AÑOS ATRÁS. AMELIE. Una cena exquisita, músicos a nuestro alrededor tocando una linda melodía, flores y velas. Todo era de ensueño. De un momento a otro, Dante, se pone de rodillas en frente de mí y ante la vista de todos los presentes. Sorprendiéndome. El hecho de que él se atreva a hacer un acto romántico ya hablaba muy bien de lo serio que se tomaba lo nuestro. —Amelie Verlice. ¿Aceptas casarte conmigo? —Llevaba una caja que dejaba ver una sortija sencilla, extendida hacia mí. —Sí, si… acepto casarme contigo, Dante —respondí emocionada y desde ese mismo instante, nuestra historia inició. Desde ese día hemos vivido como marido y mujer y luego de cuatro años, tuvimos nuestra primera hija. Tan hermosa, tan adorable, tan frágil y tan fuerte a la vez. Con el tiempo todo fue cambiando, él se fue distanciando de nosotras, convirtiendo su machismo en algo extremo queriendo encerrarme y evitar superarlo en todo. Obvio, tampoco le convenía, porque no tendría la comodidad que pongo en
AMELIE. ACTUALIDAD. Un día hermoso, quizás sería el mejor; la última oportunidad que le doy a éste matrimonio que poco a poco me está consumiendo la vida. Eran apenas las ocho de la mañana y necesitaba salir temprano, para poder organizar una sorpresa para Dante, por su cumpleaños. Me acerco hasta la oficina del gerente, y éste me recibe un poco serio. —Señor Campell —El hombre levanta la mirada para observarme con el ceño fruncido, pidiéndome que prosiga—. Solicito permiso para ir a retirar a mi hija del kínder. —Tómate el día, Verlice. Eres la mejor en tu área, por lo que no hay problema —responde sin volver a mirarme. —Gracias, señor —digo, y salgo de su oficina. Tomo mi cartera y me retiro del edificio. Subo a mi auto, y paso directamente por la escuela de mi hija. Necesitábamos hacer esto juntas, y me sentía emocionada. Hoy era su cumpleaños, por lo que, en verdad, deseaba que estuviera feliz y se diera cuenta de la familia que teníamos. Me estacioné frente a la escuela,
El mensaje me pareció repugnante, y con la rabia instalada en la sangre y la decisión tomada; decidí quedarme unas horas extras en la oficina y así, poder redactar un acuerdo de divorcio. Un buen rato después, cuando me convencí de todo lo que solicitaba en este documento, lo firmé sin dudar ni un segundo y salí de la empresa, dispuesta a negociar con Dante.Él no tenía ni idea de que yo lo había pillado con su amante y mucho menos, la sorpresa de cumpleaños que le daría en este instante. Cuando me estaciono frente a la casa, tomo a carpeta donde se encuentra el documento, junto un lapicero y con pasos seguros, me adentro en el interior.Estaba en silencio, con las luces tenues, decorados con rosas y algunas velas y el aroma de una cena exquisita. Sonreí, porque si no hubiese visto lo de hoy, hubiera caído fácilmente a este juego de seducción. Talvez,
Reconocía a la perfección ese rostro, por el simple hecho, de que se grabó de forma instantánea en mi cabeza. Cada uno de sus gestos de placer, cuando cabalgaba sobre el hombre que juró ser fiel hasta el final de nuestros días. —¡Hermano! —gritó, con una alegría digna de admirar. Sin embargo, yo estaba tensa con su manera de llamar a mi jefe. Estaba aún más sorprendida, y la situación comenzó a encajar. No me extraña que Dante haya aceptado con tanta facilidad marcharse con las manos vacías, sin ningún centavo, sin darme pelea. Obviamente, la respuesta la tenía en frente de mis ojos. Tenía una mujer rica a su lado. —¿Qué haces aquí, hermana? —preguntó con un tono carente de felicidad, lo opuesto a como ella se encontraba en estos momentos—. ¿Sigues con la misma idea de siempre? —Mi bebé ya se divorció, me lo ha asegurado y ahora, por fin podremos casarnos. ¡¿No es eso lindo?! —manifiesta, como una niña viviendo un cuento de hadas. “Claro q
