Todos los capítulos de Un vientre de alquiler para el CEO: Capítulo 1 - Capítulo 10
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Si no eres tú, será con otra
«No me queda mucho tiempo y quisiera conocer a mi nieto antes de morir».Enterarse de que su madre estaba enferma y de que tenía un tumor en el cerebro que era inoperable, había dejado a William en shock.Llevaba dos horas sentado en la barra de un bar con la intención de ahogar en cada trago la nefasta noticia, pero a su mente llegaba la conversación una y otra vez.—No puede ser —le dijo y negó con la cabeza, pero su madre comenzó a mostrarle informes médicos.—No hay nada que hacer, hijo. Nunca tuve síntomas, todo ocurrió de repente.—¡¿De repente?! —gritó y se arrepintió al instante—. Lo siento, madre, pero me niego a creer que no se pueda hacer nada. Iremos a los mejores doctores, te llevaré…—El dinero no siempre compra la vida, Will. Antes de darte la noticia me aseguré de ver todas las posibilidades, no hay solución.Odió ver la aceptación de su madre, desde que su padre había fallecido dos años atrás, no había vuelto a ser la misma. Parecía como si aquella noticia no le causa
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¿Quieres llevar a mi hijo en el vientre?
Kathleen estaba desesperada.Desde el accidente de tráfico que la había dejado huérfana de madre y con un padre en silla de ruedas, ella se había convertido en el único sostén de su casa.Tuvo que abandonar sus estudios para hacerse cargo de su padre y de su hermano pequeño cinco años atrás.Desde entonces, Kath era empleada de la compañía Hudson, una de las empresas tecnológicas más importantes del país. Su jefe, William Hudson, era uno de los empresarios que encabezaban la lista de los más adinerados y poderosos.Suspiró al recordar las contadas ocasiones en las que coincidió con él. Era un hombre guapo a la par de enigmático. Amable con todos los empleados sin importar a qué se dedicaran.En su primer día allí estaba tan nerviosa, que al verlo no pudo evitar tropezarse con la cubeta que usaba para limpiar el suelo de la entrada. Con el ruido que provocó, y el desastre del agua esparciéndose por las baldosas, quiso escapar de su humillación, pero terminó ocurriendo lo peor.Kathleen
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Lo tengo que pensar
Kathleen sabía que parecía un besugo con la boca abierta intentando procesar lo que su jefe acababa de decirle.Por más enamorada que hubiera estado siempre de él, no iba a permitir que creyera que podía comprar su cuerpo. Ella era una chica decente, le había confiado sus problemas porque él se lo había pedido, pero no para que la humillara de esa forma.Si quería acostarse con una mujer que lo hiciera con su novia, Kath sabía muy bien que tenía pareja. La había envidiado en silencio desde que comenzaron la relación. Siempre salían en la prensa y se veían muy enamorados, pero después de lo que le acababa de proponer ya lo dudaba.Esa fachada de hombre perfecto que siempre había imaginado se acababa de caer de un solo golpe.—¡¿Cómo se atreve?! —se defendió y comenzó a levantarse para huir de allí—. Yo no soy ese tipo de mujer.William la miró como si estuviera loca y le ordenó que se sentara de nuevo.—Siéntate.—No, señor, necesito el trabajo y el dinero, pero no pienso… Hmm, ¡prosti
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Vamos a solucionarlo
William decidió salir de su oficina unas horas después, le había dicho a su secretaria que anulara todos sus compromisos de ese día y que si ocurría algo urgente lo llamara.En aquel momento, solucionar el tema de ser padre era lo más importante.Primero se dirigió a la oficina de personal para hablar con Roger, el encargado de los empleados, y pedirle todas las referencias que tuviera de Kathleen.—¡Señor Hudson! —lo recibió Roger con asombro—. ¿En qué puedo ayudarlo?Ese hombre ya trabajaba allí cuando su padre aún vivía y era de su total confianza.—Quería que me dieras información sobre una de las empleadas.—Sí, claro, ¿ocurrió algo?William negó con la cabeza.—Se llama Kathleen —intentó recordar su apellido, pero nunca llegó a preguntárselo—. Ella se ocupa…No le dio tiempo a terminar su frase, cuando una sonrisa se dibujó en el rostro de Roger. La expresión afable del hombre, le hizo presagiar que lo que tenía que contar era bueno.—Es una excelente joven, por eso le encomendé
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Cumpliremos la última voluntad de tu madre
Kathleen no podía creer lo que acababa de ocurrir.Se encontraba saliendo del banco junto con su jefe. Ese hombre estaba loco, no solo había conseguido que descongelaran su cuenta. Además, había liquidado la deuda de los meses atrasados de la hipoteca y completó el pago de la casa.Ella debía estar soñando, lo que acababa de vivir era imposible que fuese real.—No sé cómo agradecérselo, señor Hudson —le dijo cuando por fin estuvieron en la calle—. Le prometo que trabajaré sin descanso para pagárselo todo. Puede descontarme todos los meses de mi nómina y…—Kathleen —la detuvo y, sin que lo esperara, le sujetó ambas manos—. Perdón, estabas gesticulando mucho y me ponías nervioso.—Lo siento, señor Hudson —murmuró y agachó la cabeza, avergonzaba.—Creo que podrías comenzar a llamarme William, vamos a pasar mucho tiempo juntos. Ahora ven, te llevaré a la clínica para que te hagan algunas pruebas y no aseguremos de que todo esté bien.Kath sintió un calor que se expandía por su cuerpo. Él
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Él es maravilloso
Shirley no podía creer que William se hubiera presentado en la cafetería donde estaba compartiendo un desayuno con sus amigas. Casi sin saludar a nadie entró, la hizo levantarse y se despidió mostrando esa sonrisa que tantas veces le había dicho que era solo para ella. ¿Acaso no se daba cuenta de que cuando sonreía de esa no había mujer que no se derritiera a sus pies? Después, sin darle más explicaciones, la había hecho subir a su coche… ¡En el asiento de atrás! No podía creerlo, ese mujeriego se había atrevido a llevar a otra mujer junto a él y tenía el descaro de restregárselo en la cara. Esa gata, que no tenía comparación alguna con su belleza, había pasado todo el camino disculpándose y rogándole a William que cambiaran de lugar, pero él se había negado. Estaba furiosa. A lo largo del trayecto no dejó de escuchar una y otra vez: ¿Kath estás cómoda? ¿Kath quieres que suba el clima? ¿Kath si tienes frío puedo poner la calefacción? ¿Kath qué música te gusta? —Vamos, no seas tími
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¡Jamás ocurrirá!
