Finalmente, llegó el fin de semana tan esperado por todos, Elena salió con sus maletas de la villa muy animada y con una enorme sonrisa. Nos despedimos en la puerta y cada una se fue para su destino. Prometí llamarla para felicitarla y enviarle un regalo inolvidable. Ella me agradecía continuamente por mi generosidad, acción que me dio mucha gracia dado que luego no me lo iba a agradecer tanto.Sisi ya me estaba esperando en el auto para irnos al aeropuerto, incluso sacamos boletos de viaje para los dos con destino a la provincia M. Llegados al sitio, hicimos el espectáculo de pasar a la sala de abordaje, pero finalmente y cambiados en el baño del aeropuerto por una ropa más discreta, nos escabullimos afuera, con precaución de no ser descubiertos por algún espía de Dylan. Quizás en realidad no se tomaba tanta molestia con nosotros, pero mujer y gay precavidos valen por dos.-Sisi de verdad siento que tengas que pasar tu cumpleaños de esta manera -le dije con vergüenza sentada en el
Reaccioné rápidamente y le pedí a gritos a algunos hombres presentes que me ayudaran a separarlos. - Sisi ya basta, cálmate, cálmate- abracé como pude a Carlos para evitar que fuera de nuevo a golpear a Dylan que gritaba como vieja histérica todo tipo de amenazas vacías, no sé de donde sacaba tanta energía viendo lo deformada que estaba su cara, aunque no era nada de gravedad, iba a demorar un tiempo en bajar toda esa inflamación y arreglarse la nariz. Algunos invitados de la fiesta lo aguantaban y le aconsejaban que fuera al médico con rapidez, Elena lloraba a su lado desconsolada y todo se había convertido en un desastre. Me arrepentía amargamente de mi arrebato de hace unos minutos, pero ahora solo quedaba tratar de solucionar la situación. Por suerte esta villa estaba aislada en una zona casi desierta de la playa porque si no con tanto escándalo los vecinos ya hubiesen llamado a la policía. Solo rezaba para que alguno de los invitados no lo hubiese hecho tampoco. Envié a Carlo
En el aeropuerto me esperaba el Sr. Thomas. Me alegró mucho el saber que él y su esposa, Alicia, seguían administrando y cuidando esa villa de alquiler. Eran una pareja de personas mayores muy alegres que nos cuidaron con dedicación a Carlos y a mí, durante el tiempo de vacaciones que pasamos aquí en nuestra adolescencia. Iba en el auto, hablando animada con el Sr. Thomas, a la vez que le mandaba un mensaje a Carlos asegurándole mi llegada sin contratiempos. Por la hora seguramente seguía durmiendo, estoy segura de que pronto me llegarían noticias del desalojo de Elena.A través de la ventana observaba el paisaje invernal y estaba fascinada por tanta belleza natural, como si fuera la primera vez que lo viera. En algún momento después de terminar de hablar con el Sr. Thomas, me dormí escuchando la suave música de la radio del auto y no desperté hasta que sentí unas suaves manos que me tocaban y la voz de una mujer mayor llamando mi nombre. Abrí los ojos, aún media dormida y vi a la
- ¡Sr. Thomas, Sr. Thomas!- llegando a la villa, me bajé rápido del auto y en lo que verificaba la situación del herido, le gritaba al señor mayor como una loca, rezando por que ya hubiesen regresado de las compras. En unos segundos la pareja salió asustada ante mis gritos. Al ver al hombre herido y desmayado en el auto, la Sra. Alicia se llevó las manos a la boca espantada y el Sr. Thomas frunció el ceño. - Yo… Lo encontré, herido en el bosque- logré decirles como pude, entre el nerviosismo y las ganas de llorar que me invadían ante tanta tensión- no sabía qué hacer… – miré al Sr. Thomas buscando un pilar de apoyo, como quiera que sea es una persona mayor, con más experiencia en la vida y local de la zona. - Tranquila, cálmate un poco, estás temblando- me dijo en un tono calmado que contrastaba con el histérico que yo tenía- entrémoslo primero a la casa- concluyó, cargando acto seguido al hombre desconocido y llevándolo dentro de la villa, a la habitación de huéspedes en la plant
