dos — pidió Cristóbal, contrariado. Ya suficiente tenía con todo.— Ve a tu habitación, Amelia— ¡Pero…!— ¡A tu habitación! ¡No volveré a repetirlo!Amelia negó con la cabeza, horrorizada por mentiras y calumnias de aquella mujer que, en el pasado, le hizo mucho daño. Entonces, sin decir una sola palabra, se fue directo a su habitación.Antes de cerrar la puerta, Cristóbal entró y la cerró detrás de sí. Amelia se dio la vuelta y lo miró con impresión.— Cristóbal, tienes que escucharme, yo no…— ¿Qué pasa contigo, eh? — la interrumpió duramente.
Leer más