25. Nada ni nadie

Y así fue, ya que, tan pronto puse un pie en las afueras de la casa, la brisa cálida de finales de marzo bailó sobre mí, desordenando mi cabello y haciendo que la colonia de Kyan se extendiera hasta llegar a mi nariz. Cerré los ojos y tomé una inspiración, solo eso necesitaba, solamente su cercanía, para tomar la fuerza que necesitaba. Sonreí al percibirlo en mi espalda, sus manos se colaron por entre mis brazos y aferraron con suavidad mi cintura, se acercó un poco a mí, hasta que su calor y el mío comenzaron a sentirse y a reflejarse. Apoyó su barbilla en mi hombro y la sensación de la barba incipiente hizo que mi piel se erizara, todas las emociones comenzaron a arremolinarse y a pelear por emerger. Pasé saliva, tratando de mantenerme a raya. Uno de sus dedos delineó el contorno de mi ombligo, era la primera vez que me tocaba de esa forma, no era atrevida pero delataba una cercanía que se me antojó como una caricia muy íntima.

—Eres tan hermosa… —susurró, su nariz ascend
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