CAPITULO 2

En cada libro hay almas, esas que fueron creadas por un humano cuyos sentidos son locos y aficionados.

UN MES DESPUES.

MATHEW

Bajo del Jet, la brisa fresca choca en mi rostro, hacia un buen tiempo que no pisaba Toronto, desde que abrí mi empresa Agroindustria en estados unidos me había mantenido bastante ocupado. Estos dos años fueron duros pero pude construir mi propio imperio empresarial sin necesidad de la ayuda de mi padre. Ahora era diferente, él quiere que yo tome su lugar pero no estoy dispuesto  aceptar, por lo que hablare con él sobre el tema y le dejare en claro que no estoy disponible para tomar su puesto aun por mucho que me insista. Que coloque a mi hermano Federico en la presidencia es mejor opción, aparte de estudio rubro de administración, le da gran ventaja para ser un buen empresario.

Bajo las escaleras del jet antes de caminar hacia Sergio quien me saluda con una inclinación de cabeza —señor, que gusto volver a verlo —le sonrió, le doy un fuerte abrazo.

—¡Igual digo hombre!, fueron dos largos años pero bien validos —él no dice nada solo me sonríe para después rodear el auto y subirse en el piloto, yo me subo al primer asiento y cierro la puerta tras de mí.

—¿Quiere que lo lleve a su casa señor? —niego.

—¡No!, llévame a la empresa quiero ver a mi padre antes de ir a ver a mi madre —Sergio emprende el viaje. Me quedo viendo todo el camino cómo pasan los grandes edificios, hay unos nuevos y hay otros en construcción.

Una hora después llegamos al Gomert industrias, estar de nuevo en este lugar me trae viejos recuerdos. Apenas entro varios pares de ojos se me quedan mirando. No le doy mucha importancia solo camino hacia el ascensor sin mirar a nadie. Cuando llego al último piso y las puertas de metal se abren, mis ojos se van hacia el frente, pero me quedo conmocionado al ver la chica de larga cabellera negra salir de la oficina de mi padre. Su cara angelical y aquel cuerpo de diosa, envuelve algo en mí que no tengo ni idea de que sea.

Salgo del ascensor, camino despacio hacia aquel ángel caído cuya mirada es triste, sus ojos no tienen brillo es como si hubiese pasado toda su vida cargando una oscuridad infinita. Sus pupilas son de un todo claro, quizás sean azules o grises, cuando me acerco aún más a ella, la chica levanta su vista, y mi corazón empieza a latir con prisa. “Dios mio”, un leve ruido de una puerta abrirse es lo que me saca del hechizo.

—Señorita Davis… —la voz de mi padre queda en el aire al verme, la alegría en sus ojos solo figura lo mucho que me ha extraño — ¡Mathew, hijo mio que bueno que has llegado! — me acerco al hombre que me dio la vida y le doy un fuerte abrazo.

—Disculpe señor no sabía que era su hijo, y no lo note —mis ojos vuelve a la mujer cuya voz es tan preciosa.

—Tampoco me presente señorita…

—Gabrielle Davis señor, soy la secretaria de su padre —y pronto la mía. ¡Qué demonios, es enserio Mathew, te quedaras! “con tal de verla” puede que no sea tan malo, y si se la pido a mi padre y me la llevo a New york, esa sería buena opción.

—¡Hijo!..

—Umm…—quito mis ojos de la mujer, y trato de concentrarme, mi padre me mira con el ceño fruncido por unos instantes— ¿Qué? —hablo sin entender.

—Sígueme, señorita Davis cancele todo tipo de reunión hoy estaré con mi hijo y más tarde me iré a casa, apenas me valla puede marcharse.

—Como desee señor Gomert —ambos nos adentramos a su oficina, yo me siento frente a él y cuando él hace lo mismo tras su escritorio se me queda mirando.

—¿Acaso te gusta ella? —pregunta.

—Que…no, bueno, es que —me quedo callado por un rato intentando meter alguna mentira —es que me impresiono la chica es muy…

—Bonita —asiento —lo sé, es una buena chica, de gustos muy peculiares, es chistosa, extremadamente amable, sincera y de buen corazón, la verdad es la única a la cual consideraría como si fuese una hija para mí, aparte de que es muy inteligente y eficiente, tiene carácter.

—Hablas muy bien de ella —él se encoje de hombros.

—Si quieres tener una secretaria cuando empieces como el jefe en esta empresa te recomiendo que sea ella.

—Bueno padre sobre eso… —lo pienso un par de segundos, pero recuerdo que tengo otra empresa, pero si contrato a Federico para que maneje OsterGomert y yo me quedo aquí, no tendría que… —bueno, yo tenía pensado traer a mi secretaria de new york pero si tú dices que es buena en lo que hace, entonces no tengo ningún problema en que ella trabaje para mí.

—Bien, entonces ya estamos claros en eso hijo mio, ahora sería mejor que vallamos a casa, tu madre desde ayer ha estado impaciente.

—Me lo puedo imaginar, me ha tenido un tanto desesperado desde hace una semana cuando le dije que regresaría.

—Hay que comprenderla hace mucho tiempo que no te ve.

Ambos nos levantamos y salimos de la oficina. La señorita Davis se levanta apenas nos ve salir y sus ojos preciosos de un azul tan claro que parecen grises nos mira.

—Señor Gomert que tenga un buen día…

—Igualmente querida —su voz, dios me correría con solo escuchar su voz.

En el amor no hay destiempo, la vida no sería nada si el amor no existiera, incluso amarse uno mismo es importante.

