AMELIE.Esta era una etapa que jamás imaginé podría atravesar. Ni en mis mejores sueños pensé que mi padre estaría vivo, y ahora, luego de tanto extrañarlo, estamos en el mismo lago, donde tantas veces, me enseñó a pescar y me hablaba sobre anatomía animal.La gran diferencia es que, ahora tenemos compañía. Una Magali feliz de conocer a su abuelo, yo, siendo una hija feliz por tener a su padre de regreso. Un esposo devoto un haciendo en crecimiento, empleados leales. Esto en verdad es, una vida de ensueño.Siento unos brazos rodearme la cintura, y unos labios, darme mimos en la mejilla.—Te extrañé, cariño —musita, apartándose, y tomando asiento debajo del árbol—. ¿Recordando viejos tiempos?—Así es —respondo feliz.—Amor… quiero invitarte a cenar esta noche —dice—. ¿Aceptarías?Sonrío por su forma de decirlo, o, mejor dicho, pedirlo. Sin presiones. Sabe que estoy pasando más tiempo de lo habitual con mi padre, y eso él lo respeta. Pero no puedo negarme a esto; Ismael se merece tambié
DIEZ AÑOS DESPUES. AMELIE. La familia unida, es el mejor regalo que la vida puede brindarte. Los obstáculos que atraviesas, son grandes pruebas que te permiten aprender para el futuro. Yo he aprendido, que la maldad no te lleva nada. Que la ambición es buena, si tus intensiones son buenas. Mi madre, o, mejor dicho, la mujer que me crio, ha cometido una cantidad infinita de crímenes, que ya hasta se ha perdido la cuenta y sigue encerrada como consecuencia. No se ha arrepentido de ninguno de sus pecados. Pero no por eso, yo debo ser como ella. A pesar de todo, ante mis ojos, siempre ha sido mi madre, y parte de mi enseñanza. —¿No te cansas de venir a verme? —musita, al otro lado del vidrio. —No dejaré de venir, salva que no quieras recibirme —sonrío—, pero sigues aceptando mis visitas. —Solo por aburrimiento. —Han pasado diez años. ¿Cómo te sientes? —pregunto. —Como una rata libre —responde tosca. —Entiendo —respondo. Las ratas no son libres, viven ocultos como una plaga, por
AÑOS ATRÁS. AMELIE. Una cena exquisita, músicos a nuestro alrededor tocando una linda melodía, flores y velas. Todo era de ensueño. De un momento a otro, Dante, se pone de rodillas en frente de mí y ante la vista de todos los presentes. Sorprendiéndome. El hecho de que él se atreva a hacer un acto romántico ya hablaba muy bien de lo serio que se tomaba lo nuestro. —Amelie Verlice. ¿Aceptas casarte conmigo? —Llevaba una caja que dejaba ver una sortija sencilla, extendida hacia mí. —Sí, si… acepto casarme contigo, Dante —respondí emocionada y desde ese mismo instante, nuestra historia inició. Desde ese día hemos vivido como marido y mujer y luego de cuatro años, tuvimos nuestra primera hija. Tan hermosa, tan adorable, tan frágil y tan fuerte a la vez. Con el tiempo todo fue cambiando, él se fue distanciando de nosotras, convirtiendo su machismo en algo extremo queriendo encerrarme y evitar superarlo en todo. Obvio, tampoco le convenía, porque no tendría la comodidad que pongo en
AMELIE. ACTUALIDAD. Un día hermoso, quizás sería el mejor; la última oportunidad que le doy a éste matrimonio que poco a poco me está consumiendo la vida. Eran apenas las ocho de la mañana y necesitaba salir temprano, para poder organizar una sorpresa para Dante, por su cumpleaños. Me acerco hasta la oficina del gerente, y éste me recibe un poco serio. —Señor Campell —El hombre levanta la mirada para observarme con el ceño fruncido, pidiéndome que prosiga—. Solicito permiso para ir a retirar a mi hija del kínder. —Tómate el día, Verlice. Eres la mejor en tu área, por lo que no hay problema —responde sin volver a mirarme. —Gracias, señor —digo, y salgo de su oficina. Tomo mi cartera y me retiro del edificio. Subo a mi auto, y paso directamente por la escuela de mi hija. Necesitábamos hacer esto juntas, y me sentía emocionada. Hoy era su cumpleaños, por lo que, en verdad, deseaba que estuviera feliz y se diera cuenta de la familia que teníamos. Me estacioné frente a la escuela,
