Hice una mueca, cuando sentí el frío líquido tocar mi piel. No iba a hacer una escena ridícula, pero sí, me sentía molesta, y desde un principio, presentí que esto iba a pasar. —Actos pobres, provienes de personas pobre de inteligencia —siseo—. No se preocupe por mí, señor Wright. Me extiende una servilleta, cuando la mujer que me vertió el agua se pone de pie. —¿Cómo te atreves a llamarme pobre? —grazna la misma—. Defiéndeme, Isma. Sonrío y me pongo de pie, para retirarme, tomando la servilleta de la mano de mi jefe. De reojo, pude notar, como se estaba conteniendo para no estallar, las venas en su cuello, y el puño hecho en su mano. —No debes molestarte por eso. A una cuadra de aquí hay ofertas en ropa. Digo, por si necesitas ir —dice su hermana, riéndose. —Siempre lo arruinas todo. ¿Es esa la educación que te di? —sisea mi jefe a su hermana. Ella tenía el rostro pálido después de escucharlo, asustada—. Me has decepcionado una vez más. Me has avergonzado frente a personas impor
La felicidad de mi hija, no se comparaba con nada, y a pesar de que, a cada rato, me recordaba que el hombre sentado en una de las sillas de mi cocina, era no solo mi jefe, sino el hombre más importante de todo el país y del mundo, trataba de mantenerme serena, aunque por dentro estallaba de emoción, como una adolescente. Se mostraba bastante cómodo, mientras hablaba de cosas sin sentido tanto con Maga y con mi madre, mientras yo, preparaba un zumo de naranja, para beber. —Entonces… ¿Qué hace un hombre poderoso como tú, acompañando a mi hija y a mi nieta, hasta la casa? —¡Mamá! —exclamo avergonzada. —¡¿Qué tiene de malo que pregunte?! Al fin de cuentas, no tienes experiencia con los hombres. —Nuestra relación es meramente profesional —respondo tajante—. Y ese, es un tema personal. No debes gritarlo a los cuatro vientos. El señor Wright, me observaba de forma meticulosa, y a su vez, intentaba ocultar la sonrisa en sus labios, quizás, para no hacerme sentir más avergonzada de lo qu
A penas puse un pie en la empresa, Patty y los chicos m bombardearon con preguntas. —¿Dónde te metiste anoche? Te he dejado miles de llamadas perdidas —inicia m amiga. —La noche estuvo estupenda, jefa. Solo faltabas tú —comenta otro de mis chicos. —Es verdad. ¿Por qué no has venida? —pregunta otra chica. —De verdad, lamento no poder estar, surgió algo importante, y tuve que buscar a mi hija del kínder —explico y parece que todos entienden. —Espero que podamos recuperar, además de que usamos tú dinero. Eres muy buena, jefa. En ese instante, aparece el señor Wright, y todos y cada uno de ellos, huyen como moscas asustadas, por un veneno en aerosol. “Vaya comparación, Amelie.” —¿De qué fiesta hablaban? —pregunta con la voz varonil y el ceño fruncido en confusión. —De nada importante, señor Wright. ¿Qué trae allí? —pregunto, para cambiar a conversación. —Escuche que utilizaste dinero, para una fiesta a la que, no asististe. Explícame. —Solo festejaron lo del contrato. Ya sabes,
ISMAEL WRIGHT.Peculiarmente, algo muy raro para una persona tan sedentaria como yo, esta mujercita recién divorciada, ha acariciado una fibra sensible en mí y ha despertado un sentimiento poco peculiar. El deseo desenfrenado de poseerla.Por el momento se ha mantenido muy tranquila, respondiendo a mis caprichos; sin embargo, muy en el fondo, estoy seguro, que ella es una fiera salvaje, capaz de sacarme de quicio en cuestión de segundos.La ayudé a ingresar a la nueva casa, que lo compré netamente para nosotros, no para terceros, ni para mí, sino para nosotros. Tanto ella como yo, podemos venir aquí cuando quisiéramos, sin siquiera preguntar nada.Me quito el saco y lo lanzo en el sofá, mientras me dirijo hacia la cocina. Quito una botella con agua y lo bebo, para después, voltear y verla observar el lugar, intacta en su lugar.—Es muy bonita —dice, y simplemente sonrío leve. Me encanta impresionarla.—¿Quieres comer algo? —Ella niega, mientras baja su bolso sobre el sofá y viene haci
