Todos los capítulos de Me casé con el tío de mi exnovio: Capítulo 1 - Capítulo 10
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I. Otra ocasión en la que me dejan plantada
Me despierto con un zumbido sordo que atormenta mi adolorida cabeza y la boca pegajosa con total resequedad. - Agua- digo casi articulando las palabras y siento mi garganta como si hubiese sido desollada con una lija. Intento salivar para humedecer mi boca, pero a duras penas logro tragar- agua- logro decir nuevamente y al parecer esta vez se escucha mucho más fuerte mi voz porque oigo pasos apresurados y finalmente siento que acomodan una pajita a mis labios y sorbiendo poco a poco tomo el líquido tan preciado que necesitaba. - Calma, bebe con calma para que no te ahogues- escucho la voz de Dylan que me dice preocupado y da palmaditas en mi espalda. Cualquiera que viera esta escena pensaría en una pareja cariñosa y en un novio devoto y enamorado cuidando a su novia, porque sí, este hombre alto de cabello negro y ojos chocolates, ha sido mi novio por cinco años, cinco largos años en los que había sido una estúpida y ciega enamorada de un miserable cabrón, o eso era lo que me decían
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II. Soy una consumada cornuda
Llegué al hotel Nova, estoy segura de que casi al límite de velocidad y posiblemente ese sorbo de trago que me tomé daría positivo para alcoholemia, pero no podía importarme menos, así de poco me quería a mi misma. Subí a la habitación que me habían indicado en el mensaje y giré el pomo para entrar directamente. El nombre de Dylan se quedó atascado en mi garganta cuando me quedo un poco impactada por la decoración festiva en la sala de la suite, todo el gran sofá desordenado, una botella de champán vacía con dos copas en la mesita de cristal del centro, globos coloridos, confetis y una gran pancarta colgada que decía: “Feliz cumpleaños bebé, te amo demasiado”. Lo primero que pasó por mi mente fue que me había equivocado posiblemente de habitación, revisando el teléfono que tenía en mi mano, fui a comprobar la información cuando un gemido proveniente del cuarto me congeló en el sitio. Era muy obvio lo que estaban haciendo en la habitación, pero lo más impactante es que hubiera jurado
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III. Ya no soy la dueña ni de mi casa
Y así pasamos toda la tarde planificando la revancha, una mujer despechada y un gay vengativo, ¿Qué podría salir mal de esa combinación? Esos dos infieles no sabían la sorpresa que le teníamos preparada. Llamé a Dylan y le dije que Carlos se quedaría en la noche conmigo, utilicé su misma escusa del proyecto laboral, pero esta vez para mantenerlo lo más alejado posible de mí. Los días pasaban y me iba recuperando poco a poco, afortunadamente lo más serio que tuve fue la leve conmoción cerebral, las heridas y hematomas en la piel se irían sanando gradualmente. La otra persona involucrada en el accidente salió mucho mejor, solo unos pocos hematomas y una dislocación del hombro, por suerte reaccionó rápido y evitó la colisión directa de los autos.Le debía mi vida, además de una sustanciosa compensación que tuve que pagarle por los gastos médicos, afectación psicológica y porque lógicamente yo fui la culpable que se saltó la luz roja y casi causa un trágico accidente fatal. Por suerte pu
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IV. Necesito que los infieles muerdan el anzuelo
Escucho ruidos en la puerta y sé que ya los dos saben que estoy en la villa. - ¿Alex estás adentro?- oigo a Elena hablándome desde el pasillo - Sí, puedes pasar- respondo sin levantar la cabeza de la ropa que estaba sacando fuera de la pequeña maleta que traje del hospital. - ¿Alex, por qué no avisaste que estabas de regreso hoy?, hubiésemos ido a recogerte- Me dice Elena y se acerca para abrazarme, pero la detengo con un gesto de la mano, de frente me llega el olor en su cuerpo del perfume de Dylan y de reojo veo como él frunce el ceño, al parecer no muy contento con mi actitud hacia su amante; cómo pude ser estar tan ciega antes y no ver tantas señales obvias.- Vengo del hospital y no me he duchado, ahí hay muchas bacterias y bichos desagradables, no quisiera contaminarlos con ninguna enfermedad- me justifiqué y surtió efecto porque los dos dieron un paso atrás, como si estuvieran evitando la peste y dejaron de hacerse los afectuosos- y con respecto a lo de recogerme, no quería m
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V. Quiero ser libre
Finalmente, llegó el fin de semana tan esperado por todos, Elena salió con sus maletas de la villa muy animada y con una enorme sonrisa. Nos despedimos en la puerta y cada una se fue para su destino. Prometí llamarla para felicitarla y enviarle un regalo inolvidable. Ella me agradecía continuamente por mi generosidad, acción que me dio mucha gracia dado que luego no me lo iba a agradecer tanto.Sisi ya me estaba esperando en el auto para irnos al aeropuerto, incluso sacamos boletos de viaje para los dos con destino a la provincia M. Llegados al sitio, hicimos el espectáculo de pasar a la sala de abordaje, pero finalmente y cambiados en el baño del aeropuerto por una ropa más discreta, nos escabullimos afuera, con precaución de no ser descubiertos por algún espía de Dylan. Quizás en realidad no se tomaba tanta molestia con nosotros, pero mujer y gay precavidos valen por dos.-Sisi de verdad siento que tengas que pasar tu cumpleaños de esta manera -le dije con vergüenza sentada en el
