Quise atacar, pero era imposible, Alyan no había atentado en contra de mí, todo lo contrario, se mostraba amable. Lamentablemente, si ambos clanes, tanto de luz como de tinieblas, no ofendían a las partes, se creaba una especie de escudo invisible que protegía. Escudo que se resquebrajaba con la ira y no era el momento oportuno de sacar la mía, eso solo hubiera sucedido si Adrián regresara. Yo podía amar a Estefanía como se me pegara la gana. El dios Luthzer, que odiaba la debilidad, había sucumbido a la oscuridad debido a su amor por las hijas del hombre; seducido por el amor pecador. Al igual que Eva fue seducida por la serpiente antigua llamada diablo, llevando a Adán a pecar; en mi caso, yo era la serpiente y la manzana que quería seducir a Estefanía. Ya sentados uno frente al otro, empezó la parodia; la guerra por mantener la calma y la lucha de poder mental. Alyan comenzó a tomar sorbos de su café muy calmadamente y mientras más calma poseía, más indetectable se sentía su aro
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