Giro para ayudarla, aseguro a su hija, luego de tranquilizarla, posterior a eso a ella, abrocho su cinturón y me meto en el lado del conductor. Enciendo el coche pobre que tiene y nos pongo en marcha. —Lamento que hayas tenido que ver todo eso —susurro, la miro, y tiene la mejilla aun roja. Su hija se ha quedado dormida. —¿Lo ha hecho antes? —Me observa y sé que entiende a que me refiero. —Es un tema complicado. —¿Por qué lo permites? —No lo permito, es más, no me ha tocado en más de tres ocasiones, y antes de que digas algo, en ese tiempo estaba enamorada. El amor suele volver estúpidos a las personas, especialmente en la juventud —No digo nada, pues tiene razón. Nos vuelven imbéciles, cegados por las mariposas estúpidas. —¿Por qué no me despertaste? —No iba a molestarlo, además, no debería inmiscuirse en esto. Es una situación… —No me pidas eso. Me voy a meter porque, en primer lugar, ha golpeado a mi mujer frente a su hija —Hecho un vistazo a la niña y está dormida—, y segun
AMELIE.El comportamiento de Dante es una de las razones por la que nuestro matrimonio se desvaneció, y pese a todas las señales, quise salvarlo hasta el último segundo. No funcionó.Esa noche, mi hija cayó enferma con fiebre de cuarenta grados. Es algo que suele suceder cuando tu garganta esta irritada y una fuerte gripa te va a llegar, pero no es una situación que implica que él tenga el derecho de arrebatarme a mi hija. Su amenaza me ha asustada, de hecho, sigo asustada. Él tiene todo el poder de ganar, se va a casar y su futura esposa tiene el dinero, mientras yo, solo soy una mujer soltera, incapaz de brindarle una familia a mi hija.Estaba muy asustada con la situación.No obstante, el temor desapareció solo un poco, pues cuando el señor Wright apareció, cierta paz se apoderó de mí, entregándole a él el peso de la situación. Se sintió bien no sentirse sola, cargando con todo.Me defendió como un príncipe azul defendiendo a su princesa, me protegió de los golpes del enemigo.No s
—¿Por qué lo corriste? —Mi madre se acerca a mí, reprendiéndome—. Se ha estado comportando de una manera muy caballerosa, y tú lo corres. —Ahora no, mamá. —¿Entonces, cuando? ¿Crees que me gusta verte de esta forma? Sola y triste. Desdichada —La miro incrédula. —No estoy triste ni desdichada, y mucho menos sola —respondo indignada. —¿Por qué lo hiciste? —insiste. —Por Maga. ¿Contenta? Ella se ha encariñado mucho con él, y pues, seamos honestos. Tanto el señor Wright como yo, no estamos preparados para una relación por mas solteros que estemos —explico—. Acabo de divorciarme y lo conozco hace apenas, unos días. “Y ya se conocen hasta el alma” —pienso. —Pero se atraen, podrían conocerse. Solo no te cierres. —Lo más importante en estos momentos es mi hija, su seguridad. Debo conseguir un buen abogado, porque Dante, me ha amenazado con quitármela —suelto, y mi madre, casi grita. —¡Ese imbécil! No va a lograr. Eres una excelente madre. —Pero estoy sola, no puedo darle una familia
El señor Wright solo entró a mi oficina para decirme eso, y obviamente, poder ver mi reacción; sin embargo, me mantuve serena en todo el tiempo que estuvo parado en mi puerta. Al final, parecía haberse molestado, por no darle la atención que esperaba y se marchó. Frustrado es la palabra que lo describe mejor. Reí en mis adentros. Y nuevamente, me concentré en mis tareas cotidianas, sumergiéndome de lleno en ellas. Ni siquiera me percaté que ya era de noche, hasta que nuevamente, él invadió mi espacio personal. —¿Qué es lo que buscas ahora, señor Wright? —pregunto con aburrimiento—. He perdido la cuenta de las veces que has ingresado aquí. —Entro a donde yo quiera, y cuando quiera —responde. Lo observo y tiene la ceja levantada, desafiándome—. Y en estos momentos, quiero entrar entre tus piernas. —¡Dios! Eres imparable. —Simplemente, suelta una carcajada. —Te voy a respetar. No haremos nada que no quieras, aunque deseo que también lo quisieras —Pongo los ojos en blanco—. Solo te