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III. Ya no soy la dueña ni de mi casa

Y así pasamos toda la tarde planificando la revancha, una mujer despechada y un gay vengativo, ¿Qué podría salir mal de esa combinación? Esos dos infieles no sabían la sorpresa que le teníamos preparada.

Llamé a Dylan y le dije que Carlos se quedaría en la noche conmigo, utilicé su misma escusa del proyecto laboral, pero esta vez para mantenerlo lo más alejado posible de mí.

Los días pasaban y me iba recuperando poco a poco, afortunadamente lo más serio que tuve fue la leve conmoción cerebral, las heridas y hematomas en la piel se irían sanando gradualmente. La otra persona involucrada en el accidente salió mucho mejor, solo unos pocos hematomas y una dislocación del hombro, por suerte reaccionó rápido y evitó la colisión directa de los autos.

Le debía mi vida, además de una sustanciosa compensación que tuve que pagarle por los gastos médicos, afectación psicológica y porque lógicamente yo fui la culpable que se saltó la luz roja y casi causa un trágico accidente fatal. Por suerte pudimos llegar a un acuerdo monetario o las consecuencias para mí serían incluso de delito penal.

Después de cumplir los 15 días de hospitalizada, me dieron el alta médica y regresé a mi casa sin avisar a nadie, solo Carlos lo sabía y me llevó en su auto hasta la puerta de la lujosa villa familiar que dejaron mis padres.

- ¿Segura que no quieres que entre?- me dijo apoyado en el auto cruzando sus fuertes brazos sobre el pecho, su cabello rubio cenizo que llevaba hasta los hombros ondeaba suavemente con el viento y esos ojos verde musgo me miraban con preocupación

- ¿Te dije que hoy te ves muy guapo?- le dije halagadoramente tocando un mechón de su pelo entre mis dedos

- Hoy los elogios no te van a salvar señorita- respondió resoplando- tengo miedo que te quedes sola con ellos en esta enorme villa.

- Aquí solo vive Elena y no te preocupes que aún no es tiempo de enfrentarlos, tragaré amargamente mi bilis, pero voy a aguantar lo mejor que pueda- respondí- además son unos hipócritas y unos infieles, pero de eso a ser unos asesinos a sangre fría- agregué no muy convencida

- Bueno- suspiró finalmente dándome un abrazo- me siento como una madre que está entregando a su princesa a un dragón

- Qué exagerado eres- dije dándole palmaditas en sus amplios hombros- Sabes que no soy tan débil, ya no más, he aprendido la lección de la peor forma y no hay manera de que me deje lastimar otra vez tan fácilmente.

Habiendo convencido a Sisi, respiré hondo y me dispuse a ponerme la máscara de hipocresía que tenía preparada. Nadie salió a darme la bienvenida porque obviamente nadie sabía de mi regreso.

Abrí la puerta de entrada a la casa, luego de entrar por el jardín y seguía asombrándome de todos los cambios sutiles, intencionales o no, que habían en la villa. En solo unos pocos días de ausencia muchas cosas eran diferentes.

- Señorita Reed- escucho la voz asombrada de la nueva ama de llaves y recuerdo que la contraté bajo la recomendación de Elena, la antigua señora que atendía a mi familia desde antes de mi nacimiento ya era muy mayor y bajo la persuasión insistente de mi querida prima, le pagué un buen retiro y una alta suma de agradecimiento por sus servicios y cuidado todos estos años.

Sabía que en el fondo la Sra. Elda no quería retirarse, pero yo me creí todo ese cuento de Elena de que era por su propio bien, para que no se lastimara haciendo los quehaceres y que ya olvidaba muchas cosas, incluso que era peligroso subir y bajar las altas escaleras al segundo piso.

En ese momento lo sentí lógico, pero ahora dudaba de mi propia capacidad de raciocinio, ¿desde cuándo me había vuelto una persona fácil de manipular, sin criterio propio y una marioneta de todas las maquinaciones de esa arpía?

- No sabíamos que ya estaría de vuelta del hospital, si no el chofer habría ido a buscarla y tendría preparada una comida nutritiva para usted- agregó con nerviosismo- iré enseguida a avisarle a la Señorita Elena de su regreso, ella ha estado muy preocupada por su recuperación.

- No es necesario que le avises- dije rápidamente deteniendo su apresurada huida.

Estaba muy claro que quería alertar a Elena de mi llegada y posiblemente cubrir algún desliz de su verdadera maestra.

- Ya que estás tan preocupada por mi alimentación, necesito que vayas a comprar algunos ingredientes nutritivos para mi cuerpo.

- Pero… La Señorita Elena quería que yo le llevara ahora unas rosas a su cuarto, iba a hacer eso justo cuando la vi entrando- agregó y ya casi no podía disimular las ganas de dejarme ahí plantada e ir a informar sobre el peligro eminente.

- Desde la última vez que pude comprobar, la dueña de esta casa soy yo y también quien paga tu sueldo- respondí con severidad- Así que si te digo que quiero algo, creo que ya sabes a quién debes darle prioridad y si no lo tienes claro entonces, cuando salgas al jardín a buscar las flores para Elena, sigue de largo y márchate por la misma puerta que entraste hace unos meses.

