El corazón le latía con vehemencia, su respiración se tornaba errática y las manos sudorosas le temblaban de forma involuntaria. Con una bolsa de papel en manos, donde llevaba un pedazo de arepa que su mamá le había dado de lo que le quedó de la venta del día, Daniela entró al mall.El frío de aquel lugar contrastó con su piel caliente, que había sido expuesta al extremo calor y el sol, típico de aquel clima tropical. Las caricias frías, emitidas por el aire acondicionado, se sintieron deliciosas en la piel mestiza.Los latidos de su corazón se tornaron más fuertes, a medida en que se acercaba a la pequeña heladería de decoración infantil, donde el verde y el lila eran los protagonistas.Tuvo que inhalar y exhalar antes de entrar porque sentía que se asfixiaba. Después de varios minutos de debatírselo, Daniela entró a la heladería con pasos torpes y mirada baja.Una vez adentro, enfocó la mirada en Franco, quien estaba atendiendo a una clienta.«Su sonrisa es tan bonita», pensó mientr
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