La habitación tenía un olor residual de sangre y a desinfectante. En la cama yacía el hombre con vendaje en muchas partes del cuerpo y hematomas por casi todas las superficies, la cara inflamada y magullada. La respiración un poco lenta y aunque se veía mejor de como lo encontré, en realidad la vista no era muy alentadora. Caminé con cuidado y me senté suavemente en la cama para mirar su condición más de cerca. Tenía una barba descuidada y el pelo también desordenado, si no fuera por la ropa que llevaba, que aunque sucia y rota se veía de buena manufactura y las manos varoniles, pero sin rastros de haber hecho nunca ningún trabajo duro en la vida, además de esa aura de nobleza que emanaba aún inconsciente, hubiese pensado que recogí a un vagabundo. - ¿Cómo te metiste en esta situación?- suspiré sin tener muy claro a quien iba dirigida la pregunta, si a él o a mí. Decidí levantarme y buscar algo que hacer de utilidad, cuando una fuerte mano me agarró por la muñeca de repente. Bajé
Fuera de la casa se encontraban estacionado un Bentley Flying Spur negro y un auto de la policía. Si tenía dudas que el secretario trabajaba para un hombre con buenas posibilidades económicas, al ver su auto se me despejaron las dudas. El Sr. Thomas se propuso a acompañarme, pero me negué amablemente porque ya estoy mayor y me da mucha vergüenza seguirles causando molestias.Así que emprendí mi viaje en el espacioso y ultracómodo asiento trasero del Bentley y como el secretario mantuvo la boca cerrada todo el viaje mientras conducía, yo lo imité e hice lo mismo, igual este tipo de personas no son de los que te van a soltar ningún dato de relevancia así porque te le pongas a cotillear.Llegados al hospital, que debo decir tenía muy buenas instalaciones, subimos el elevador hasta las salas VIP y seguí la espalda del Secretario Conrad hasta que se detuvo delante de una puerta que tenía a dos hércules custodiándola, y digo hércules porque aquellos hombres intimidaban solo de mirarlos, aun
- ¡Qué mierda de escarabajo pelotero!- me gritó Carlos a través de la videollamada, levantándose de golpe de su cómoda cama, acción que provocó que la mascarilla hidratante que tenía en el rostro callera al suelo- ¡Ethan Wilde!, ¿estás segura de que es ese mismo Ethan Wilde, supermultimillonario, misterioso y soltero más codiciado del país, ese del cual casi nadie sabe su apariencia porque no sale en la prensa? - ¿De lo contrario? – respondí a su interrogante con otra pregunta burlona- Puede que ahora se esté descojonando de la risa por haberme mentido y que sea el conserje de tu edificio- le dije sonriendo y me sacó la lengua en respuesta. - Hazte la listilla- respondió sentándose en el cómodo sillón de su cuarto- ¿Qué piensas hacer con su propuesta? Esto es una locura Alex, ¿cómo es que te pasan tantas cosas divertidas estando sin mí? Estoy totalmente celoso – agrega haciendo un lindo puchero. - En realidad más que divertirme tengo mi cabeza echa un lío- confesé agarrando la suav
Con todo dicho y aclarado firmé finalmente el contrato prenupcial y nos casó un notario unos días después, en la habitación del hospital donde se recuperaba el Sr. Wilde. Todo fue sencillo y nada engorroso. Tan rápido que cuando tuve el certificado en mis manos aún no procesaba que acababa de casarme, debo aceptar que muy dentro, en el fondo de mi corazón, me sentí algo triste, siempre había imaginado el día de mi boda como una fecha mágica y genial, donde haría realidad mi sueño tan deseado por cinco años. Todo sería perfecto, la música, la iglesia, el vestido, los invitados, los padrinos y sobre todo el novio. Pero la vida real no es como el cuento de hadas que nos pintan cuando somos pequeñas, la vida real es cruel y está esperando agazapada a que te confíes para desgarrarte las ilusiones y los sueños. Por eso no le daría más la oportunidad de verme humillada y herida, a partir de hoy me quitaré ese estúpido vestido de princesa, para ponerme el traje de guerrera. - Puedes desca