Sin embargo, detrás de sus palabras también escondía el sentido de hacer referencia a la fama de mujeriego que ha ganado Maximiliano en estos últimos años. Isabella, también percibió como las miradas pesaban sobre ella, no obstante, la que más le caló, fue la de Maximiliano. Cuando fingió encontrarse con su mirada de manera accidental elevó su copa para captar más su atención y con intención aparente de que la invitase a un baile. —1,2,3… —contó sintiéndose segura de que él iría a ella. De ese modo sucedió; Maximiliano rompió la distancia que los dividía, extendiendo seguido su mano, proponiéndole el baile que ella con lenguaje mudo pidió. Aceptó colocando con suavidad la mano entre la de él y cuando sus dedos hicieron contacto se sintió perdida percibiendo una electricidad más intensa que la sensación que le provocaba en el pasado, y a pesar de eso no se permitió reflejar nada. De camino a la pista de baile se ordenó a sí misma controlarse. —Es usted una mujer distinta a todas la
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