Dentro del salón, tuve que actuar como si en verdad no me importaba nada, y la verdad, es que es así. Admito que sí me molesta el hecho, de que conmigo, nunca se ha mostrado interesado en mis asuntos, y ni siquiera, pensó en nuestra hija. Pero fuera de eso, nada más. —Hola —La misma voz chillona y venenosa de la hermana de mi jefe. Volteo para enfrentarla con la sonrisa más radiante que puedo brindar. Sé cuáles son sus intenciones, y no le permitiré tales actos sin defenderme—. Mucho gusto; soy Isidora Wright, la hermana de Ismael. La observo sin importancia, demostrando desinterés en su papel, pero con bastante educación. —El gusto es mío —respondo, tomando su mano de forma educada y ejerciendo una leve presión sobre ellas—. Soy Amelie Verlice; jefa del departamento de ventas. Mi respuesta al parecer la descoloca un poco, haciendo tambalear su sonrisa irónica. Del mismo modo, veo como el rostro de mi ex esposo se vuelve rojo, quizás por la vergüenza. —Hermano, pensé que era tu a
Cuando la luz del día se filtra por la ventana del majestuoso hotel, me doy cuenta de todo. Los recuerdos de mis comportamientos pocos prudente, el socio acosador y, sobre todo, los labios de mi jefe, consumiéndome. Llevo mis dedos sobre mis labios, como si con ello pudiera repetir el momento, hasta que caigo en cuenta, que estoy sentada y completamente desnuda.Miro para un costado y puedo verlo a mi lado. El señor Wright se encuentra profundamente dormido, con todas sus facciones relajadas.¿Realmente lo hice?Me levanto de la cama con mucho cuidado para no despertarlo; observo mi vestido completamente desgarrado, por lo que obviamente no tengo con que salir. Me pongo a rebuscar en cada cajón de su estantería hasta que encuentro un pantalón, una remera y sin dudarlo, me visto con ellos. Tomo mi bolso de mano, después de dejar bien doblado mi pobre vestido roto, y camino hasta la salida. Hecho una última mirada al hombre que me dio la mejor noche de placer, para salir completamente.
El día lunes llegó, y volver al trabajo era una situación por la que no quería atravesar. Parecerá algo muy infantil de mi parte, pero no tengo idea de cómo enfrentarme a la situación de mirarlo a los ojos, sin que se me venga el recuerdo de lo que hicimos.Doy varias respiraciones profundas, y camino fuera de mi habitación, donde me encuentro con mi madre.También debo buscar una niñera que se encargue de mi hija, pues salgo más temprano de la casa que ella, y por el momento es mi madre quien se encarga de ayudarme.—Gracias por quedarte con ella. De verdad. Prometo encontrar una niñera lo más pronto posible —digo, apenada pues sé que está dejando de lado su trabajo en el campo, por quedarse aquí con Maga.—No digas tonterías. Sabes que estoy feliz de quedarme con mi nieta.—Gracias de todas formas —musito y me acerco a abrazarla—. No sé qué haría sin ti.—Anda; ve a trabajar mi niña, que yo, me encargo de llevarla al kínder —manifiesta.Salgo de la casa y me monto en mi coche. Condu
ISMAEL WRIGHT.Volver a estas tierras no estaban parte de mis planes, pero aquí estaba, furiosamente concentrado en el trabajo, tratando de disipar los recuerdos del pasado que aún me golpean con fuerza.Había una presión asfixiante comprimiendo mi tórax, impidiendo con eso, que pueda respirar libremente.Cuando pisé tierra, lo primero que solicité fue una reunión, para que todos me conozcan y sepan que soy su nuevo jefe. Dejarles en claro que soy el que manda y que las cosas se harán como yo lo dicte. Sin embargo, en el rebaño, siempre existe un que es rebelde y en mi caso, en la empresa había una mujer en particular que, se veía bastante empoderada, tranquila y a su vez, muy inteligente.Cuando llegó a la sala de conferencia, donde todos estábamos, quede en shock con el parecido que tenía con Jen, mi ex novia. Esa mujer me atraía de sobre manera, pero su traición me llevó a alejarla de mí.No obstante, ver a alguien con tal similitud, me generaba cierto sentimiento de dolor; los rec