16. Déjate llevar
El frío comenzó a hacerse más pesado y aunque llevaba puesta la chaqueta de Kyan y también envuelta en sus brazos, él no tenía con qué protegerse. Nos subimos a la camioneta y yo estaba presa en una especie de sueño, cerraba los ojos y recordaba lo recién pasado y parecía que era irreal, pero no, ya que, al abrirlos, Kyan estaba a mi lado, sonriendo y agradeciendo el que le hubiese dado una oportunidad. Y la verdad era que ambos nos estábamos dando una oportunidad, ambos nos estábamos abriendo al amor.Él; dejando a un lado las exigencias de los demás. Y yo; dejando a un lado mi aberración por sentir más. —¿Te gustaría ir a cenar? —preguntó, sonriéndome de una forma que erizaba mi piel. Ladeé la cabeza, no tenía nada de hambre…, pero no quería separarme de él—, o podemos hacer algo más. Si quieres o puedes, claro. —Sonreí, hasta ese día pude notar que Kyan tenía cierta inseguridad con respecto a mí, pero no entendía por qué, porque él sabía, muy bien, que me gustaba, aun así, buscaba
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