Con pasos vacilantes, Isabella se aproximó hacia una de las cuatro recepcionistas. Acomodó sus brazos sobre el recibidor elegante y con una sonrisa amable le dijo:—Buenos días, señorita, soy Caroline Laffón y…. —La dama no le dio oportunidad a completar su explicación, puesto que la mujer le respondió:—En el área de la planta 20 la esperan —La dejó sumamente asombrada la prontitud del trabajo que realizaba esa dependienta que pareció estar esperando su llegada.«Oliver me deja sorprendida con su caballerosidad», lo elogió internamente, debido a que suponía que había sido él quien informó a sus empleados para que la dejasen ingresar sin contratiempos.No obstante, se detuvo a sopesar la manera en la que esa joven la trató y volvió a sentir dudas.—¿Me esperan a mí? —Rectificó señalándose a sí misma con incredulidad.—Si. A usted —le dejó claro la joven antes de responder una llamada. Isabella enarcó las cejas al mismo tiempo que ladeaba la cabeza aun sintiéndose sorprendida, pero re
Isabella ya había tomado un respiro y se encontraba más calmada, por lo que decidió volver con Oliver. Proponiéndose que estaría allí hasta que Maximiliano se marchase para que no siguiera escudriñando o haciendo suposiciones.Estaba una vez más de espalda a la puerta del ascensor cuando abrieron y al darse la vuelta vio dentro del mismo a Chiara con Emiliano entre los brazos, y sin proponérselo su mirada y la del niño se cruzaron.Ella desvió la suya buscando la manera de evitarlo, pero el niño no dejó de observarla con mucha curiosidad, causando que Isabella se pusiera inquieta y volviera a verlo, entonces como reacción momentánea Emiliano abrió grandemente los ojos. Emiliano recordó como Chiara le había prohibido llamar a su padre en público, y reaccionó, sintiéndose furioso se removió con fuerza. Por lo que Chiara se vio obligada a bajarlo de sus brazos porque pataleaba, puesto que no quería que ella lo tocase.Estaba enfadado con esa mujer que nunca ha sido de su agrado por más
Suponiendo que no tendría que compartir el auto con Maximiliano y su prometida, Isabella soltó un resoplido de alivio expulsando el aire que había reprimido al tener que estar bajo la presión de cumplir con los mandatos de Maximiliano, quién se estaba aprovechando de que ella es una asistente.Cuando estaba colocando al niño dentro del coche en su silla le costaba ponerle el cinturón de seguridad, suponiendo que había quedado bajo el cuerpo del infante, y con el fin de no despertarlo trataba de acomodar el asiento con el pequeño en brazos, pero para sumarle más complicaciones y estrés al asunto, el zapato derecho de Emiliano se le cayó.Ella se sentía mareada porque no está acostumbrada a la tarea de cuidar a un niño; no se trataba de que no tuviera las ideas para acomodarlo, sino que le falta práctica porque esta es la primera vez que está tratando con un pequeño.El conductor privado de Maximiliano no arrancaba y ella creía que debía ser porque esperaba a que acomodase al niño; sin
Isabella estaba todavía quieta en su lugar, con Maximiliano como juez y carcelero delante, aún con sus brazos apoyados a la pared tras su espalda y con el rostro muy pegado al suyo. Esa cercanía la hacía sentir oprimida y sin saber qué decir para justificar que había fingido ser otra persona, evitaba hasta inhalar, suponiendo que respirar no estaba permitido para ella.«¿Cómo sabe quién soy?, he cambiado mucho de mí y nadie me ha podido reconocer», se cuestionaba buscando el motivo por el cual había sido descubierta. Pero no encontraba uno, suponía que era inevitable que Maximiliano la dejara retirarse sin primero decirle todo con lujos y detalles.«¡Dios! ¿Qué se supone que debo hacer ahora?», clamaba internamente deseando que una respuesta inteligente llegara a su mente para no ser orillada a revelar la verdad de lo que pasaba. Siendo ese clamor simplemente un pedido imposible.Su intención no era llorar ni mostrarse débil, pero saberse descubierta la afligió un poco porque sintió