GABRIELLE.

Apenas salgo de la oficina tomo un taxi para transportarme al cementerio. No hace un mes en que me envolví en esta triste melancolía, cada día estoy recayendo en un frio y oscuro precipicio, me siento débil y hastiada de la vida pero no tenía otra opción que sobrevivir  y seguir a pesar del dolor que llevo por dentro y la enfermedad que me está consumiendo.

Respiro hondo antes de sentarme en la lápida, dejo una rosa blanca sobre ella y poso una mano en aquella fría tumba —cuanto te necesito, cuanto necesito que estés aquí conmigo —las lágrimas resbalan por mi rostro, no puedo olvidar lo mucho que vivimos, las veces que discutimos, nuestra niñez y aquellas veces que hacíamos pijamadas. Sonrió con tristeza —tengo miedo hermano, pero si llego a consumirme espero encontrarte en la siguiente vida —murmuro sin una pisca de alegría. Me acuesto en la lápida y cierro mis ojos —el sol brilla en lo alto y tu… no estas, no estas, mi vida ya no tiene amor… jamás volverá, jamás volverá, sé que mi corazón morirá, y tu mi ángel me sostendrás, en este camino oscuro y sin final —canto, le canto aquella canción que compuse para él.

Después de dos horas allí, mirando a la nada, reposando mi cuerpo en su tumba decido marcharme y prometerle volver a visitarle.

El dolor te hace más fuerte y capaz, pero aun yo no consigo esa fuerza ni esa luz que me ayude a continuar por el sendero oscuro.

***

Como todas las mañanas me levanto me doy una ducha rápida, me visto con una falda lápiz y unos tacones negros junto a una blusa manga larga de botones. Un bléiser gris y una coleta en mi cabello, no me maquillo mucho solo lo necesario, me perfumo y tomo mis cosas para salir.

Paso antes por la cafetería favorita de mi jefe para comprarle su café y mi capuchino junto con unas rosquitas dulces. Apenas entro en el enorme edificio tengo que esquivar algunas personas por la cantidad de trabajadores que caminan de un lado a otro.

Suelto un suspiro cuando entro en el ascensor pero cuando se va a cerrar las puertas metálicas alguien mete su pie para detener el aparato. No coloco mucha atención de quien es, mis pensamientos están idos.

—Buenos días señorita Davis —salgo de mi ensoñación y me tenso al ver al joven Gomert.

—Buenos días Señor, no lo había… yo no lo note —digo nerviosamente. Él sonríe de lado y niega.

—No hay problema —responde sin dejar de sonreírme, por un momento me le quedo detallando el rostro, es un hombre guapo y fornido como la mayoría de todo niño rico. Quito mis ojos de él. Bajo mi vista hacia mis pies enfundados en aquellos tacones de 7cm de alto.

Cuando las puertas metálicas se abren yo salgo disparada, saludo a todos y dejo mis cosas en mi escritorio antes de tocar y abrir la puerta de mi jefe pero no encuentro a nadie allí. Muerdo mi labio de forma nerviosa, suelto un suspiro antes de entrar pero no doy ni dos pasos cuando la voz del hijo mayor de los Gomert me habla.

—Mi padre decidió quedarse en casa es por eso que hoy yo me encargare de la empresa —me doy vuelta y me hago a un lado para que pase —trae tu agenda contigo.

No digo nada, solo obedezco como la asistente que soy. Tomo mi agenda y entro cerrando la puerta tras de mí. Ya el Sr Mathew está sentado tras el norme escritorio prendiendo la lacto.

—¿Señor quiere café?, era para su padre pero como no…—el alza su mirada y me sonríe.

—Sí, no hay problema —sonrió con la boca cerrada. Se lo dejo sobre el escritorio y abro la agenda en la Tableta. Voy a decirle lo del día de hoy pero una vez más me roba el derecho de palabra —Sabes la contraseña es que mi padre no me la dio.

—Es GomertR132 —respondo, el mete la contraseña pero niega.

—¡No entra! —frunzo el ceño. Dejo la Tablet sobre el escritorio y me acerco a él.

—Es raro, el señor no me informo que la haya cambiado —me inclino un poco para poder anotar la clave nuevamente y abre —listo, de seguro lo ha anotado mal —vuelvo a mi posición recta.

—Sí, sí de… de seguro —miro al señor Mathew quien me mira de una manera extraña. Omito su escudriño y vuelvo a mi lugar para informarle lo del día —hoy hay una reunión con los ejecutivos, y a las doce y media tiene una cita con el empresario Gabriel Martin en el…

—¿Tienes novio?.. —me callo. Lo miro un tanto fuera de lugar por su pregunta.

—¿Cómo?..

—¿Que si tienes novio? —vuelve hacer la pregunta. Trago grueso y me afinco en el otro pie un tanto nerviosa.

—Para que quiere saber Señor, creo que eso es algo muy perso…

—¡Respóndeme! —dice poniéndose de pie y reposando sus manos en el escritorio. Ambos tenemos una lucha de miradas hasta que decido responder.

—No… y siguiendo con el tema debe llevarle esos documentos a su padre para que los firme, y leer otros informes de la otra sucursal en New york para la nueva firma —digo cambiando el tema —bueno ya no hay más nada por hoy cualquier cosa que necesite estoy a su servicio.

Digo antes de darme vuelta y salir de la oficina. Mi corazón late con fuerza pero se calma apenas me siento en mi escritorio.

—Qué hombre tan extraño…

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