Pic, Pic, Pic… el sonido del pulsioxímetro resonaba por toda la habitación, mis ojos estaban fijos en el frágil y pálido cuerpo que descansaba allí. Una lágrima resbala por mi rostro, mi labio tiembla, mi corazón late con prisa.No quería, no aceptaba que me dejara. Yo la amaba, yo amaba a la mujer que se encontraba allí, y no saben lo difícil que es verla postrada en una cama, sedada casi sin vida. No era fácil verla de esa manera. Su piel está pálida, sus labios sin color, su cabello negro ya no estaba lo había perdido en el transcurso del tiempo, pero aun así seguía siendo la mujer más hermosa del mundo. Para mí lo es. Mi universo había cambiado cuando la vi por primera vez, ella estaba sentada en su escritorio tecleando en su lacto distraídamente.Ausente, sus ojos estaban vacíos cuando levanto su rostro para atenderme. Yo quería sacarla de la oscuridad, yo quería ser su luz, su guía, pero nunca me dio la oportunidad hasta que le propuse aquel trato.Mi ayuda a cambio de que fuera
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