Maximiliano estaba inquieto y veía el reloj en su muñeca una y otra vez; recostado de su auto esperaba en el estacionamiento por Isabella, y aunque había entrado varias veces a buscarla los agentes le pedían que debía esperarla fuera.—¡Me desesperas cada vez que miras ese jodido reloj! — le reprochó Oliver quien había ido también.—No sé para qué demonios estás aquí— rezongó Maximiliano con evidente molestia. Hoy le causaba envidia que él fuera a llevarse el triunfo por haberla ayudado a salir de prisión, le reconoce el mérito pero que quiera aprovecharse de eso para brillar delante de Isabella lo pone loco de celos.—Qué no se te olvide Gil, Isabella sigue siendo mi prometida— le dijo Oliver para fastidiarlo, pues ya sabía que esa mentira morirá pronto.—No por mucho, créelo, Isabella pronto será mi esposa— le estrujó a la cara y Oliver soltó un bufido. ***Gracias a las evidencias Isabella había sido declarada inocente y pronto le darían su libertad, pero antes
—¡¡Ay mi cabeza!!— soltó Isabella en un quejido cuando al fin despertó con un fuerte dolor que creyó que le explotaría la cabeza, y ni siquiera quería abrir los ojos.—¿Mamita estás bien? —. La voz infantil de Emiliano la hizo abrir los ojos, dándose cuenta de ese modo que no estaba en su departamento sino en el de Maximiliano. Emiliano y la niñera la veían como a la espera de su reacción, entonces ella vio que la mujer tenía en la mano una bolsa con hielo.—Si mi amor, mamá está bien, solo tiene un poquito de dolor—. Le tocó el mentón al infante de manera cariñosa para no crear preocupación en él. —Pero tu cabeza parece la de un unicornio, y no quiero que te duela—. La ocurrencia del pequeño la hizo reír en medio del dolor, y luego arrugó el rostro.—No te preocupes, es muy mínimo.Le mostraba dejando un pequeño espacio entre el dedo pulgar y el índice cuando agregó:» Así de poquito es mi dolor—¿Qué me ha sucedido? — preguntó aturdida, ya que de inmediato recordó que estaba siendo
Durante tres días seguidos Maximiliano estuvo en intensivo, en un estado de coma inducido, puesto que la puñalada que recibió le había dañado un pulmón y al perder tanta sangre; ese descuido de su parte afectó más su cuerpo, por lo que los doctores decidieron mantenerlo en coma hasta que apareciera un donante compatible.De todos ellos Isabella fue la que resultó ser compatible, pero por su estado de salud el doctor no permitió que fuera ella la donante, y aunque ella insistió, rogó y por último amenazó, de nada sirvió, así que no le quedó más que buscar un donante compatible.Justo en este momento a Maximiliano le estaban realizando la quinta y última cirugía, e Isabella sentía cierta emoción mientras esperaba junto a Oliver y a Hugo.—Vamos viejo, tú puedes salir de esta— murmuraba Hugo como si Maximiliano pudiera escucharlo.Todos estaban tan nerviosos que la espera lo agobiaba, incluso Oliver que no sabía por qué tan de repente le había nacido esta preocupación por el hombre que l
Un día después:Isabella sé convencía a sí misma de que lo ocurrido fue únicamente una horrorosa pesadilla; sin embargo, cuando bajó la mirada a su brazo derecho y vio que tenía colocada una intravenosa, volvió a la realidad aceptando que vio morir a su amado.— Al fin despertaste. Pedí que te pusieran unos calmantes—. Ella giró el rostro cuando escuchó la voz de Oliver.—¿Por qué pediste que me inyectaran sedantes?, ¡¿por qué?!— le gritó furiosa a medida que se arrancaba sin tacto la intravenosa y se ponía de pie.—Debes calmarte— le pidió preocupado porque ella está sumamente débil.—Es muy fácil para ti, pedirme serenidad. Isabella sabía bien que Oliver no era el culpable de su desgracia y que no debía tratarlo de ese modo, pero no encontraba cómo ventilar su dolor y sin pensarlo estaba siendo muy cortante.» Lo siento. Solo quiero ver a Maximiliano, y a mi hijo—. Oliver la sostuvo y ella forcejeaba.—Escúchame primero, Isabella—. Él que la tenía agarrada por los hombros la zaran
