El sábado pasé casi todo el día con Kyan; fuimos a comer y luego al cine. Por la noche se quedó un rato con mi madre y conmigo, mientras ella y yo cocinábamos los alimentos para recibir a mi papá al día siguiente, y esto último me tenía tan nerviosa, ya que, no sabía cuál iba a ser su reacción. No obstante, Kyan, a pesar que mi madre le hacía bromas con respecto a que su esposo era muy celoso, se mostraba tranquilo, relajado y muy seguro.Domingo muy temprano salimos con mi madre a traer a papá al aeropuerto y pasado el mediodía llegamos por fin a casa. A media tarde, nos sentamos a ver una película en familia. Más tarde, me levanté a ayudarle a mi mamá con la cena, pero no pasó desapercibido por ella que no me despegaba de mi celular. Pero a quién podía engañar, comenzaba a adentrarme en aguas profundas; extrañaba a Kyan y saberlo a pocos metros de distancia no me hacía fácil la tarea de tolerar mi necesidad de su cercanía. Cada día con él empeoraba esa aprehensión, esa pe
A la mañana siguiente les conté a mis padres que Keith me había invitado a cenar con ellos, me dieron permiso, dándome consejos, como era de esperar, que lleváramos todo con calma. Y estuve de acuerdo con ellos. Pero algo dentro de mí me dijo que eso no estaba en mis manos.Pasé un tanto nerviosa todo el día en el trabajo, pues la noche anterior, cuando Kyan me llamó, intenté saber el motivo de esa cena. Pero se limitó a decir que no había nada especial de por medio, solamente una cena a la cual su madre quería que estuviera presente. No le creí ni un poquito, pero siempre cambiaba ágilmente el tema de conversación cuando trataba de inquirir más. Y me arrepentí enormemente en no haberlo cuestionado cuando me lo dijo en persona, pero estaba tan sumida en las sensaciones que me hacía sentir que, simplemente, no pensé en nada. Ese chico me tenía en sus manos.Kyan llegó puntual a la hora de mi salida. Y mientras nos dirigíamos a casa aproveché para intentar sacarle un
Y así fue, ya que, tan pronto puse un pie en las afueras de la casa, la brisa cálida de finales de marzo bailó sobre mí, desordenando mi cabello y haciendo que la colonia de Kyan se extendiera hasta llegar a mi nariz. Cerré los ojos y tomé una inspiración, solo eso necesitaba, solamente su cercanía, para tomar la fuerza que necesitaba. Sonreí al percibirlo en mi espalda, sus manos se colaron por entre mis brazos y aferraron con suavidad mi cintura, se acercó un poco a mí, hasta que su calor y el mío comenzaron a sentirse y a reflejarse. Apoyó su barbilla en mi hombro y la sensación de la barba incipiente hizo que mi piel se erizara, todas las emociones comenzaron a arremolinarse y a pelear por emerger. Pasé saliva, tratando de mantenerme a raya. Uno de sus dedos delineó el contorno de mi ombligo, era la primera vez que me tocaba de esa forma, no era atrevida pero delataba una cercanía que se me antojó como una caricia muy íntima.—Eres tan hermosa… —susurró, su nariz ascend
Una semana después.Y dos semanas de mi relación con Kyan.Era poco el tiempo que llevábamos juntos, no obstante, muchas veces sentía que lo estábamos desde siempre. Y aunque trataba, con todas mis fuerzas, de dominar lo que en mi corazón se desataba cada que estaba con él, me resultaba una labor titánica. Ya que, todas esas emociones que se arremolinaban en mi pecho, apretándose, debido a la cantidad de cosas que me provocaba sentir, exigiendo salir y darse a conocer, aún no me sentía preparada para liberarlos. Así que, decidí que no me atormentaría con eso, que no pensaría que quizás estábamos yendo muy rápido, que quizás no había garantía de que todo fuera a funcionar y que solo me dejaría llevar.Era miércoles, mi día de descanso, y me encontraba en la sala; pasando los canales en una forma de buscar algo que me distrajera y me ayudara a matar el tiempo, pues no vería a mi novio hasta entrada la tarde y eso me tenía sumamente emocionada y ansiosa. Y todo eso era tan nuevo para mí,