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VI. La revancha termina en desastre
Reaccioné rápidamente y le pedí a gritos a algunos hombres presentes que me ayudaran a separarlos. - Sisi ya basta, cálmate, cálmate- abracé como pude a Carlos para evitar que fuera de nuevo a golpear a Dylan que gritaba como vieja histérica todo tipo de amenazas vacías, no sé de donde sacaba tanta energía viendo lo deformada que estaba su cara, aunque no era nada de gravedad, iba a demorar un tiempo en bajar toda esa inflamación y arreglarse la nariz. Algunos invitados de la fiesta lo aguantaban y le aconsejaban que fuera al médico con rapidez, Elena lloraba a su lado desconsolada y todo se había convertido en un desastre. Me arrepentía amargamente de mi arrebato de hace unos minutos, pero ahora solo quedaba tratar de solucionar la situación. Por suerte esta villa estaba aislada en una zona casi desierta de la playa porque si no con tanto escándalo los vecinos ya hubiesen llamado a la policía. Solo rezaba para que alguno de los invitados no lo hubiese hecho tampoco. Envié a Carlo
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VII. Lejos de la toxicidad
En el aeropuerto me esperaba el Sr. Thomas. Me alegró mucho el saber que él y su esposa, Alicia, seguían administrando y cuidando esa villa de alquiler. Eran una pareja de personas mayores muy alegres que nos cuidaron con dedicación a Carlos y a mí, durante el tiempo de vacaciones que pasamos aquí en nuestra adolescencia. Iba en el auto, hablando animada con el Sr. Thomas, a la vez que le mandaba un mensaje a Carlos asegurándole mi llegada sin contratiempos. Por la hora seguramente seguía durmiendo, estoy segura de que pronto me llegarían noticias del desalojo de Elena.A través de la ventana observaba el paisaje invernal y estaba fascinada por tanta belleza natural, como si fuera la primera vez que lo viera. En algún momento después de terminar de hablar con el Sr. Thomas, me dormí escuchando la suave música de la radio del auto y no desperté hasta que sentí unas suaves manos que me tocaban y la voz de una mujer mayor llamando mi nombre. Abrí los ojos, aún media dormida y vi a la
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VIII. ¿Será un buen ciudadano o un gánster?
- ¡Sr. Thomas, Sr. Thomas!- llegando a la villa, me bajé rápido del auto y en lo que verificaba la situación del herido, le gritaba al señor mayor como una loca, rezando por que ya hubiesen regresado de las compras. En unos segundos la pareja salió asustada ante mis gritos. Al ver al hombre herido y desmayado en el auto, la Sra. Alicia se llevó las manos a la boca espantada y el Sr. Thomas frunció el ceño. - Yo… Lo encontré, herido en el bosque- logré decirles como pude, entre el nerviosismo y las ganas de llorar que me invadían ante tanta tensión- no sabía qué hacer… – miré al Sr. Thomas buscando un pilar de apoyo, como quiera que sea es una persona mayor, con más experiencia en la vida y local de la zona. - Tranquila, cálmate un poco, estás temblando- me dijo en un tono calmado que contrastaba con el histérico que yo tenía- entrémoslo primero a la casa- concluyó, cargando acto seguido al hombre desconocido y llevándolo dentro de la villa, a la habitación de huéspedes en la plant
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IX. El misterioso hombre rescatado
La habitación tenía un olor residual de sangre y a desinfectante. En la cama yacía el hombre con vendaje en muchas partes del cuerpo y hematomas por casi todas las superficies, la cara inflamada y magullada. La respiración un poco lenta y aunque se veía mejor de como lo encontré, en realidad la vista no era muy alentadora. Caminé con cuidado y me senté suavemente en la cama para mirar su condición más de cerca. Tenía una barba descuidada y el pelo también desordenado, si no fuera por la ropa que llevaba, que aunque sucia y rota se veía de buena manufactura y las manos varoniles, pero sin rastros de haber hecho nunca ningún trabajo duro en la vida, además de esa aura de nobleza que emanaba aún inconsciente, hubiese pensado que recogí a un vagabundo. - ¿Cómo te metiste en esta situación?- suspiré sin tener muy claro a quien iba dirigida la pregunta, si a él o a mí. Decidí levantarme y buscar algo que hacer de utilidad, cuando una fuerte mano me agarró por la muñeca de repente. Bajé
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X. ¿Qué le pido al CEO multimillonario, como recompensa?
Fuera de la casa se encontraban estacionado un Bentley Flying Spur negro y un auto de la policía. Si tenía dudas que el secretario trabajaba para un hombre con buenas posibilidades económicas, al ver su auto se me despejaron las dudas. El Sr. Thomas se propuso a acompañarme, pero me negué amablemente porque ya estoy mayor y me da mucha vergüenza seguirles causando molestias.Así que emprendí mi viaje en el espacioso y ultracómodo asiento trasero del Bentley y como el secretario mantuvo la boca cerrada todo el viaje mientras conducía, yo lo imité e hice lo mismo, igual este tipo de personas no son de los que te van a soltar ningún dato de relevancia así porque te le pongas a cotillear.Llegados al hospital, que debo decir tenía muy buenas instalaciones, subimos el elevador hasta las salas VIP y seguí la espalda del Secretario Conrad hasta que se detuvo delante de una puerta que tenía a dos hércules custodiándola, y digo hércules porque aquellos hombres intimidaban solo de mirarlos, aun
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