PRELUDIO.Arturo.La noche envolvió completamente el cielo, y las criaturas nocturnas ya dejaban oír su canto. Me sentía mejor y en paz desde hacía tiempo, siendo protegido por la oscuridad; sin embargo, mi sed y hambre se volvían incontrolables, el dolor en mi cuerpo y debilidad ya se hacían muy evidentes; no quería que ella me viera de esa manera, esta vez no podría controlarme. ¡Debía hacerlo!Seguí cabalgando bajo la elegancia de la noche, los dulces y afrodisiacos olores de la sangre se mezclaban en el aire, yo podía intuirlos y diferenciarlos; los aromas eran diferentes, no todos podían entender a lo que me refería, pero no me gustaba beber de cualquier fuente, mis gustos tenían un matiz especial. En mi cabalgata pude sentir un aroma especial resaltando entre los demás, seguí su olor que me llevó a una de las barracas, me bajé del caballo y con el silencio que me caracterizaba, di con la dueña de aquella dulce fragancia; una muchacha de 16 años se encontraba afuera contemplando
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