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Me casé con el tío de mi exnovio
Me casé con el tío de mi exnovio
Por: Luna Nova
I. Otra ocasión en la que me dejan plantada

Me despierto con un zumbido sordo que atormenta mi adolorida cabeza y la boca pegajosa con total resequedad.

- Agua- digo casi articulando las palabras y siento mi garganta como si hubiese sido desollada con una lija. Intento salivar para humedecer mi boca, pero a duras penas logro tragar- agua- logro decir nuevamente y al parecer esta vez se escucha mucho más fuerte mi voz porque oigo pasos apresurados y finalmente siento que acomodan una pajita a mis labios y sorbiendo poco a poco tomo el líquido tan preciado que necesitaba.

- Calma, bebe con calma para que no te ahogues- escucho la voz de Dylan que me dice preocupado y da palmaditas en mi espalda.

Cualquiera que viera esta escena pensaría en una pareja cariñosa y en un novio devoto y enamorado cuidando a su novia, porque sí, este hombre alto de cabello negro y ojos chocolates, ha sido mi novio por cinco años, cinco largos años en los que había sido una estúpida y ciega enamorada de un miserable cabrón, o eso era lo que me decían los dolorosos recuerdos que venían poco a poco a mi cabeza, de antes que tuviese el accidente automovilístico por el que me encontraba hospitalizada.

Recuerdo que era el cumpleaños de Dylan y llevaba meses pensando en que comprarle, así que finalmente me decidí por un reloj Patek Philippe con una pequeña personalización, a pesar de que no me costó nada barato, nunca me había importado gastar en mi pareja, no era lo que se puede decir una millonaria derrochadora, pero si podía contar con una sustanciosa fortuna que me dejaron mis padres antes de fallecer en un terrible accidente y una bien consolidada empresa de entretenimiento, con muy buena gestión empresarial y posicionada en el mercado, que me aseguraba un ingreso mensual suficiente para llevar una vida más que cómoda y con derroches de vez en cuando, como la pequeña caja de reloj envuelta para regalo en el asiento de copiloto de mi auto, que en ese momento miraba tontamente, en lo que esperaba que cambiase el semáforo a verde.

Ese día pasé del cielo al infierno en unas horas. Había reservado un privado en un exclusivo restaurante recién inaugurado para celebrar el cumpleaños 27 de Dylan. Estaba llena de ilusiones y expectativas porque él iba a terminar un gran proyecto en el que llevaba tiempo trabajando y por fin podríamos fijar la fecha de nuestra boda.

Admiraba a Dylan porque a pesar de venir de una de las familias más ricas del país, era un ejemplo para mí de sencillez y trabajo duro, así que siempre respeté su decisión de no interrumpir su joven carrera empresarial para casarnos, o al menos estos años lo entendí, en estos momentos todas mis consideraciones me parecieron tan ridículas.

Estacionando cerca del restaurante y ya lista para salir del auto, recibo la llamada de Dylan. Sin mirarme en el espejo, sé que una risa tonta enamorada aparece en mi cara.

- Dime cariño- respondo al teléfono aún sentada sin salir del auto y retocando en el espejo retrovisor, mi castaño cabello suelto, que llevo ondulado hasta mitad de espalda - ¿ya llegaste al restaurante?

- Alexa cuanto lo siento- responde después de unos segundos de silencio, con un tono muy abatido- justo a la hora que estaba saliendo para encontrarte, me llamó el secretario a cargo del proyecto de inversión en las tierras de la ciudad B, sabes que he estado trabajando muy duro para que todo salga bien, esta es mi oportunidad de mostrar mis capacidades a mi tío y yo…- me explica y hace una pausa, luego escucho que suspira- sé que te esforzaste mucho por hacer este día especial, pero sabes lo importante que es para mí este proyecto y no puede salir nada mal, posiblemente tendré que trabajar toda esta noche y mañana para que esté listo para el lunes la presentación. De verdad lo siento tanto- concluye y yo me quedo ahí como la estúpida que soy, triste y con todos los planes rotos, en los que tanto me esforcé, pero no sé por qué me tomaba por sorpresa si no era la primera vez que Dylan me dejaba vestida y esperando por él.

- Claro cariño entiendo- respondo con comprensión, como siempre que me han dejado plantada- no te preocupes, sé cuan importante es para ti este proyecto y tu cumpleaños lo podemos celebrar otro día. Quizás el lunes, cuando todo salga bien en tu exposición, salimos a celebrar doble- propongo también dándome ánimos

- Ya veremos el lunes- me responde- tengo que dejarte entonces, estaré muy ocupado hoy y mañana, así que no me llames porque posiblemente no podré responder, yo me comunico contigo cuando lo deje todo arreglado con el proyecto. Un beso grande- se despide y apenas me da tiempo de responder cuando escucho el pitido de finalización de la llamada.

Me quedo sentada, aturdida en el auto, mirando el regalo en el asiento. Suspiro y me animo pensando que cuando Dylan termine este proyecto y muestre su capacidad y valía en su familia, nos casaríamos y todo cambiaría para mejor.

Volviendo a agarrar el móvil, decido llamar a Elena. Elena es mi prima y una de mis mejores amigas, al igual que yo, perdió a sus padres y mi padre la recogió cuando ella se quedó sola en el mundo. Lamentablemente, mi tío, a pesar de venir de la misma madre, era muy diferente de mi querido padre, el alcoholismo lo hizo ser un hombre poco confiable y hasta violento.

