El camino a su departamento a Isabella se le hizo largo y tedioso, pero cuando al fin las puertas del ascensor se abrieron resopló expulsando el aire reprimido al mismo tiempo que subía la mirada al techo para controlar las lágrimas que picaban tras sus parpados, puesto que no deseaba que ninguna persona la viera llorar y menos sus nuevos vecinos. «Contrólate Isabella, bien sabías que Maximiliano nunca te quiso», se ordenaba como si le reprochara a esa mujer en su interior que aún sufre mucho por no haber obtenido el corazón del joven Gil. Dando pasos lentos y vacilantes llegó a su puerta encontrándose con la sorpresa de que un hombre estaba recostado de la pared frente a su departamento con una pose elegante y lo vio con un poco de recelo. Sin embargo, él no pudo ocultar su impresión cuando la vio dirigiéndose hacia él con tanto estilo que ni una diosa tendría el poder de hacer suyo el espacio como lo estaba logrando Isabella. «Mi socia es muy hermosa», no evito pensar mientras l
Luego de haber culminado el banquete, Chiara se encontraba muy satisfecha; después de todo, ya que se había salido con la suya al lograr que Maximiliano se tomara una foto con ella y el pequeño, por lo que ahora se encontraba pasándole el dedo con deleite.«Ese mocoso va a ser la causa por la que Maximiliano acceda a casarse conmigo. Soy su mejor opción», fantaseaba suponiendo que luego de que Maximiliano anunciara la existencia del niño se vería obligado a darle una madre. Y aunque esa mujer que bailó con él le causó un poco de sobresalto, ya se había convencido de que Maximiliano no se casaría con una desconocida.—Somos la familia perfecta. Los tres encajamos a la perfección —murmuró sin alejar la vista de la foto, y solo la soltó en el momento que vio que Maximiliano se acercaba.—Chiara, quiero que me des una buena explicación —aseveró Maximiliano con semblante serio, pues se había contenido durante todo el banquete para no hacerle exigencia delante de los invitados.Chiara se pu
El llanto infantil resonaba e Isabella miraba a todos lados, ansiando poder ponerse de pie para tomar al bebé que lloraba para consolarlo, pero de repente unos papeles fueron arrojados sobre su cara aturdiéndola más de lo que ya estaba por los efectos de los analgésicos suministrados.—¡Ya no eres nada para mí! —cuando escuchó esa voz ronca que le causó pánico reconoció al dueño y aterrada al saberse encontrada se arrastró en la camilla de operaciones cayendo de bruces al suelo.—¿Qué me harás? —preguntó con voz débil y muy cansada, estando bajo los efectos de los medicamentos, apenas podía mantenerse despierta.—No tienes derecho a lastimarme —le sentenció cuando vio que él no tenía planes de responderle y únicamente la veía con altivez.Blas Sued tomó al recién nacido entre sus brazos, y ella que estaba de por sí aterrada se sintió mucho peor porque ese sentimiento se había incrementado mil veces más al ver a su abuelo.—Arruinaste el matrimonio entre las dos familias. Debes ser cas
Con pasos vacilantes, Isabella se aproximó hacia una de las cuatro recepcionistas. Acomodó sus brazos sobre el recibidor elegante y con una sonrisa amable le dijo:—Buenos días, señorita, soy Caroline Laffón y…. —La dama no le dio oportunidad a completar su explicación, puesto que la mujer le respondió:—En el área de la planta 20 la esperan —La dejó sumamente asombrada la prontitud del trabajo que realizaba esa dependienta que pareció estar esperando su llegada.«Oliver me deja sorprendida con su caballerosidad», lo elogió internamente, debido a que suponía que había sido él quien informó a sus empleados para que la dejasen ingresar sin contratiempos.No obstante, se detuvo a sopesar la manera en la que esa joven la trató y volvió a sentir dudas.—¿Me esperan a mí? —Rectificó señalándose a sí misma con incredulidad.—Si. A usted —le dejó claro la joven antes de responder una llamada. Isabella enarcó las cejas al mismo tiempo que ladeaba la cabeza aun sintiéndose sorprendida, pero re