Acomodé una de mis manos sobre su torso; deslizándola un poco para sentir sus músculos tensos bajo mi palma, sus ojos me observaron atentos, disfrutando de ese momento de osadía por mi parte. Y la mano con que tenía envuelta mi cintura intensificó su agarre y algo raro se sentía en el aire, tan denso. Pronto acunó mi rostro, mirando mis ojos y mis labios de hito en hito, entreabrí los labios en una forma de invitación, dejando que él tomara el mando de aquella situación. Y tan pronto como sus labios se unieron a los míos; ya no fui consciente de nada, solamente de un líquido caliente recorriendo todo mi cuerpo, vivificando cada parte de mi ser, despertando todos esos sentidos adormecidos. Mi piel, poco a poco, fue respondiendo conforme él iba dispersando caricias dulces, elevándose e impregnándose de su esencia. Besó cada uno de mis labios con lentitud, como si quisiera memorizar su forma, su textura, alargando de forma decadente lo que ahí estaba empezando. Abrí un poco más mi boca,
—No fue mi intención, saliste de la nada y chocamos… —dijo, la que, al parecer, se había proyectado contra mí, con toda la maldita intención. Sentí la ira burbujear en mi cuerpo, di un paso hacia ellas, pero las manos de mi novio me aferraron de la cintura. —Sí, Emily, no fue culpa de Carmen. Saliste de la nada —dijo Laila, excusando a uno de sus títeres. Casi enseguida, Laura apareció en escena y las miró fulminante.—¿Qué esperan? ¡Lárguense a buscar un hombre donde restregarse! —gritó, echándolas con las manos y fulminándolas con la mirada. Y ellas, mientras soltaban risas de burla y miradas discriminatorias, se fueron. Pero, antes que se perdieran entre el mar de gente, una mirada de soslayo de Laila sobre mi novio y luego sobre mí, me dejó un mal sabor de boca e inmediatamente algo dentro de mí se activó y comenzó a mandar señales de alerta. Eso no iba a quedar ahí, ella iba detrás de Kyan. —¿Estás bien? —Kyan acunó con ambas manos mi rostro. Y lo que mis ojos delataron no pare
Me levanté a eso de las nueve de la mañana, deseaba dormir más y con toda la razón del mundo había llegado a mi casa un poco después de las dos de la madrugada. Pero, Kyan había quedado de pasar por mí y no sabía a qué hora. Tomé mi celular, antes de meterme al baño, para chequear si tenía un mensaje, llamada o algo, pero mi móvil estaba apagado, lo conecté y deje cargando, luego me fui a bañar, solo esperaba que eso ayudara a disminuir mi dolor de cabeza, no había tomado mucho alcohol pero sentía un malestar espantoso. Estando ya cambiada, encendí el artefacto y este comenzó a vibrar con mensajes. Lo tomé ansiosa y comencé a buscar un nombre en particular. Hasta que lo encontré, abrí el mensaje y de inmediato mis ánimos se elevaron para luego caer en picada. Todo con él siempre eran: subidas y bajadas. Kyan: Preciosa, espero hayas dormido muy bien. Yo soñé contigo, por cierto… En fin, luego te cuento. Solo quería avisarte que me surgió un asunto de la empresa. Te veo más tarde, beso
Abrí la boca para decir algo, cualquier cosa pero no podía; la inseguridad comenzaba a hacer estragos en mi quebrada autoestima, esa que me llevó mucho tiempo reconstruir pero que solo bastaba un par de palabras —como saber que alguien tan importante para él vendría—, para hacerla añicos. ¿Pero qué iba a hacer o decir? Kyan no tenía la culpa de que me sintiera a veces, casi siempre, tan poca cosa o que sintiera ese temor de ser dejada o que me engañarán.—He dicho que está bien, ¿seguiremos en contacto? —No sé por qué demonios pregunté eso, pero moría de miedo. Kyan se inclinó un poco buscando mis ojos, pero estos le rehuían, en un intento de ocultar lo que en mi interior se había desatado. Me daba vergüenza, demasiada. —Sé que no lo está... —dijo y a continuación soltó un suspiro cansino. Alcé mis ojos para verlo, lucía cansado y a disgusto—... Debes de confiar en mí, Emily. Yo no voy a fallarte, yo no soy como él..., eso te lo he demostrado, ¿no es así? —Pestañeé confundida—. Y no