- Sí, sí, enseguida voy al supermercado, ¿puedo salir con el chofer para que me ayude con las compras? – preguntó nerviosamente tartamudeando con la cara pálida, a lo que consentí moviendo la cabeza afirmativamente.

No soy de las que le gusta abusar de su posición, jamás he visto a las personas que trabajan para mi como menos o esclavos personales míos que se puedo humillar a voluntad. Son seres humanos haciendo una labor digna que agradezco, pero obviamente no iba a seguir poniéndome debajo de la suela de los zapatos de nadie para que me siguieran pisoteando.

Con la informante fuera del camino, subí tranquilamente las escaleras al segundo piso donde estaba mi habitación más cerca de la escalera y la de Elena más al fondo del pasillo.

Caminé despacio hasta su puerta, la alfombra del suelo amortiguaba muy bien mis pasos y además no creo que me escucharan porque estaban muy concentrados en una conversación y quien sabe en qué más, mi prima y por supuesto como no podía faltar, mi querido novio Dylan, ¿o ya debería empezarlo a llamar exnovio?.

- Es demasiado rara su actitud hacia nosotros, estoy muy preocupada – escuché la voz amortiguada por la puerta de Elena- Dylan, amor, ¿me estás escuchando?

- Bebé, no hablemos más de Alexa, si tanto te preocupa entonces en cuanto salga del hospital, hablo con ella para terminar y ya finalmente poder anunciar al mundo que nos amamos- respondió Dylan queriendo sanjar el tema, al parecer ocupado en cosas más placenteras que discutir sobre su relación conmigo.

- ¡No!- escuché exclamar a Elena- ¿cómo se te ocurre que vas a romper con ella ahora que está enferma y ha tenido un accidente?, tenemos que seguir esperando, sabes que Alexa es mi única familia y no quiero herirla, hay que encontrar el mejor momento para decirle sin lastimarla

- Bebé, eres demasiado amable, ojalá tu prima tuviera aunque sea un diez porciento de tu noble corazón. La vida es tan injusta, toda esta villa y riqueza deberían ser tuyas- le dijo Dylan empalagoso y casi no reconozco la voz de mimos que escuchaba, en cinco años ese hombre nunca me había hablado de esa manera, jamás pude escuchar ese cariño y devoción hacia mi persona, yo que tanto lo había apoyado emocional y económicamente, porque sí, él pertenecía a una de las familias más ricas del país, pero no era heredero directo ni nada de eso, era un miembro de la línea lateral de los Wilde.

- No digas eso, Alexa ha sido muy buena conmigo estos años y su familia me crió, pero quién puede luchar contra el amor- agregó Elena con un suspiro de lamentación al final, por lo menos tenía bien claro que estaba mordiendo la mano que le dio de comer, aunque a ella no le importaba.

Torcí los labios en una mueca, pensando si el momento ideal para decirme "sin lastimarme", sería cuando ya se cansara de vivir de mi dinero y vaciar los fondos de mi compañía para subir en el mundo del espectáculo.

- No te preocupes, el bisabuelo me dijo que pronto tendría la oportunidad de ascender en la empresa, al parecer mi tío viene pronto de sus negocios en el extranjero y quizás mi bisabuelo y él llegaron a un acuerdo- le explicó Dylan- ya es hora de que todos vean mis habilidades, estoy seguro de que mi tío va a reconocer mi crecimiento profesional y en ese momento no habrá nada que nos detenga.

- Nunca he visto a tu tío, pero siempre hablas de él, para ser el CEO de tan grande transnacional debe ser increíble- dijo Elena emocionada – Tienes que presentármelo algún día, podríamos comer juntos e invitar también a tu bisabuelo y…- el timbre de un móvil interrumpió sus ilusiones-¿Quién será tan insistente?- dijo y se escucharon unos pasos, posiblemente fue a recoger el celular a la cómoda donde siempre lo deja.

- Es la Sra. Silvia, era la que estaba llamando también hace un rato cuando no me dejaste tomar el celular con tus juegos. Es raro que me timbre si estamos aquí en la misma casa. La llamaré, debe ser algo importante cuando sigue insistiendo- la dejé de escuchar y caminé hacia mi habitación a sabiendas de lo que le iba a decir el ama de llaves.

Entré a mi cuarto que por suerte tuvieron la decencia de mantener sin polvo, aunque ya no me fiaba ni de la limpieza de mi cama; quién sabe qué podría haber hecho esos dos desgraciados en mi ausencia. Así que envié un mensaje a mi chofer para que agregara a la compra un nuevo colchón y nuevos juegos de sábanas y toallas.

Hubiese querido, ni siquiera tener que regresar a esa habitación o peor, a la casa, pero no podía huir sin finalizar mis objetivos, ella se encargó de contaminar la casa de mi niñez, donde tenía tantos recuerdos hermosos con mis padres, y la convirtió en un lugar indeseado para mí.

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