El mensaje me pareció repugnante, y con la rabia instalada en la sangre y la decisión tomada; decidí quedarme unas horas extras en la oficina y así, poder redactar un acuerdo de divorcio. Un buen rato después, cuando me convencí de todo lo que solicitaba en este documento, lo firmé sin dudar ni un segundo y salí de la empresa, dispuesta a negociar con Dante.Él no tenía ni idea de que yo lo había pillado con su amante y mucho menos, la sorpresa de cumpleaños que le daría en este instante. Cuando me estaciono frente a la casa, tomo a carpeta donde se encuentra el documento, junto un lapicero y con pasos seguros, me adentro en el interior.Estaba en silencio, con las luces tenues, decorados con rosas y algunas velas y el aroma de una cena exquisita. Sonreí, porque si no hubiese visto lo de hoy, hubiera caído fácilmente a este juego de seducción. Talvez,
Reconocía a la perfección ese rostro, por el simple hecho, de que se grabó de forma instantánea en mi cabeza. Cada uno de sus gestos de placer, cuando cabalgaba sobre el hombre que juró ser fiel hasta el final de nuestros días. —¡Hermano! —gritó, con una alegría digna de admirar. Sin embargo, yo estaba tensa con su manera de llamar a mi jefe. Estaba aún más sorprendida, y la situación comenzó a encajar. No me extraña que Dante haya aceptado con tanta facilidad marcharse con las manos vacías, sin ningún centavo, sin darme pelea. Obviamente, la respuesta la tenía en frente de mis ojos. Tenía una mujer rica a su lado. —¿Qué haces aquí, hermana? —preguntó con un tono carente de felicidad, lo opuesto a como ella se encontraba en estos momentos—. ¿Sigues con la misma idea de siempre? —Mi bebé ya se divorció, me lo ha asegurado y ahora, por fin podremos casarnos. ¡¿No es eso lindo?! —manifiesta, como una niña viviendo un cuento de hadas. “Claro q
Dentro del salón, tuve que actuar como si en verdad no me importaba nada, y la verdad, es que es así. Admito que sí me molesta el hecho, de que conmigo, nunca se ha mostrado interesado en mis asuntos, y ni siquiera, pensó en nuestra hija. Pero fuera de eso, nada más. —Hola —La misma voz chillona y venenosa de la hermana de mi jefe. Volteo para enfrentarla con la sonrisa más radiante que puedo brindar. Sé cuáles son sus intenciones, y no le permitiré tales actos sin defenderme—. Mucho gusto; soy Isidora Wright, la hermana de Ismael. La observo sin importancia, demostrando desinterés en su papel, pero con bastante educación. —El gusto es mío —respondo, tomando su mano de forma educada y ejerciendo una leve presión sobre ellas—. Soy Amelie Verlice; jefa del departamento de ventas. Mi respuesta al parecer la descoloca un poco, haciendo tambalear su sonrisa irónica. Del mismo modo, veo como el rostro de mi ex esposo se vuelve rojo, quizás por la vergüenza. —Hermano, pensé que era tu a
Cuando la luz del día se filtra por la ventana del majestuoso hotel, me doy cuenta de todo. Los recuerdos de mis comportamientos pocos prudente, el socio acosador y, sobre todo, los labios de mi jefe, consumiéndome. Llevo mis dedos sobre mis labios, como si con ello pudiera repetir el momento, hasta que caigo en cuenta, que estoy sentada y completamente desnuda.Miro para un costado y puedo verlo a mi lado. El señor Wright se encuentra profundamente dormido, con todas sus facciones relajadas.¿Realmente lo hice?Me levanto de la cama con mucho cuidado para no despertarlo; observo mi vestido completamente desgarrado, por lo que obviamente no tengo con que salir. Me pongo a rebuscar en cada cajón de su estantería hasta que encuentro un pantalón, una remera y sin dudarlo, me visto con ellos. Tomo mi bolso de mano, después de dejar bien doblado mi pobre vestido roto, y camino hasta la salida. Hecho una última mirada al hombre que me dio la mejor noche de placer, para salir completamente.