AMELIEMartes.Hoy sería un gran día, o por defecto, eso tendría que ser así; pues, al lograr firmar un contrato de suma relevancia para la empresa, es motivo para celebrarlo con todos los empleados. Sin embargo, la mala suerte despertó abrazado conmigo, y me he dado cuento que me dio los buenos días, en el momento exacto, en que mi café se derramó por mí al resbalarse de mis manos.Ahora, luego de cambiarme, estaba saliendo de la casa, con el tiempo pisándome los talones. Subo a mi coche. Incrusto las llaves donde deben ir, e inmediatamente lo giro para encenderlo, pero este no lo hace.—No, no, no —susurro para mi sola. Este no es momento.Anoche funcionaba a la perfección.En ese instante, mi celular suena, y es solo un número desconocido lo que aparece en pantalla. Miro la hora, y deduzco que no será del trabajo, porque aún falta unos pocos minutos para la entrada. Contesto.—¿Bueno? —hablo, con una duda latente. Todo mi día inicio con el pie izquierdo, que no quiero otra sorpresa
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