94. Huellas en el pasado
El tiempo fluía de manera inversa, como un río que remontara su cauce, y Aelina, suspendida en ese limbo etéreo, observaba con fascinación los acontecimientos que se deshacían ante sus ojos. La habitación, antes sumida en la penumbra nocturna, se iluminaba y oscurecía en un ciclo acelerado, mientras la figura de Valdimir se movía en el proceso.Los ojos de Aelina, se entornaron con curiosidad al notar un patrón en los movimientos del Rey Lobo. En más de una ocasión, lo vio acercarse a su yo dormido, su rostro a escasos centímetros del suyo, como si estuviera a punto de robar un beso prohibido. El ceño de Aelina se frunció, una mezcla de confusión y algo más profundo —¿deseo, quizás?— agitándose en su interior.«No», se reprendió mentalmente, sacudiendo su cabeza etérea. «Seguramente tramaba alguna maldad. Eso tiene más sentido viniendo de él»Sin embargo, la duda ya se había plantado en su mente, echando raíces que se negaban a ser ignoradas.El espectáculo del tiempo retrocediendo con
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