Oliver se quedó con las cejas alzadas y la boca muy abierta en el momento que su secretaria lo llamó para comunicarle que Maximiliano había llegado a la empresa.«Maximiliano Gil me está empezando a fastidiar», Farfulló en silencio sintiendo la cólera bullir en su sistema. Le fastidió notar que aún es muy temprano, debido a que él no está acostumbrado a sentirse presionado.Con una mujer acostada sobre su pecho chasqueó la lengua analizando que no podría llegar a tiempo para recibirlo.Su secretaria le transfirió de línea poniéndolo en comunicación directa con Maximiliano.—Buenos días, señor Gil, disculpe mi falta puesto que no lo esperaba — saludó lleno de Ironía y cuando escuchó un sonido de fastidio que hizo Maximiliano ratificó: — me refiero a esta hora.Aunque tuvo que hacer un esfuerzo, Oliver escondió el desagrado en su tono de voz y se pidió a sí mismo soportar al arrogante hombre que tiene al teléfono hasta completar su plan, así que reemplazó la tonalidad por una más amabl
Maximiliano no dejaba de observar disimuladamente a Isabella, apreciando cada uno de sus gestos y como trataba de buscar posturas cómodas para Emiliano, incluso cuando sentía que él no estaba pendiente la veía acariciar su cabellera y sus manos, y cuando no, lo olía como si disfrutara del aroma que posee el cuerpo del niño.Durante media hora él no hizo nada más, incluso fingió que iba a realizar cosas fuera del despacho para poder darle espacio a que ella pudiera ser más suelta con el pequeño.Toc, toc.Sonaron dos toques en la puerta del despacho.—Pase— permitió Maximiliano suponiendo que era una de la recepcionista a la que ordenó subirle un café.Pero se trataba de Oliver que en cuanto llegó acudió a buscar a Isabella trayendo consigo una lonchera que desde fuera se podía oler el delicioso desayuno que estaba dentro.Puesto que de camino a la empresa se tomó el tiempo para comprarle especialmente un desayuno a Isabella teniendo claro que por la rapidez con la que le pidió estar e
Isabella hizo distintos platos, cocinando una y otra vez, pero era como si no lograra captar el arte culinario, puesto que en cada intento le salía peor.En su cuarto intento miró a su espalda, viendo a través del espacio abierto que hay entre la majestuosa cocina y el Living Room lujoso amueblado con un gran sofá tipo L y una enorme pantalla plana con la cual el padre y el hijo se divertían observando caricaturas animadas.«¡El quinto intento puede que sea la vencida!» —Con un susurro se animó a sí misma volviendo a tomar más ingredientes.Minutos después cuando creía que iba agarrándole el truco a la cocina, percibió una respiración caliente sobre su nuca que la hizo estremecer alterando su sistema nervioso.Maximiliano no pudo reprimir la tentación de ir a verla más de cerca, y fingía estar supervisando lo que hacía Isabella, pero muriendo de ganas por rodearle la cintura con su brazo derecho y atraerla a él en esa misma posición. Al mismo tiempo que le dejaría varios besos en la d
Maximiliano se quedó todo el día sumergido en las cosas de la empresa que debía estudiar con mucha calma y detenimiento, porque cuando se trata de sus inversiones es muy cauteloso y por esa razón es que su empresa está entre las mejores; sin embargo, ser un empresario tan exitoso y padre dedicado le acapara todo el tiempo por lo que al estar pensando entre las empresas y en Emiliano se descuida y no saca tiempo para comer justo como le había pasado hoy. Más tarde, luego de haberse alimentado correctamente, Emiliano se sintió agotado mientras veía caricaturas junto a Isabella y aunque los dos estaban sentados en un mismo sofá, él se fue acercando lentamente hasta que se acomodó entre sus brazos en busca del calor corporal hasta quedarse dormido, porque como el mismo niño lo ha expresado le gusta el aroma maternal que desprende el cuerpo de Isabella. Ella se pasó una mano por la cara tratando de no afligirse, porque, aunque le ordena a su subconsciente, no hacer que recuerde a su hijo