Ellos iban tan sumergidos en su charla que no se dieron cuenta de que ya estaban frente al coche y que Máximo estaba esperando.—Hijo…— lo llamó el hombre con voz titubeante y Maximiliano lo vio con irritación.—Dije que no quería verte, por favor respeta mi pedido— le reprochó tosco, y con mirada llena de decepción.—Lo sé, pero necesitaba entregarte esto—. Decía al mismo tiempo que extendía la mano en la que tenía unos documentos, los cuales Maximiliano abrió y se quedó pasmado, Máximo había pasado todos sus bienes a Emiliano, le concedió toda la herencia al pequeño estando vivo.» Vine a pedirles perdón, no fui un buen padre, esposo, suegro y abuelo, tarde lo reconozco. Y siento que hayas pasado por tanto hijo mío, siempre tuviste razón, tu madre murió por mi culpa, yo no supe cuidar de ustedes—. Tras decir esto, Máximo dio media vuelta para irse.—Espera… papá—. Maximiliano agarró su antebrazo, aun con ciertas dudas le dijo:» ¿Y tú qué harás ahora? —. Máximo sonrió débilmente, pe
Habían pasado 4 meses.La boda fue espléndida, aunque Isabella se casó luciendo su pancita. Resulta que no se dio cuenta de que había quedado embarazada desde aquella noche que tuvo un encuentro con Maximiliano. Su sorpresa fue grande cuando descubrió que todos los mareos que le daban eran porque llevaba el segundo hijo que Maximiliano tanto pedía y él cuando se enteró no sabía cómo celebrarlo, a pesar de que ella lo quería fusilar, porque al final se vistió de novia llevando el fruto de su amor en el vientre.Al fin su enfermedad del estómago había desaparecido, estaba cuidando más de sí misma, incluso había dejado que los asuntos empresariales fueran atendidos por Maximiliano, Oliver y Hugo, a ella lo único que le importaba era su pequeño travieso y disfrutar espléndidamente de su embarazo.Mientras que Blas, tras durar esos meses encerrado, no lo soportó, su cuerpo colapsó, y ya estaba en cama mal pasando con el fuerte dolor de pecho que no cesaba ni por un segundo; como si fuera e
Ella bajó la mirada llena de un brillo especial a sus manos temblorosas para ver el resultado que le arrancó varios suspiros de felicidad y en sus labios se plasmó una sonrisa que dejaba ver su dicha. —Amor mío sé que serás el hombre más feliz de este mundo cuando comparta contigo esta maravillosa noticia —habló a la nada sin alejar la mirada de la causa de su alegría. —¡Señorita Sued…! ¡Señorita Sued! —la llamaba uno de los empleados de servicio que estaba trabajando en la decoración del gran salón de la mansión Gil donde se llevaría a cabo la fiesta sorpresa del cumpleaños del joven Maximiliano. Ella salió de la nebulosa en la que se había sumergido cuando en la lejanía escuchó el llamado del sirviente, y con rapidez ocultó tras su espalda el papel que tenía en la mano derecha. —Sí, dígame —respondió con amabilidad a la vez que abría sus grandes y expresivos ojos. —¿Dónde debo ubicar las flores? —Él levantó uno de los arreglos florales para mostrarle. —Mmm… —Creó un sonido qu
En esta fecha siempre está malhumorado y se encierra a ahogar sus penas con el alcohol. Pero Isabella había cambiado su forma de duelo al prepararle esa desagradable fiesta. Lo arruinó todo, según su pensar; sin embargo, estaba consciente de que lo hizo sin malicia. Lo único que le enfadaba era que pasó por alto su pedido. «Isabella es la mujer perfecta para mí, quizás casarme con ella y crear una familia es lo que realmente necesito para dejar de sentirme tan hueco», reflexionaba sintiendo los efectos del licor, sopesando que no era mala la idea de formalizar un hogar. Tambaleante sonrió al imaginar un futuro a su lado, con un hijo al que le brindaría mucho amor para que no se sienta tan solo como lo está él. «Seré el mejor padre del mundo y protegeré a Isabella para que no sufra», volvió a plantearse en su fuero interno dejando el vaso sobre la barra para ir en busca de su amada, pero al notarse tan borracho. Con la minúscula parte de cordura que aún conservaba decidió descansar