Alma, por un momento, llegó a creer que estaba alucinando. Observó cautelosamente a Andrés y se percató de que él no parecía para nada sorprendido.Así que… ¿La cita entonces era con ella?Doña Manuela continuó: —Alma, como ves, mi hijo es muy apuesto pero adicto al trabajo, al menos alguno de sus hijos será guapo en el futuro.—¿Hijos?Alma se sintió aún más desconcertada, completamente perdida en cuanto a cómo responder.Andrés levantó una ceja: —Mamá, ya es de verdad suficiente, tengo que regresar a la oficina antes de que sea tarde.Doña Manuela frunció el ceño: —Oficina, empresa, mejor cásate con la empresa entonces.Andrés no le prestó atención: —Si fuese posible lo haría. Doña Manuela, ya bastante molesta, se volvió hacia Alma y sonrió: —Alma, no te lo voy a ocultar, después de tanto tiempo de conocerte, siempre he querido que fueras mi nuera y esposa de mi hijo. Pero como tenías novio, solo podía bendecirte y desearte lo mejor en silencio. Pero ahora que tu novio no supo valo
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