Después de escuchar la opinión del doctor, Will pidió hablar con Shirley para convencerla. Necesitaba que ella entendiera su punto de vista y que comprendiera que nada cambiaría en su relación. —¿Podría dejarme un momento a solas con mi prometida? Una vez que todo quedara aclarado con Shirley, hablaría de nuevo con el doctor, ya buscaría la forma de convencer a Kathleen. Sabía que todo se había complicado, pero no podía rendirse cuando estaba tan cerca de conseguir el objetivo. —Claro, señor Hudson. Háblelo con su pareja y si cambian de opinión, no duden en decírmelo. En cuanto el afable hombre se marchó, enfrentó a Shirley.—No pienso dejar que me humilles de esta forma, Will. Ya escuchaste, en este momento soy estéril, pero en futuro todo cambiará. ¿Acaso piensas desecharme por eso? William la agarró del brazo y se la llevó hasta el fondo del consultorio. Su prometida cuando se enfadaba comenzaba a gritar y no quería que Kath pudiera escucharla. —Espero que no montes un espectá
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Te llevaré a tu casa en lugar de a un hotel
Will se sentía bastante nervioso, había dejado a Kathleen acostada en una camilla y varias enfermeras la estaban preparando. Él había salido para darle la privacidad necesaria y porque no se sentía bien con su conciencia. —William, sabes que esto no está bien —la voz del doctor se escuchó a su espalda—. Debes decirle a esa chica que los óvulos que se usarán son los suyos. Ella será la madre biológica y no es ético que me obligues a hacerlo. Si se llega a saber mi carrera estará en peligro.Al parecer su conciencia también sabía hablar, además de estar dándole una terrible jaqueca. —¿Ahora me llamas William? Antes era señor Hudson —se quejó y miró a ese hombre que conocía desde niño—. Yo lo solucionaré, tú hazlo, hablaré con Kathleen cuando sea el momento. —Ahora no hay nadie y puedo hablarte como si lo hiciera con mi hijo. Esto que haces no es correcto. —Pero lo harás, sabes que estás en deuda conmigo y que me lo debes. Yo te ayudé cuando más lo necesitabas, recuerda, cuando tu ca
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Jamás te pondría en segundo lugar
Durante todo el trayecto, Kathleen no fue capaz de decir más que un par de monosílabos. Aunque William se empeñaba en darle conversación y se interesaba una y otra vez en su salud, ella se dedicó a lanzar gruñidos como si fuera un perro. Estaba muy nerviosa, sabía lo que seguiría a continuación, él conocería su casa, a su familia. Su jefe no encajaba en interior de su humilde hogar, su padre se preguntaría por qué ese hombre se encontraba allí. Ella solo era la chica de la limpieza, alguien fácil de sustituir por otra persona. ¿Cómo iba a creer su padre que estaría fuera varios meses por trabajo? Porque Will se empeñaba en que se mudara a vivir con él desde el mismo momento en que el proceso se completara. —¿En qué piensas Kath? Te ves muy seria, ¿de verdad te sientes bien? —dijo, mirándolo de reojo, sin perder la atención en la carretera—. Sabes que si puedo hacer algo por ti solo debes de pedirlo. «Podrías comportarte como un imbécil para desengañarme y dejar de estar así de ena
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No sabes las ganas que tengo de verte llevando a mi hijo dentro de ti
Cuando llegaron a su barrio, Kathleen intentó encogerse en el asiento para pasar desapercibida. Podía ver a través de los cristales a sus vecinos observando aquel coche demasiado lujoso para la humildad que se respiraba allí. —No hace falta que te escondas, tú puedes verlos, pero ellos a ti no —escuchó la voz de Will y se notaba molesto, algo rato en él, ya que siempre parecía estar de buen humor—. No sabía que te avergonzara que te vieran conmigo. Kath lo miró sin entender, hasta que el significado de sus palabras se aclaró en su mente. —Oh, no, señor Hudson, no es eso —quiso explicarse, pero su jefe se mostraba demasiado serio. —Tal vez tenga un novio oculto y no desee que la vea conmigo, lo entiendo, señorita Olsen —la formalidad en su tono, cuando momentos antes había estado abrazada a él y en su regazo, la descolocó. ¿Qué había hecho mal?—Yo no… No tengo ningún novio oculto —se apresuró a aclarar, aunque hubiera querido tener uno para que William no le provocara tantas sens
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