Mi padre decía que fue muy mimado por la familia por haber nacido enfermizo y que eso lo llevó a su mal carácter, drogadicción y finalmente su muerte y la de su esposa, dejando a una niña desamparada que recogimos en mi familia y se crio como mi hermana.

El teléfono de Elena daba timbre, pero nadie respondía, era raro, no recordaba que tuviese programado nada para hoy en la agencia. Ella era nuestra estrella principal, a pesar de su debut no hace mucho tiempo, logró capturar el corazón del público y claro también está la costosa inversión de marketing que ha hecho la empresa para desarrollar su carrera artística.

Desanimada y sin nadie con quien desahogar mis penas, pensé en mi otro mejor amigo, Carlos, pero rápidamente descarté la idea de llamarlo porque nuestra relación se había vuelto un poco tensa y nos habíamos distanciado. A Carlos no le gustaba Elena, así que siempre tenía que mediar entre los dos cada vez que salíamos juntos y ya para finalizar cuando me hice novia de Dylan todo se fue cuesta abajo en nuestra amistad.

Carlos no perdía tiempo en usar esa lengua venenosa que tiene cada vez que me hablaba de Dylan, incluso Elena me insinuó en una ocasión que quizás a Carlos podría gustarle mi novio.

Nunca lo creí, aunque mi amigo era gay y un poco excéntrico, eso no significaba que iba por ahí de quita novios. Siempre estuvo conmigo en las buenas y en las malas, me había apoyado mucho emocionalmente cuando murieron mis padres, me defendía con uñas y garras cada vez que las arpías de mis tías venían a querer quitarme parte del dinero de mi herencia y yo lo quería de todo corazón, pero era muy difícil escoger entre la amistad y el amor verdadero. Ahora pensando en esa pobre escusa que me daba para alejarme de un ser maravilloso que era mi amigo, me doy asco de mi misma y veo cuan estúpida he sido.

Sin nada más que hacer, decido no perder la reservación y ahogar mi tristeza en burbujeante champán o mejor en whisky, necesitaba algo fuerte. Entro en el elegante restaurante, me gusta mucho el estilo chic que tiene, moderno y elegante, pero sin recargar tanto los detalles. Sigo al camarero hasta la segunda planta donde están los privados y al entrar reparo en la romántica decoración que había dado instrucciones al local para sorprender a Dylan en nuestra cita de celebración.

- Señorita Reed, todo está listo según sus indicaciones, para traer el pastel a las doce de la noche- me dice el camarero y recuerdo el súper pastel que encargué especialmente al chef del restaurante, por supuesto para el cumpleañero.

- No es necesario – respondí sentándome en las cómodas sillas- pueden quedárselo y repartirlo entre el personal del restaurante. Mis disculpas al chef, pero ya no es necesario el pastel, así que mejor ustedes lo disfrutan- concluí lo más dignamente posible que pude para no mostrar mi abatimiento

- Pero…- lo escuché tartamudear, asombrado, pero corté rápida y educadamente lo que sea que tenía que decirme, no estaba de humor para dar explicaciones a nadie y solo quería ahogar mis penas en alcohol, como dicen por ahí.

- Por favor me trae un Jane Walker, ¿la tienen aquí?- pregunté sabiendo que ese whisky es de edición limitada

- Sí, sí- respondió rápidamente el joven camarero y pensé que tendría que dejarle una buena propina solo por soportar mi mal humor, el pobre chico.

- Entonces por favor me trae una trago, bien relleno el vaso- agregué, pensando en que si ya iba a llamar a un conductor sustituto para que me llevara a casa, daba lo mismo el grado de alcohol.

Escuché que me respondía afirmativamente y al poco tiempo me trajo el vaso de whisky y una delicada cubitera de plata por si quería la bebida con hielo, pudiese agregarlo. Recordé a mi padre que siempre tomaba solo el whisky, pero a mi me gustaba más con algunos cubitos de hielo, le rebajaba un poco el sabor, pero le agregaba frescura a mi paladar y la sensación me era más agradable.

Así que mirando a través del amplio ventanal, observé como pasaban las personas, tratando de poner mi mente en blanco y no pensar más en los planes inconclusos de mi vida. A penas di un pequeño sorbo a la bebida cuando la notificación de un mensaje entrante llegó a mi teléfono.

Era un número desconocido y casi estuve a punto de no hacerle caso, pero el nombre de Dylan salió en parte del mensaje, así que de inmediato lo abrí para ver que decía:

“Hola, le escribe un nuevo subalterno del señor Dylan, estábamos en una cena de negocios con unos colaboradores, para terminar de coordinar un proyecto de la empresa, pero el Señor Dylan bebió mucho para complacer a los demás directivos.

Todos se han ido, la reunión terminó y me dejaron a cargo de regresarlo a casa, pero el Señor Dylan se durmió borracho en el auto y ahora no puedo sacarle la información de dirección. Usted figura en su teléfono de emergencias, por eso la llamé, no sé qué hacer”- rápidamente me levanté, pagué el trago que prácticamente ni probé y salí en el auto hacia la dirección que me había dado el chico cuando le pregunté donde estaban ahora.

Según me dijo llevó a Dylan a un hotel a refrescarse para ver si despertaba y cooperaba para llevarlo a casa, pero fue imposible y ya desesperado me llamó para no dejarlo solo y borracho en la habitación del hotel.

Ahora que lo pienso más fríamente, esa historia estaba tan llena de laguna e incongruencias a más no poder, pero yo en ese momento solo tenía en mi cabeza el recoger a mi querido novio y que no se quedara solo en un hotel ahogado en sus propios vómitos.

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