📞 ¡¿Cómo rayos pudo suceder eso?! —, exclamó Damián, apretando el teléfono entre su mano, con ganas de estamparlo en la pared más cercana.📞 Sí, señor, como le he dicho, la madre de su hijo ha abandonado la clínica estando en labor de parto—, repitió el doctor al otro lado de la línea y Damián se pasó la mano por su cabellera con exasperación. Mientras que su esposa, estando a su lado, le tocó con suavidad el brazo derecho, para que se calmara. 📞 Pensé que su clínica era la mejor, pero ya veo la poca seguridad que tienen—, bramó Damián, desbordando su frustración en el médico, quien, al otro lado, apretó los puños y se mordió la lengua para no defenderse con palabras, y cuando se preparaba para recibir más insultos, él colgó la llamada.—¡Esa mujer nos piensa estafar!, pero no podrá hacerlo. No se lo voy a permitir, he pagado por su vientre y ese bebé que lleva dentro es mío—, rezongó Damián, ventilando la rabia a través de sus palabras. —Amado mío, la encontraremos. Ella debe te
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