Isabella ya había tomado un respiro y se encontraba más calmada, por lo que decidió volver con Oliver. Proponiéndose que estaría allí hasta que Maximiliano se marchase para que no siguiera escudriñando o haciendo suposiciones.Estaba una vez más de espalda a la puerta del ascensor cuando abrieron y al darse la vuelta vio dentro del mismo a Chiara con Emiliano entre los brazos, y sin proponérselo su mirada y la del niño se cruzaron.Ella desvió la suya buscando la manera de evitarlo, pero el niño no dejó de observarla con mucha curiosidad, causando que Isabella se pusiera inquieta y volviera a verlo, entonces como reacción momentánea Emiliano abrió grandemente los ojos. Emiliano recordó como Chiara le había prohibido llamar a su padre en público, y reaccionó, sintiéndose furioso se removió con fuerza. Por lo que Chiara se vio obligada a bajarlo de sus brazos porque pataleaba, puesto que no quería que ella lo tocase.Estaba enfadado con esa mujer que nunca ha sido de su agrado por más
Suponiendo que no tendría que compartir el auto con Maximiliano y su prometida, Isabella soltó un resoplido de alivio expulsando el aire que había reprimido al tener que estar bajo la presión de cumplir con los mandatos de Maximiliano, quién se estaba aprovechando de que ella es una asistente.Cuando estaba colocando al niño dentro del coche en su silla le costaba ponerle el cinturón de seguridad, suponiendo que había quedado bajo el cuerpo del infante, y con el fin de no despertarlo trataba de acomodar el asiento con el pequeño en brazos, pero para sumarle más complicaciones y estrés al asunto, el zapato derecho de Emiliano se le cayó.Ella se sentía mareada porque no está acostumbrada a la tarea de cuidar a un niño; no se trataba de que no tuviera las ideas para acomodarlo, sino que le falta práctica porque esta es la primera vez que está tratando con un pequeño.El conductor privado de Maximiliano no arrancaba y ella creía que debía ser porque esperaba a que acomodase al niño; sin
Isabella estaba todavía quieta en su lugar, con Maximiliano como juez y carcelero delante, aún con sus brazos apoyados a la pared tras su espalda y con el rostro muy pegado al suyo. Esa cercanía la hacía sentir oprimida y sin saber qué decir para justificar que había fingido ser otra persona, evitaba hasta inhalar, suponiendo que respirar no estaba permitido para ella.«¿Cómo sabe quién soy?, he cambiado mucho de mí y nadie me ha podido reconocer», se cuestionaba buscando el motivo por el cual había sido descubierta. Pero no encontraba uno, suponía que era inevitable que Maximiliano la dejara retirarse sin primero decirle todo con lujos y detalles.«¡Dios! ¿Qué se supone que debo hacer ahora?», clamaba internamente deseando que una respuesta inteligente llegara a su mente para no ser orillada a revelar la verdad de lo que pasaba. Siendo ese clamor simplemente un pedido imposible.Su intención no era llorar ni mostrarse débil, pero saberse descubierta la afligió un poco porque sintió
Oliver se quedó con las cejas alzadas y la boca muy abierta en el momento que su secretaria lo llamó para comunicarle que Maximiliano había llegado a la empresa.«Maximiliano Gil me está empezando a fastidiar», Farfulló en silencio sintiendo la cólera bullir en su sistema. Le fastidió notar que aún es muy temprano, debido a que él no está acostumbrado a sentirse presionado.Con una mujer acostada sobre su pecho chasqueó la lengua analizando que no podría llegar a tiempo para recibirlo.Su secretaria le transfirió de línea poniéndolo en comunicación directa con Maximiliano.—Buenos días, señor Gil, disculpe mi falta puesto que no lo esperaba — saludó lleno de Ironía y cuando escuchó un sonido de fastidio que hizo Maximiliano ratificó: — me refiero a esta hora.Aunque tuvo que hacer un esfuerzo, Oliver escondió el desagrado en su tono de voz y se pidió a sí mismo soportar al arrogante hombre que tiene al teléfono hasta completar su plan, así que reemplazó la tonalidad por una más amabl