Javier sudo la gota fría, pues este era su sustento, ¿cómo podría no seguirlo?Al ver el mal humor de Mateo, intentó mediar: —Señor Rodríguez, por favor no se enoje. La señorita Díaz quiere seguir divirtiéndose, ¿por qué no vamos todos juntos?—¿Quién quiere ir con ella? —respondió Mateo malhumorado.Lucía, al escucharlo, no insistió y le dijo a Nicolás: —Hay muchas cosas divertidas más adelante, vamos a echarles un ojo.—Claro —respondió Nicolás, y dirigiéndose a Mateo agregó—: Señor Rodríguez, que le vaya bien.La pareja siguió su camino mientras Mateo los observaba con expresión sombría.—Javier, ¿quieres ir con ellos? —preguntó con tono amenazante.—¡Sí, sí! —Javier gritó inmediatamente—: ¡Señorita Díaz, quiero ir con ustedes!Mateo también los siguió, su mirada fija en el Doraemon que Lucía no soltaba. "Un simple juguete la hace tan feliz", pensó. Estaba super contenta, por esa baratija de juguete. Cuando él compró la esmeralda imperial de miles de dólares, ella apenas reaccionó.
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